miércoles, 16 de octubre de 2013

¡Mi Principito cumple 4 años!

¡Hoy es un gran día en la Corte de Locos! Nada más y nada menos que ¡el cuarto cumpleaños del Principito!

Cuatro años hace ya que nos estrenamos como madre e hijo -y tengo una bonita cicatriz que lo demuestra. Cuatro años de verle crecer y hacerse mayor. Cuatro años de logros y avances increíbles -aunque sea lo habitual para la especie humana- que nunca creí que me sorprenderían tanto. Cuatro años de desquicie, de besos y abrazos a tutiplén, de gritos, de peleas, de risas, de amenazas, de cuentos, de historias irrepetibles. Cuatro años de viajes, paseos, primeras veces de muchas cosas que sé que olvidaré con el tiempo y me da rabia no poder retener para siempre. Cuatro años de la decisión que más me ha cambiado la vida. Cuatro años desde que le vi su carita por primera vez y le oí llorar lleno de indignación por haberle sacado de su dulce hábitat. Cuatro años en que no me he cansado de mirarle y admirarle. Cuatro años de dulces sueños y largas noches. Cuatro años que se me han pasado en un suspiro...

Hace poco leí que la maternidad se compone de días eternos y años muy cortos. Cierto. La rutina del día a día hace que a ratos no veas el momento de meterles en la cama.. pero los meses, los años vuelan en realidad. Hace sólo días le acunaba entre mis brazos, meciéndole mientras le cantaba alguna nana para dormir. Ahora ya me cuesta cogerle en brazos y ¡está a punto de cumplir 4 añazos! ¿Cuándo ha pasado todo esto? ¿Cómo me he despistado de esta manera y se me han escapado los días así?

No es que no hayamos hecho nada en estos 4 años, es que parece que todo ha ido demasiado rápido y ya es un niño mayor e independiente que hace todo solo, que escribe su nombre con soltura y no necesita ayuda para ir al baño. Ya es una hombrecito en potencia y yo quiero conservar un poquito más a mi niño, a ese que aún habla con lengua de trapo y palabras cruzadas (no distingue entre "más" y "muy"); a ese pequeñín que cuando estoy malita viene a darme muchos besos y abrazos para que me ponga buena pronto porque así se cura a las mamás; a mi Principito que va corriendo a buscar su "tumbarete" para subirse a él y ayudarme en la cocina aunque acabemos los dos desquiciados y peleando; al que sale corriendo del cole y me salta encima para darme un abrazo "de los que ahogan"; a esa preciosidad de criatura que nunca entra a clase sin girarse a darme un beso y un abrazo; a mi chiquitín que quiere hacerse mayor y poder ganar "muchos dineros" para que papá y mamá se puedan comprar todo lo que quieran.

Hoy se ha despertado feliz. Su hermana le tiraba del pelo en la cama y reía contenta porque le tenía tan cerca. Mamá le cantaba cumpleaños feliz y todo ha quedado listo para que al salir del cole, por la tarda, vayamos a su gran fiesta.
Lleva días contando cuánto falta para su cumpleaños, porque ya es un niño mayor que va a P4 y va a hacer 4 años. Sabe que sus amigos vienen a su fiesta por la tarde y no hace más que repetirles los días que faltan y lo bien que se lo van a pasar.

Hoy va a ser una gran día en la Corte de Locos. Todo está preparado para que disfrute como el niño que es. Todo listo para que su día sea lo más especial posible.

Hoy hace cuatro años que llegaste a nuestras vidas y las pusiste del todo patas arriba.

¡¡¡FELICIDADES PRINCIPITO!!!

martes, 30 de julio de 2013

Cerrado por vacaciones

De hecho no es mi caso.. a mi quedan aún un par de laaargas semanas en BohemiaLandia. Por suerte ya no quedan casi bohemios y, al menos, aquí dentro se está fresquito (que con la que ha estado cayendo las últimas semanas, se agradece venir y todo)

El Principito ya ha acabado la escuela de verano y está ocioso en casa, volviendo loco a su padre e incordiando a su hermana como nunca.
La Princesita está descolocada con el calor tan bestia y la pobre criatura ya no sabe qué hacer ni dónde meterse para estar un poco más cómoda. Empieza a coquetear con el gateo (que acaba siendo niña tumbada panza-abajo reptando y, al poco rato, llorando)
El Costillo anda desesperado entre el calor y la ausencia de actividades infantiles disponibles para llevar a los retoños sin que se cuezan o se desintegren bajo el sol.

