Qué grande Quino |
O a un padre.. que viene a ser lo mismo; porque si yo me crispo en milisegundos con las maldades del Principito, su progenitor no se queda corto y parece que tenemos una competición para ver si salta antes.
Todo hay que decirlo, la pobre criaturita es, en general, bastante buenín pero, como todo hijo de vecino, tiene sus momentos temperamentales y, por desgracia para nosotros, ha salido con un temperamento de armas tomar. Vamos que, como dice su padre, los tiene cuadrados..
En el top ten de los desquicies maternos podemos encontrar -de forma mucho más habitual de lo que quisiera- las siguientes situaciones:
I. La leche con Colacao se le hace bola. Esto parece increíble, ¿verdad? Pues os juro que hay mañanas en las que dudo de si le he puesto leche o enjuague bucal en la taza. Toma un trago, lo pasea por la boca, hacia un lado, hacia el otro, ahora hace muecas, ahora pone cara de asco... más de una vez acaba atragantándose y escupiendo la leche. Ante este panorama matutino solo me queda la conclusión inicial: la leche se le hace bola.. es así de original mi hijo.
II. Las chaquetas son prescindibles. Es una pelea cada día para que se ponga la chaqueta al salir de casa. Da igual que esté cayendo la del pulpo, que haya nevado hasta en la playa o que tenga un resfriado del copón; la chaqueta ¿para qué? Y no sería un problema si no fuese porque no la coge pero monta en cólera cuando, ya en la calle, tiene frío. Que te entran ganas de decirle "¡Pues ahora te hielas, por tozudo!" pero puede más tu instinto de supervivencia maternal que no quiere tenerle con una pulmonía, sin cole y encerrado en casa todo el día.. así que acarreas con las chaquetas hasta que el señorito tiene suficiente frío como para querer ponérsela.
III. "No hace falta..." Aún no tenemos claro de dónde ha sacado la frasecita de marras pero nos tiene hasta el moño..
"Principito, ayuda a preparar la mesa"
"No... no hace falta"
"¡Y tanto que sí! ¡Ven!"
Normalmente suele claudicar al segundo o tercer "no hace falta" pero nuestros nervios ya están de punta para entonces. Ésto sirve para cualquier cosa que no le interese/apetezca hacer: ponerse los zapatos, ponerse una chaqueta, acabarse el desayuno, cargar con su mochila del cole, abrocharse el cinturón del coche.. Vamos, que una vez hasta te hace gracia.. pero cuando oyes la frasecita una media de 100 veces por día, como que saltas a la primera de cambio.
IV. Todo lo que decimos puede ser utilizado en nuestra contra. Esto viene a colación del punto anterior. Hay que ir con mucho cuidado con lo que se le dice porque lo asimila muy bien y sabe perfectamente cuando usarlo en tu contra. Un claro ejemplo
"Mamá, quiero jugar con el pompero en casa"
"No, cariño, dentro de casa no se puede"
"¡Y tanto que sí! ¡Dámelo!"
¿Os suena? Pues así con todo. Te desarma usando tus propias expresiones. Como cuando al 3er "no hace falta" le gritas que venga ya a preparar la mesa y te dice con voz muy tranquila "Mamá, así no se piden las cosas.. sin gritar y por favor.." En ese momento le estrellarías contra la pared.
Cuando su hermana llora y no le deja oir los dibujos, se acerca a ella y en tono súper condescendiente le suelta "Princesita, llorando no se consigue nada..."
Y pobre de tí que le digas que más tarde u otro día haréis algo que te ha pedido hacer.. Te lo va a estar recordando hasta el fin de los días -o de tu paciencia que acaba por claudicar y hacer lo que sea.
V. La diversión de los juguetes es directamente proporcional a su capacidad de expansión por toda la casa. Vamos, que más de una vez que tengo sacar muñecos del lavavajillas, coches de la lavadora y no me explico como llega a meter cosas al microondas (que está a la altura de mi cabeza).
Y si son piezas pequeñas, ¡más divertidos aún!
VI. La comida es el mejor proyectil que existe. El Principito, por suerte, es de muy buen comer y no solemos tener problemas a este respecto (a excepción del punto uno) Pero puede más su mal genio que su hambre y cuando la rabieta le pilla en la mesa... o somos raudos cuál linces para quitar de su alcance el plato, el vaso, cubierto, pan y/o cualquier otro proyectil en potencia o acabamos con un estucado de paredes de lo más artístico. Lo curioso es que esto lo hace desde que se queda a comer en el cole algún día... No puede quedarse con las cosas buenas de los otros niños, no..
VII. Los charcos son fuente infinita de diversión. A ver, que salte en los charcos, como todos los niños, se salpique un poco los pantalones y juegue a libre albedrío cuando lleva las botas de agua, vale. Ahora, saltar con zapatos bajos en charcos que le cubren el tobillo, hacer aquaplanning sobre el suelo del parque o usar su pelo cual fregona cabeza-abajo pues como que no... Que esto ya no me parece un juego normal y las manchas no hay quien las quite si con todo el oxy-action-cristal-white-energia-renovada-norainonaino del mundo. Luego, encima, cuando ya está bien rebozadito -y yo me he quedado sin voz de reñirle y gritarle en el parque que yo creo que como verdulera tengo futuro- le entra el frío y monta en cólera sin atender a razones.
Conclusión, si llueve, ha llovido, hay posibilidad de que llueva o han limpiado el parque, nos vamos directos a casa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario