viernes, 24 de mayo de 2013

La popularidad principesca

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Yo siempre he sido una persona de moderación, nada de extremos en ningún aspecto vital de mi vida. Así, por ejemplo, nunca fui una persona especialmente popular; tenía mis amigos, mi círculo de relaciones y mi vida tranquila y sosegada con cierta ignorancia social. Vamos, lo que supongo es la vida de la mayoría de la gente. Ni en el colegio ni el en instituto ni en la facultad había esos grandes iconos de popularidad típicos de la pelis y series estadounidenses.

No obstante ahora me encuentro que el Principito va por el camino del capitán de béisbol o del quaterback del equipo, en lo que a popularidad se refiere. La verdad es que me pilla un poco por sorpresa la situación y no sé muy bien cómo manejarla.
La verdad es que me mola mucho el que tenga cierta madera de líder y sea persistente cuando quiere algo. Hasta ahí bien. Es la parte de zalamería y desenvoltura social la que me tiene más descolocada.

Tenemos una plaza de garaje en el edificio del mercado municipal. Eso implica que, cada vez que entramos o salimos con el coche, nos atravesamos el vestíbulo del mercado hasta el ascensor. En esos trayectos el Principito ha cogido la costumbre de salir corriendo y adentrarse como un loco en el mercado, haciendo un rally entre todas las paradas. Como no hay ningún peligro -el mercado no tiene otra salida que la puerta por la que entramos y es bastante pequeño como para que no se me descontrole demasiado- le dejo hacer y voy con calma a buscarle. Tal cual entro por la puerta, los tenderos me van diciendo "El rubio va por el segundo pasillo" o "Hoy ha dado la vuelta por la charcutería". Al principio flipaba un poco porque no sé si es que tengo cara de madre desastrosa que pierde niños con facilidad y todos dan por sentado que el niño perdido es mío. El caso es que con el tiempo te acostumbras y vas siguiendo la indicaciones que tan amablemente te dan.
Entonces llega el día en que el peque se despista un poco y oyes como le dicen "Principito, que tu mamá está por allí". Aquí empecé a pensar que tengo que dejar de gritar como una loca porque todo el mundo ya se ha aprendido su nombre, pero no recuerdo escenas de "verdulera" en el mercado, la verdad.
Y la cosa va a peor.. y un día te aparece con palitos de pan, un dulce, algo de fruta... y ves que ya se está haciendo muy amigo de los paradistas. Por suerte no tiene alergias y es de buen comer, así que tampoco me molesta que le mimen un poco.
Pero el colmo de los colmos es cuando vas sola a comprar algo un día cualquiera a una de las paradas -que yo juraría que no había visitado nunca- y el vendedor te suelta algo como "Esas no, a tu Principito le gustan más éstas" ¿¿Perdón?? ¿Cuándo ha venido mi niño de 3 años a comprar solo al mercado?? ¿Cómo puede ese buen hombre saberse los gustos del peque?? Te quedas con cara de lerda y no sabes muy bien cómo reaccionar.

Y así con todo. Por la calle le saluda gente y no tengo ni idea de qué le conocen (por supuesto indago y suelen ser: comedor, piscina, extraescolar, mercado...) En la puerta del colegio soporto comentarios de las otras madres del tipo "¡Ah! Así que tu eres la mamá de Princpito, es un encanto tu hijo bla, bla, bla" y alucino porque yo voy cada día a buscar a mi niño al cole y no sé en qué momento se relaciona con las madres de los compañeros sin que yo me entere.

En el cole le conocen los maestros, los niños y niñas mayores, el director (esto ya me preocupa más) y hasta la portera le llama por su nombre.
Sus dos más mejores amigos se pelean por él en el parque y montan unas escenitas de aúpa. DramaKing, un niño enorme que le saca media cabeza a mi Principito -pero que es un bonachón y muy dado a las escenificaciones dramáticas- y Florecilla, una niña muy risueña y muy poquita cosa pero que está sacando un carácter muy temperamental -supongo que para igualar la balanza con los otros dos brutotes con los que juega.

Total, que de vivir en mi pequeña burbuja de ignorancia social, he pasado a ser muy conocida en el pueblo como "la madre del Principito". Y no es que me moleste que sepan que soy su madre, es que me pasé toda la infancia siendo la hija de, en el cole era la hermana de y ahora que tenía mi espacio propio, he vuelto a pasar al anonimato convirtiéndome en la madre de.
Y seguro que ser la madre del Princpito empieza a ser molesto en la adolescencia cuando esas madres y esos padres que ahora le miran sonriendo afablemente vean en él a a bestia que quiere robarles a sus niñas.. Ya veremos porque como siga en este plan me da a mí que va a ser un pequeño Don Juan.

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