Las que sí que están cerradas por vacaciones son mi pobres neuronas. Será la edad (que ya se empieza a notar), la maternidad (que cada uno se me ha llevado un buen puñado de materia gris consigo), el calor (que me las tiene derretidas y en estado de letargo continuo), el sueño (la Princesita ya no sabe qué hacer para dormir y nos da cosa poner el aire acondicionado con la peque cerca), o simplemente que ya se ven las vacaciones al final del túnel y mi cerebro se ha puesto en modo descanso... El caso es que no puedo ni con mi alma y estoy de un espeso que echa para atrás.

El pobre Costillo, tras su desesperación infantil matutina, intenta comunicarse conmigo al llegar a casa y, sinceramente, la ponsetia medio seca que hay en el comedor casi que le prestaría más atención que yo.
No me concentro y se me van las ideas de la cabeza a medio decirlas. Es una sensación de lo más extraña (empiezo a entrever un futuro con Alzheimer galopante y resulta muy inquietante). Estoy hablando y, a media frase, me olvido de lo que estaba diciendo. Y da igual que mi Costillo me repita lo que le decía o me explique de qué estábamos hablando, lo que iba a decir se me va completamente de la cabeza.

En estas condiciones, la corte de locos -que nunca ha brillado por su coherencia dialéctica- es más caótica que nunca. Hasta el Principito me mira raro cuando me quedo a medio decirle algo. Sobretodo cuando le estoy riñendo (niño ocioso, calor en la calle, padres agotados.. mala combinación), a mitad de la regañina me empano y me pongo a hacer otra cosa. El peque, que de tonto no tiene un pelo, se va sigilosamente no vaya a ser que de repente recupere la memoria y le caiga el resto de la bronca y, posiblemente, algún leve castigo.

Total.. que no es que quiera dejar el blog abandonado o que no haya cosas que contar.. es que mi cerebro no da para más. Creo que la decisión más sabia, en estos momentos, es colgar el cartel de:

Cerrado por Vacaciones

viernes, 19 de julio de 2013

Neuronas derretidas


Yo debo de tener una parte de reptil; largarto, culebra o sucedáneo. Un error evolutivo que me hace ser una bicho de sangre fría para lo que al tiempo se refiere. Mi termostato simple y llanamente no funciona, porque no encuentro otra explicación.
Se supone que los habitantes de cada zona del planeta están aclimatados a su entorno.. pues yo soy la excepción que confirma la regla. Cuando hace unas semanas se rumoreaba que este año no habría verano, yo era la mujer más feliz del mundo. Los 25 graditos me parecían el estado ideal. Primavera cálida perfecta, sin agobios, sin calores insoportables.. ¡JA! El verano ha hecho acto de presencia.. ¡y de qué manera!

No era suficiente con subir un poco las temperaturas hasta un nivel que permita a los bañistas disfrutar de la playa y al resto de la humanidad seguir viviendo con dignidad. No, eso es mucho pedir. No era bastante con que hiciera sol y buen tiempo con un grado de humedad ambiente  soportable. No, eso es pura utopía.
En verano ha entrado arrasando cuál elefante en una cacharrería.
Puedo soportar cierto nivel de calor infernal.. ¡pero estos cuarenta-y-pagajosos grados son insufribles!

Para más inri, la Princesita está en modo "bracitis intensa" y la llevo todo el día pegada al cuerpo cuál marsupial. En una de estas creo que nos vamos a fusionar por el nivel de temperatura que se alcanza en las zonas de contacto. ¿Querías crianza con apego? ¡Pues toma dos tazas de apego nivel supremo!

Y, cómo no, el Principito -que ahora tiene demasiado tiempo libre y demasiada energía acumulada pendiente de gastar- se une al carro y va todo el día enganchado a mí, caminando cogido a mi pierna, abrazado a mi brazo cuando estamos en el sofá, aferrado a mi cuello en el parque... Todo un derroche de amor filial que me tiene frita (más que literalmente)

Pero como el nivel de agobio y pegajosismo podría entrar dentro de los parámetros normales que sufre cualquier persona en un verano agobiante con hijos pequeños, yo tengo que rizar el rizo y añadirle mis rarezas personales para que nada en la corte de locos parezca, ni de lejos, normal.

