viernes, 31 de mayo de 2013

¡Por fin es viernes!


"I don't care if Monday's blue, Tuesday's grey and Wednesday too; Thursday I don't care about you... ¡¡¡It's Friday, I'm in love!!!"
Me encantan The Cure pero reconozco que la escucha prolongada de su música te incita más a cortarte las venas que a bailar y saltar con ella. No obstante esta canción es diferente; me anima, me sube el ánimo (que buena falta me hace ahora mismo), me entran ganas de saltar, de bailar, de gritar.. Mira tu qué chorrada, ¿verdad?

Lo mismo me pasa con el "¿Qué puedo hacer?" de Los Planetas (otros cuya escucha prolongada es para cortarse las venas o desear darle un par de guantazos al tal Jota a ver si despierta y canta con un poquito más de energía..). Mi Costillo dice que para él esa canción tiene 2 comienzos. Como empieza a cantar justo cuando con la música cuesta reaccionar y siempre le pillo a media frase y, claro, la pongo al principio de nuevo para poder cantar a grito pelado convenientemente.

Pero el buen rollo matutino ha desaparecido nada más llegar a BohemiLandia y ver que la reunión para las vacaciones se pospone al Lunes y bla, bla bla. Mis neuronas usan toda la energía del buen rollo del trayecto para pillar un cabreo monumental y prepararse para contestar el mensaje del jefe. La neuronaBSO ya se ha puesto en marcha y viene con la mañana cañera "Voy a ser un tipo inteligente, ya no me la van a dar !nunca más! Voy a ser un poco impertinente y a caer un poco mal, sin faltar..." va sonando en mi cabeza mientras redacto mi respuesta.
Llega el resto del personal y el cabreo se hace extensivo -"Mi nombre es Legión, porque somos muchos, somos multitud.."- y cuando oímos la puerta del despacho del jefe mi cerebro ya está con Carmina Burana a toda leche visualizando hordas de soldados corriendo hacia la batalla (sí, es un poco dramático a veces..)
El jefe aparece en nuestra sala -"Si estás con nosotros, estás contra ellos, lo quieras o no ya no hay término medio"- y empezamos a argumentarle el por qué es importante fijar las fechas de una vez.
La cosa ya empieza mal porque cuando en los primeros minutos de conversación sale la frase "Yo soy el jefe y esas decisiones tienen que pasar por mí" ya sabes que alguien viene con los humos muy subidos y muy poquitas ganas de escuchar al personal -"Ser el rey del hormiguero no es motivo de envidiar, como si fuera el guarda del redil. Ven p'aca que parece que te has vuelto a confundir."- pero lo seguimos intentando aunque sea como darse cabezazos contra un muro.
Llega momento en que la discusión es absurda por definición; casi una hora discutiendo porqué en ese momento no podíamos discutir lo que estábamos discutiendo.. -"La cosa es fácil si la sabes llevar; vas de profeta con mucha inspiración y a mí esas cosas me joden un montón."- hasta que ha llegado el final de mi jornada y he salido de allí con todo el en aire igualmente y tal grado de mala leche encima -que porque soy una mujer pacífica que sino me lío a mamporros con alguien- que he acabado vomitando antes de llegar a la parada.

Ya entre las chonis verduleras y demás elementos que me acompañan en el trayecto, la neuronaBSO se ha ido relajando -"Pero hoy no nos queda ilusión y los sueños se pudren. Hoy ya no veo figuras si miro a las nubes. Hoy, que nos contaminaron con algo asqueroso. Hoy, con rencor, con poder, con dinero y con odio."- aunque en tono un tanto negativo.
A medio camino me he dicho ¡¡¡PERO SI ES VIERNES!!! y la cosa ha empezado a cambiar de tono -"Al cantar me suelo olvidar de todos los malos momentos; convertir en virtud defectos."- que esto solo es un curro y no sirve más que para pagar las facturas -"de pequeño me impusieron las costumbres, me educaron para hombre adinerado.. pero ahora ¡prefiero ser un indio a un importante abogado!"

Y he llegado a casa cantanto "Creí que me había equivocado. Luego pensé... Que estoy bien aquí, en mi nube azul , todo es como yo lo he inventado .Y la realidad...trozos de cristal ; y al final hay que pasar descalzo" y a la realidad ya me enfrentaré el lunes que ahora tengo un gran fin de semana para estar con mi familia.

¡Feliz Viernes!

jueves, 30 de mayo de 2013

Inquietud bohemia

Alta Tensión
http://josamotril.files.wordpress.com

Los bohemios están alterados. No sé si será la primavera, la llegada del buen tiempo, que ya ven las vacaciones a la vuelta de la esquina... pero la tensión se palpa en el ambiente.
Andan revueltos por los pasillos; mucho movimiento, mucho ajetreo, mucho cuchicheo. Algo se está cociendo y, para variar, no nos estamos enterando de nada. Luego pasará lo de siempre, las prisas, las carreras, todo para ayer..

No son sólo los bohemios los que están al borde del infarto por alta tensión. Nuestro departamento no se queda corto. Somos cuatro gatos pero esto parece un culebrón o una saga tipo Juego de Tronos en que todo son maquinaciones, confabulaciones y conspiraciones. Bueno, no lo son, pero es lo que parece. Entre los mindundis la cosa está tranquila pero las altas esferas parecen que tienen otros planes y, sinceramente, miedito me da pensar por dónde nos pueden salir ahora.

A estas alturas del año y aún no hemos conseguido fijar las fechas de la vacaciones. ¿A alguien le puede parecer normal? Todos los departamentos y todos los bohemios lo tiene cerradito desde hace meses.. nosotros aún seguimos con filosofías de trabajo, rumbo departamental y planificación de tareas para poder saber qué días tenemos disponible ¿Perdón??? Como si antes de vacaciones fuésemos capaces de acabar todo el trabajo acumulado que nos da para año y medio.
Y en esas estamos. No hay manera de conseguir una respuesta clara de nuestro queridísimo jefe:

 Nos: Queremos coger las vacaciones en estas fechas. Falta saber las tuyas para cuadrarlo todo.
 Jefe: Yo soy el jefe y estas decisiones tienen que pasar a través mio.
 Nos: Por eso te decimos las fechas y te preguntamos las tuyas.
 Jefe: Aún queda poner sobre la mesa las tareas pendientes.
 Nos: Pues todas las que ya sabes. No han cambiado y las tienes listadas. ¿Qué días coges tú?
 Jefe: Hay que hablarlo como equipo.
 Nos: Ya lo estamos hablando, ¿qué fechas has escogido tú?
 Jefe: Habrá que planificar las tareas antes de decidir los días.
 Nos: Decidimos los días y luego ajustamos las tareas a las fechas que estemos aquí. ¿Tus días?
 Jefe: Mañana hacemos una reunión para hablar del trabajo pendiente.
 Nos: Pero si todos sabemos lo que tenemos pendiente. Sólo falta saber qué días quieres tú.
 Jefe: Pues entonces quedamos mañana por la mañana.

He estado a punto de pedirle un destornillador, porque la sensación de impotencia e incredulidad es la misma.
No recuerdo un sólo año en que haya podido hacer las vacaciones en las fechas que quería/pedía/necesitaba. El año pasado tuve que hacer malabarismos con el Principito para encontrar quién se lo quedara la primera semana de agosto, con sólo un par de semanas de antelación. Y la semana que me marchaba aún quería que me quedara una más. Como la única opción disponible a mediados de agosto, con un niño pequeño a tu cargo y sólo 4 días para buscar canguro era traérmelo conmigo a trabajar, me dejó librar esos días como si me hiciera el favor del siglo.
No quiero ni pensar en la reunión de mañana. No soporto más ritmos de trabajo, filosofías y rumbos. Sólo quiero poder llegar a casa y decir "Costillo, tengo vacaciones de tal a tal" y punto.

