Mafalda - Quino |
Dice la canción que "el amor no tiene horario..." pues bien, el sentido del humor claramente sí lo tiene. Al menos el mío. Está claro que no es lo mismo contarme un chiste a las 6:00 de la mañana, cuando me acabo de levantar, que a las 18:00 de la tarde que estoy en pleno apogeo energético.
El funcionamiento cerebral es curioso para con el sentido del humor. De buena mañana, recién levantada -con bastante peor aspecto que el que presenta Mafalda- mis neuronas no están en su mejor momento. Vamos, que sólo hay activas las neuronas motrices imprescindibles y alguna neurona trasnochada que no acaba de regir.
A esas horas aparece el que yo llamo "humor de encefalograma plano". Vamos, que me cuentas el chiste más malo del mundo y me descojono durante un buen rato. Tiene su explicación, las neuronas motrices -que son las únicas activas a esas horas- no tienen demasiado criterio humorístico y las cosas simples y tontas son las que más gracia les hacen.
Y uno dirá "Bueno, pero cuando te despiertas ya no te hace gracia el chiste malo".. ¡Error! Si me cuentas una tontería graciosa de buena mañana, cuando aún no soy persona ni me he colocado el cerebro en su sitio, te aseguro que se queda como "graciosa" para los restos. En cualquier momento que se repita o me acuerde, la neurona motriz que respondió la primera vez se activa y me vuelvo a partir de la risa (aunque ya consciente de la poca gracia del chascarrillo en cuestión)
Eso sí, también funciona a la inversa. Si a las 6 de la tarde me cuentas un chiste malo que no me hace ni puñetera gracia, ya puedes repetirlo nada más sonar el despertador que no me hará ni sonreir. Las neuronas motrices tienen poco criterio pero no osan llevar la contraria a las responsables del humor.
Así me tienes, entonces, yendo a trabajar a las 7 cada día, escuchando la radio y partiéndome con las estupideces más absurdas -que luego intentas compartir y hacen que la gente con criterio te mire mal.
Hace años, cuando a Pablo Motos aún no se le había subido la fama televisiva a la cabeza y tenía el programa de radio, había una sección que eran los "McMuffin" o algo así. Chascarrillos completamente absurdos y sin ningún sentido pero claro, a las 7 y poco de la mañana. Aún recuerdo y aún me rio -con cierta vergüenza, todo hay que decirlo- con el de "Si a Álex le duele la espalda: ¿Álex Lumbago?". ¿Es o no es para sentir vergüenza?
De esta manera hay grandes chistes que han llegado a formar parte de mi colección personal de descojone y vergüenza pero que me hacen, cuanto menos, sonreir cada vez que los recuerdo. El mayor hit es "- ¡Doctor, doctor! ¡Que me quemé! -¿Que te qué te?" Carcajada asegurada. No puedo evitarlo.. simple que es una.
Los momentos de "humor de encefalograma plano" no son sólo de buena mañana. Después de comer, cuando el Principito ya está en el cole y la Princesita duerme como un querubín, entra el sopor digestivo acentuado por el silencio y la calma de la soledad. Aprovechándose de estos momentos bajos, mi hermana me envió ayer unos chistes que encajan perfectamente en ésta categoría y que entraron en ella arrasando.. "¡Qué ca...n mi vecino! ¡No va y se pone a llamar a la puerta de casa como un loco a las 4 de la madrugada! ¡¡Casi se me cae el taladro del susto!!" Malo, ¿verdad? Pues me saltó una carcajada.
Ni corta ni perezosa me fuí hacía donde estaba mi Costillo e intenté explicarle el chiste entre risas y carcajadas. Al principio se medio reía por empatía mientras intentaba recomponerme para poder contarlo bien. Cuando por fin lo conseguí sonrió y me suelta "Tienes mucho sueño, ¿verdad?"
Menudo chasco.. me dejó a cuadros. Supongo que es lo que tiene la convivencia, que acabas conociendo muy bien a quien tienes al lado...
"-¡Abuela! ¿Has visto los tripis que tenía sobre la mesa?
-No.... ¿y tu has visto los dragones que hay en la cocina????"
Si.. necesito descansar..
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