Soy un raro especímen que siempre tiene lo peor de cada mundo. Yo digo que es mi "gen lagarto".
En verano, mientras haya sol en el cielo tengo calor; mucho calor; sudo por los cuatro costados y no puedo con mi alma. Eso sí.. es caer el sol y ya podemos estar en pleno agosto que aquí la menda se hiela.

Para mí no resulta tan malo; siempre duermo de coña porque de noche nunca tengo calor. Mi pobre Costillo, en cambio, paga un precio muy alto por compartir cama con un bicho raro medio reptil. Una mañana me lo voy a encontrar deshidratado. ¿El problema? Que duermo con mi nórdico todo el año. Sí, suena a que estoy mal de la cabeza y que me tengo que asar viva. Pues nada de eso (bueno, lo de mal de la cabeza no voy a asegurar que no..).

Hace un par de veranos me quitó el nórdico de la cama en julio y creo que pocas veces he pasado tanto frío. Encima, como es verano, hace calor y el muchacho es una estufa viviente, cuando me acercaba a él buscando calorcito, se ponía a sudar como un pollo y me apartaba negándome el calorcito que tanto necesitaba.
Tras la fallida experiencia de la retirada del nórdico, hemos decidido que mejor me deja dormir todo lo abrigadita que me apetezca, mientras le deje en paz y no le haga sudar más de la cuenta.

El día menos pensado me encuentro una camisa de fuerza en lugar de un pijama para dormir..

jueves, 11 de julio de 2013

Como desquiciar a una madre (vol. II)

O por qué las escuelas de verano resultan imprescindibles para mantener la estabilidad mental...

Esto es horrible.. hace muchísimo calor y ya no sabemos dónde meternos. Para colmo, ésta es la semana que el Principito no tiene escuela de verano (ya sabéis, la mala suerte y los sorteos..) y eso lo hace todo aún más cuesta arriba.

¿Qué haces con un niño de 3 años en plena hiperactividad, una niña de 6 meses que arrastra aún una faringitis y un calor mortal que te tiene sin fuerzas ni ganas de vivir?
Pues no sé vosotros, pero nosotros estamos un tanto desesperados.
El pobre niño, como es normal, quiere salir, jugar y quemar energía todo el día; pero con un solazo de justicia y ni una sombra en los parques, no sobrevives fuera de casa pasadas las 10 de la mañana. Hasta las 6 de la tarde no es ni planteable salir -si no te quieres derretir cual cubito nada más poner un pie en la calle- y todas esas horas de "encierro doméstico" están agudizando el ingenio del Principito para las fechorías caseras y acabando con los nervios de mi Costillo que ya no sabe qué hacer con él.

Para colmo la Princesita está pochita aún y no la podemos llevar a la piscina -que nos salvaría de la locura casera y el calor mortal- y, como yo trabajo, mi Costillo se las tiene que ingeniar solo con los dos por las mañanas y cuando llego a casa el panorama es desolador: Princesita moqueando y llorando en cuanto me ve, Principito a gritos con su padre o castigado o tirando cosas por la casa, Costillo desencajado con cara de muy loco..

Y nos dividimos a los niños para intentar apaciguar un poco los ánimos. La Princesita me toca a mí -más que nada porque no creo que a mi Costillo le salga mucha leche del pecho- y él se encargo del primogénito hiperactivo.
La cosa se mantiene en calma con juegos y atención exclusiva para cada uno hasta la hora de comer.
Las siestas son toda una odisea..

Principito come y se va a la cama. Como su habitación está en la plata superior, le dejamos allí y nos bajamos al comedor a vegetar un rato a ver si recobramos un poco de, la antaño exultante, energía vital. Entonces oimos ruidos y una puerta que se cierra.. ¿¿?? La secuencia suele ser:
  1.  Uno de los dos sube a ver qué pasa, entra en la habitación y no hay ni rastro del Principito en su cama.
  2. Va a nuestra habitación. La primera vez suele estar ahí, escondido entre las sábanas. 
  3. Le lleva a su cama con calma y le vuelve a dejar "durmiendo".
    Si no está en nuestra cama.. el proceso sigue.
  4. Abrir armarios de nuestra habitación y ver si está dentro. Si está volvemos al punto 3
  5. Volver a su habitación y mirar tras la puerta. Si está, punto 3 con algo menos de calma
  6. Abrir armarios de su habitación. Si está, punto 3 empezando a cambiar la calma por cierta crispación.
  7. Mirar en el rincón entre la cómoda y la cama, tras la montaña de trastos y jueguetes. Si está, la calma ya ha desaparecido del punto 3.
  8. El último recurso es el baño... Ahí ya se ejecuta el punto 3 con cierta mala leche.
Le volvemos a tener en la cama... y se vuelven a oir ruidos.
Le toca al otro la gimcana de búsqueda de niño por toda la planta superior. Suerte que nuestro pisito es más que pequeño y no tiene muchos recobecos en los que esconderse.