Viendo el percal y la falta de transparencia, se avecina una buena. Los bohemios deben de estar montando un buen sarao y me da a mí que vamos a pringar y mucho (como siempre, dicho sea de paso).
Tal y como está el patio me veo estresada currando horas extra para cubrir el marrón que nos haya caído encima o bien estresada en la cola del paro pensando dónde leches encuentro trabajo ahora.

Y que con unas gastritis aún latente, no está mi estómago para seguir gestando úlceras.


miércoles, 29 de mayo de 2013

La fauna urbana..

http://www.conbici.org

Una siempre ha sido de casta humilde y he formado parte de la fauna urbana entre la que me sentía una más; una más que se pegaba el madrugón para coger el autobús para ir a la facultad, una más se acinaba en el metro para ir a trabajar, una más que pateaba por la calles a las 7:00 como si fuesen suyas.. Vamos, una urbanita en toda regla, todo cerca, todo al alcance de un par de paradas de metro.

Entonces nos mudamos a un pueblo a las afueras. A ver, no es que vivamos en una aldea dejada de la mano de dios, es un "pueblo" de 30.000 habitantes y con todos los servicios, pero un pueblo al fin y al cabo. No te das cuenta y de inmediato te acostumbras a las calles tranquilas, a los niños yendo solos al cole, a los juegos en el parque al acabar las clases, a las reuniones de placeta, a olvidarte el bolso 2 horas en un banco y que esté ahí al volver (esto más que por ser un pueblo fue pura chorra.. que no es normal en ninguna parte).
Así que, con el tiempo, te das cuenta de que te has vuelto más de pueblo que las patatas y, ¿qué queréis que os diga?, me encanta. Sin estrés, sin agobios, sin acinamientos, todo el mundo te saluda (como la madre del Principito pero eso es otra historia...), te involucras en las actividades del pueblo, coincides con el regidor de educación tomando un café y charlais cordialmente.. Vamos, algo impensable cuando vivía en la gran ciudad.
Y claro, te malacsotumbras muy, muy rapidito...
Y toca coger el coche para entrar en la MacroCity e ir a currar.. y el primer día que coges el coche y te das cuenta de que llegas con taquicardia y a punto de tener un infarto de lo loca que va la gente, la cantidad de coches que hay de repente -que han estado ahí siempre, pero ahora no estás acostumbrada a verlos- por todas partes, la mala leche que se gasta el personal de buena mañana.. Total, que por el bien de tu salud decides usar el transporte público.
Y toca coger el tren de buena mañana para entrar en la MacroCity e ir a currar.. y el primer día que subes al tren te das cuenta de que llegas sudando, mareada, agobiada y muy cabreada de ver lo loca que va la gente, la cantidad de usuarios de tren que viajan a la misma hora que tú -que siempre han estado ahí pero tú no cogías ese tren-, la mala leche que se gasta el personal de buena mañana... Total, que te planteas dejar de currar y que les den por saco a todos. Eso sería idílico pero la economía no lo permite. Así que buscas una "solución de compromiso".
Mi solución de compromiso es ir en coche hasta la entrada de la ciudad, justo antes del inicio de la caravana terrible y la mala leche matutina, aparcar en un barrio chungo y coger un transporte público minoritario que me deja en la puerta del curro.
Entonces descubres la calma, la tranquilidad y la comodidad de usar un transporte público en el que viajáis cuatro gatos.. ¡Pero qué cuatro gatos!

Años a era una más entre la fauna urbana y me sentía plenamente integrada.. Ahora mismo disfruto viendo la fauna con la que me mezclo cada mañana y hasta me sube la moral matutina. Que una sigue yendo con unas pintas que mi madre no considera de "señorita" ni de lejos (algunos días no tengo nada que envidiarle al cantante de Jane's Adiction) pero soy todo glamour en comparación.