A la tercera ya empezamos a increparle desde el piso inferior y empiezan las amenazas...
A la cuarta empiezan a desaparecer los jueguetes con los que le amenazamos de tirar a la basura. En realidad no los tiramos pero ya hay un buen montón para regalar.. ¡Qué ruina de niño!
Quizá y con suerte, pasada hora y media ha caído rendido en la cama y tenemos un rato de relax.

Justo en ese momento es cuando se suele despertar la Princesita de su siesta y con más ganas de juerga que nunca. Ella no camina ni de puede esconder pero agota igual o más que su hermano.

Que ganas tengo de que se pasen los virus dichosos y podamos llevarles a la piscina a que se desfoguen. La playita queda para última hora del día, cuando el sol no nos achicharra vivos.

Sólo queda 1 día laborable.. ¡¡¡la semana que viene vuelve a la escuela de verano!!! Aunque sólo va por la mañana, no sé que les hacen que viene reventadito.

Lo que yo decía, que tendrían que considerarse servicio de primera necesidad a las escuelas de verano.


lunes, 8 de julio de 2013

Paranoias de madre


Supongo que todos tenemos nuestras paranoias y nuestros miedos. En general no soy una madre miedosa ni super-protectora. Sólo hay que ver las rodillas de mi Principito, siempre peladas, llenas de arañazos y morados de jugar como un cafre por cualquier parte.
Con la Princesita tampoco somos especialmente "cuidadosos", que el día a día curte mucho y así se inmunizan contra muchas cosas.. ¡jejeje! Ahora debe de parecer que la dejo tirada por cualquier parte y no le hago ni caso a la pobre. Tampoco es eso. No soy negligente pero tampoco obsesiva con ninguno de los dos.

No obstante hay algo que me supera y que nunca creí que podía llegar a generarme esta pánico continuo. Desde que el Principito asumió su independencia y empezó a correr cuál vaca sin cencerro por todas partes vivo en una angustia contínua. Sueño que le raptan, me asusto en cuanto le pierdo de vista, me dan taquicardias si está lejos y veo que alguien se le acerca con mala pinta; siempre pienso "Es que me lo roban en las narices y no llego a pillarle por mucho que corra" y eso me aterra.

Creo que tengo que dejar de ver las noticias y las pelis de sobremesa de Antena3 porque me están trastocando.

El colmo de los horrores para mí son los centros comerciales. Si al bullicio habitual le sumamos el inicio de rebajas, eso ya es para volverse loca del todo.
El Viernes, sin ir más lejos, tuvimos la gran idea de pasarnos por un centro comercial de MacroCity para comprar algunos regalitos de cumpleaños que teníamos pendientes en las próximas semanas. Mala idea... muy mala idea.. Estaba todo llenito de gente por todas partes, casi no podías andar -si a eso le sumas el carrito de la Princesita, avanzar era casi imposible-, todo el mundo iba estresado y a empujones... Esto último no lo entiendo. Se supone que comprar es una actividad que genera endorfinas y te pone de buen humor; no entiendo el nivel de mala leche que se gasta el personal en una tienda cualquiera en rebajas; se comportan como si les fueras a quitar un riñón si intentas acceder a alguna de las prendas que tienen en su campo de mira.

Pues ahí estaba yo, bloqueada con el carrito de la Princesita, intentando controlar al Principito entre tal bullicio de gente mientras mi Costillo se recorría la tienda buscando un jersei para su tío. Como la cosa pintaba mal, decidí que era mejor esperar fuera, en una especie de plaza central que hay con banquitos y esas cosas.
Todo iba bien; sentada en un banco con el carrito delante jugando con la Princesita mientras mi Principito saltaba del banco y por encima de mí con un ataque de hiperactividad incomprensible tras un largo día sin siesta ni nada.
De repente dejo de notar coces en mis riñones y no veo los rizos rubios al viento por ninguna parte.
Horror, pánico. ¿Dónde está? Me levanto para ampliar rango de visión y buscarle mejor. Al principio le llamo en voz alta mirando hacía todas partes.
No aparece por ningún sitio.
Empiezo a subir la voz cada vez girando a más velocidad buscando por todos los rincones.
No le veo en ninguna parte.
Empiezo a gritar al borde de las lágrimas corriendo arriba y abajo con el carrito arroyando compradores que no entienden mi estado de nervios.
No está.
Por un momento creo morir. Mi Costillo sale en ese momento de la tienda y me ve en medio de la plaza, llorando a moco tendido y buscando como una histérica.
No le vemos en ningún sitio y, aunque intenta mantener la calma, mi Costillo empieza a ponerse nervioso también.