Como ha he dicho voy en coche hasta una zona un tanto chunga, zona de guerra. La parte positiva, jamás de los jamases prondrán estacionamiento de pago (zona azul o similares) porque no hay controlador que los tenga tan cuadrados como ir allí poniedo multas. La otra ventaja, nunca ves un revisor en el transporte público (por el mismo motivo de antes, supongo) y no hay masificaciones en ningún momento.
Eso sí, a cambio compartes espacio con muchas "chonis verduleras" con las que te partes- son muy buena gente en realidad pero escandalosas y brutas hasta decir basta-, sus hijos "minichonis verduleros" -que ni el Principito en su peor día me monta tanto escándalo- y toda una serie de indiviuos de dudosa reputación y escasa higiene personal -que menos mal que somos 4 gatos porque si llega a ir lleno, éstos últimos serían mortales de necesidad..
Así, en un mismo trayecto te puedes enterar de que el "Rulas" se la ha dado a la Jenny, de que al "Petate" su vieja le ha corrido de la quely, de quien se lo ha montado con quien en Gran Hermano XXL, de cuánto cuesta el quilo de bragas en el mercadillo o a cuánto está el gramo de coca en el barrio.. Todo un sinfín de sabiduría popular. Todo eso destrozándote los tímpanos y abriéndose paso por encima de tus auriculares y tu música a volumen moderado. ¡Un festival!

Lo bueno de esta fauna es que están tan ensimismados que no prestan atención a ninguna otra forma de vida cercana asi que, mientras vayas a tu rollo y pases de todo, nunca tienes problemas. Eso sí, pobre de tí que le quites su asiento favorito a alguno u oses pedirles que bajen el volumen.. los pobres novatos incautos que suben de vez en cuando -y que reconoces cuál indefensas y atrevidas gacelas entrando en terreno de leopardos- salen despavoridos antes de su parada por no respetar las normas de relación de este ecosistema tan peculiar.

Y ¿qué os voy a contar? Cada día más choni me estoy volviendo.. que eso de mimetizarse parece que se me da bien. Porque luego llegas a casa y cualquier pollo que me monten el Princpito y la Princesita me parece nimio en comparación al nivel de decibelios que he soportado todo el trayecto.

A este paso en vez de Principito y Princesita serán el Jona y la Jenny..

lunes, 27 de mayo de 2013

Festival de virus...

http://naukas.com

Antes de independizarse, ponerse enferma era poco más que una molestia. Mami te hacía la comidita, te cuidaba y te mimaba mientras estabas tirada por casa en pijama todo el día y con la manta a cuestas.
Cuando te independizas la cosa cambia un poco. Si vives sola pues te toca pringar con las comidas y los horarios de las medicinas pero vas un poco a tu aire y es bastante llevadero. Que si un día no comes, tampoco pasa nada. Te puedes dejar caer por los rincones abrazada a tu manta y olvidarte de que existe un mundo entero allí fuera. Si vives en pareja pues intenta mimarte y cuidarte y estás casi como en casa con mamá pero con comida más mala, menos elaborada y mucho menos variada. Te da igual, te cuidan y te miman y te puedes dejar morir con tu manta.
Ahora.. en el momento que decides ser madre, todo se va al traste y ya no hay nadie que te cuide y te mime y te haga sopita de arroz; ahora eres tú la que tiene que cuidar y mimar y cocinar para todo el personal por muy malita que estés.

Todo esto viene al pedazo de virus gastrointestinal con el que mi Principito nos ha obsequiado a toda la familia. A principios de semana parecía que tenía algo de fiebre pero nada importante; no le prestamos más atención. Al día siguiente mi Costillo empezó a sentirse indispuesto pero creímos que era algo que había comido. Tiene el sistema digestivo en modo FFW y es impresiosante la velocidad a la que la comida ingerida es capaz de atraversarlo en tiempo récord, así que los virus siempre suelen afectarle al intestino -nada permanece suficiente tiempo en el estómago.. será por eso que come tanto y está tan delgado- al contrario que a mí, que siempre me pillan al estómago -mi caso es todo lo contrario, 12 horas después de comer soy capaz de vomitar la comida como si la acabase de ingerir, en serio, me ha pasado.

Entonces llegó la noche del miércoles al jueves y empezó el festival en toda la casa.