Entonces, cuando ya estábamos buscando a un segurata para pedir ayuda, va el Principito y sale todo contento de debajo del banco en el que estábamos sentados "¡Mamá! ¡¡Me había escondido y no me has encontrado!!"
El pobre flipó un poco cuando me vió llorando, que corría hacía él y le abrazaba fuerte, fuerte.
¡Qué susto!

Le hemos dicho mil veces que no se esconda cuando estemos fuera de casa pero es un niño y solo quiere jugar. Esta vez sus juegos me ha costado 5 años menos de vida.

No quiero ni pensar cuando estas cosas me las hagan en tándem..

viernes, 5 de julio de 2013

Cómo ha cambiado el cuento


En mis tiempos mozos -cuando existía EGB y no se hablaba de períodos de adaptación al inicio del curso, ni de sextas horas, ni de reválidas, ni de pepnillos en vinagre- las fiestas de fin de curso eran una cosa hecha por y para los niños del cole. Normalmente era la despedida de los de octavo y se curraban sus discursitos, su mini ceremonia de graduación y sus recogidas de firmas y dedicatorias de todos esos compañeros a los que, probablemente, no volverán a ver.
En mi cole, al menos, se hacían siempre en horario escolar, uno de los últimos días de curso y sólo estábamos los niños del cole y los profes. Vamos, todo de lo más normalito. Algunos cursos hacían teatrillo, otros cantaban, otros bailaban y se hacía un bonito espectáculo de variedades infantil.
En ocaciones, si el presupuesto lo permitía, venía algún grupo de animación y a mediodía todo el mundo a casa.

Hoy en día parece que el cuento ha cambiado bastante y de aquellas fiestas de antaño solo queda el recuerdo. Hace un mesecillo escaso que fue la fiesta de fin de curso del cole de mi Principito y he flipado con el nivelón que se gastan. Lo que más me flipa es que están subvencionadas por el ayuntamiento.. ¿os lo podéis crees? Venga a recortar recursos y docentes y dan pasta para macro-fiestas de fin de curso escolares. Ver para creer.

Para empezar la fiesta es en Sábado y dura toooooooodo el día. Desde buena mañana ya están con partidos de fútbol y otros deportes. A mediodía pausa para reponer fuerzas. No obstante, el cotarro serio se monta por la tarde.

Resulta que la fiesta es abierta a todo el mundo, previo pago de entrada. ¿Qué queréis que os diga? Pagar entrada por ir al cole de mi hijo a una fiesta de fin de curso me parece raro. Eso sí, como sólo es 1 eurito por cabeza (los niños no pagan) pues tampoco se hace un escándalo, que buena falta le hace al cole algún ingresillo extra.

A partir de las 4 de la tarde la gente iba llegando. Al principio poco a poco (con el calor que hacía no era plan de estar allí a plena solana). Sobre las 5 ya había bastante gente pululando por allí y la cosa se animaba.

A modo de resumen, en la pista grande del cole había: un castillo inflable, tómbola, chiringuito de bebidas, barbacoa para los bocatas a la brasa, escenario y hasta una pequeña feria de artesania. ¡Impresionante!
Del bar, los bocatas y demás se encargaban los padres de los de 6º y la cola era considerable (no porque ellos no lo hicieran bien, sino por lo que tardaba la comida en estar lista cuando ya había volado todo por las hordas de preasolescentes hambrientos). Del bar es de donde más dinero se saca en la fiesta y, con el calor que hacía, las bebidas desaparecían en segundos.

Sobre las 6 empezaron las exhibiciones de las extraescolares: patinaje artístico, danza, el grupo de comedor y la coreografia de todos los niños que comen allí... Un no parar de actividades musicales por toda la escuela.
Cuando ya estaban todo cansaditos y sudaditos llegó el momento de la fiesta de la espuma. Cuando vi el programa pensé que hacerlo tan tarde era mala idea por el frío y demás pero, claro, viendo cómo habían acabado todos tras los bailes y demás, se agradecía el agua, la espuma y la juerga refrescante. Se pasaron una hora todos revolcándose por los suelos entre montones de espuma y perdiendo zapatos por el camino.
Tras el reboce general y estar todos bien pringaditos de espuma, tocaba que los mayores hicieran su baile estrella, una coreografia de toda la clase que levantó pasiones entre los padres de los susodichos. Eso sí, parecían todos sacados de Grease porque, tras el bañito de espuma, iban repeinados como si llevaran 1 kilo de gomina encima.
Luego llegó la hora de los discursos, los diplomas y los mayores subiendo uno a uno al escenario como en toda graduación que se precie.

Y para rematar, discotequilla y fuegos artificiales de cierre. Hasta las 11 de la noche estuvimos por allí. ¡Dios! ¡Qué agotamiento!

Ya digo.. nada que ver con mis tiempos.

jueves, 4 de julio de 2013

La Princesita Bidente

No, no me ha dado un ataque de analfabetismo ortográfico; no lo he escrito mal. Aún me queda alguna neurona sana y salva y es lo que pone, ¡la Princesita ya es Bidente! Vamos, que ya tiene 2 dientes.
Hace unas semanitas notamos algo rasposillo en la encía inferior y supusimos que en breve empezaría la dentición. Un buen dia, de golpe y sin previo aviso, nos sonríe enseñando ¡2 preciosos incisivos inferiores!

Ni que decir tiene que esos dientes tienen ya más fotos que unas vacaciones en el caribe. Y que el Whatsup ha echado humo de tanto enviar imágenes y mensajes chorras a todo quisqui con la gran noticia.

Hasta ahí todo alegría, algarabía y jolgorio.. pero claro, la que tiene que sufrir los recién estrenados dientecitos en sus carnes (y nunca mejor dicho) es aquí la menda.. Que ahora la peque ha decidido que la carne blandita del pecho de mamá es de lo más agradable para mordisquear mientras come. Pánico tengo pensando en que le salgan los incisivos superiores y pueda hacer pinza.. uuufff.....

Y no sé si es porque le hace gracia el recién hallazgo de dientecitos en su boca o que simplemente nos ha salido vacilona la niña, pero ahora se pasa media vida con la lengua fuera o haciendo pedorretas. Lo primero lo entiendo, nota como raspa algo en la encía inferior y se pasa el día pasándole la lengua por encima. Lo segundo no sé bien a qué viene; el Principito no empezó con las pedorretas hasta que no tuvo comida sólida en la boca para esparcir cuál gotelé por las paredes.

Esta semana está malita y nos deja dormir más bien poco. Hace un par de noches, tras horas llorando y sin dejarnos pegar ojo, por fin parecía que se estaba calmando y, cuando ya no podíamos más con nuestra alma -a eso de las 5 de la mañana- la peque empezó con la juerga y las pedorretas.. Porque es mi niña y la quiero con locura, pero es que ¡parecía que encima se estaba quedando con nosotros!
Venga risas, venga pedorretas.. toda una juerga con los papis al borde del colapso. Y si eso es cn 6 mesecitos de nada, cuando empiece a tener plena consciencia de sus actos, va a ser terrible.

El Principito está estusiasmado con los nuevos incisivos de su hermanita. Se lo cuenta a todo el mundo e intenta abrirle la boca para que los enseñe (momento en que ella, automáticamente, saca la lengua y no hay manera de ver nada). Hay que ir con un poco de ojo porque mi niño delicado y sutil no se puede decir que sea y, en una de estas, le descoloca la mandíbula inferior a base de abrirle la boca para lucir dientes.
Aunque tal vez pronto ya no sea necesaria la precaución. En un despiste del Principito mientras intentaba abrirle la boca, la otra le metió un mordisco que le dejó marcaditos los dos incisivos con total claridad.
Ni que decir tiene el cirio que montó el peque, que casi parecía que le había arrancado el trozo por como gritaba y lloraba. Ya digo yo que este niño tiene madera de artista y que hay que apuntarle a teatro a la voz de ya. Él y su amiguito DramaKing serían los reyes del mambo de la interpretación.

Si todo tiene su lado positivo..