Durante el día ya quedó claro que el pobre Costillo no tenía una simple indigestión y que la cosa pintaba mal. Yo empecé a sentirme febril por la tarde y el panorama se puso feo. Pero cuando el Principito dijo que no quería cenar -y eso que había su pescado favorito- y que se quería ir a dormir, ya dimos la voz de alarma.. iba a ser una noche movidita.
Y así fué. El problema de ser la "reina madre" es que da absolutamente igual lo malisima que estés tú, tienes que cuidar a tus bástagos que aún son pequeños e indefensos para hacerlo ellos solos. Noche de vómitos, cambios de sábanas, cambios de pijama, duchas de urgencia, peleas por el baño.. Cuando sonó mi despertador a las 6:15 de la mañana para ir a currar estaba intentando contener los vómitos en el tercer cambio de sábanas del Principito y la Princesita berreaba en la otra habitación. Al verme en el espejo del baño empecé a dudar de si me había contagiado una gastroenteritis o el cólera directamente.. Estaba claro que no iba a ir a trabajar.

A primera hora nos dirijimos la familia al completo al CAP para que nos visitasen de urgencia. Primero nos tocó a los adultos. La enfermera de urgencias ni siquiera se planteó pasarnos al médico "Eso con dieta blanda y buena hidratación son un par de días". Según ella un antibiótico sería peor para el intestino -eso puedo entenderlo- y no hay que cortar las diarreas porque eso es que el cuerpo necesita limpiarse y deshacerse de lo que le molesta (señora, que parece que le molesta todo porque no retiene nada de nada..) Así que para casa con dieta blanda, paracetamol y acuarius..
El pediatra nos debío ver la cara de muertos vivientes y se apiadó de nosotros. Nos dió jarabe para los vómitos, paracetamol para la fiebre y un compuesto de fibra que va bien para "espesar" la diarrea.

Todos para casa a morirnos de asco con el arrocito blanco, el pollo a la plancha y acuarius en vena; lavando sábanas y pijamas a toda velocidad porque se acababan las reservas; cambiado de ropa a la Princesita en cada cambio de pañal -y más de una vez no sólo a ella- y metiéndola en la bañera cuando ya no había por donde cogerla.

Así de maravilloso ha sido el fin de semana. Los peques ya están como una rosa y el Principito hoy ha ido al cole tan fresco. Mi Costillo y yo aún estamos convalecientes pero empezamos a parecer personas. Eso sí, gracias a los recortes, las reformas y la madre que los parió a todos, a mí me han quitado los complementos a las bajas, es decir, que 3 días de baja implican 3 días sin sueldo, luego sólo el 50% y así.. Como nuestra economía no está para tirar cohetes desde que mi Costillo no trabaja, pues hoy estoy aquí, al pie del cañón, hecha una piltrafa pero presente.

Creo que me voy a pasear por recursos humanos y dirección a ver si les contagio el ébola este que llevo a cuestas como agradecimiento a los recortes...

Sinó... siempre podría quemar el edificio...

¡Qué malos son los lunes!

viernes, 24 de mayo de 2013

La popularidad principesca

www.desmotivaciones.es

Yo siempre he sido una persona de moderación, nada de extremos en ningún aspecto vital de mi vida. Así, por ejemplo, nunca fui una persona especialmente popular; tenía mis amigos, mi círculo de relaciones y mi vida tranquila y sosegada con cierta ignorancia social. Vamos, lo que supongo es la vida de la mayoría de la gente. Ni en el colegio ni el en instituto ni en la facultad había esos grandes iconos de popularidad típicos de la pelis y series estadounidenses.

No obstante ahora me encuentro que el Principito va por el camino del capitán de béisbol o del quaterback del equipo, en lo que a popularidad se refiere. La verdad es que me pilla un poco por sorpresa la situación y no sé muy bien cómo manejarla.
La verdad es que me mola mucho el que tenga cierta madera de líder y sea persistente cuando quiere algo. Hasta ahí bien. Es la parte de zalamería y desenvoltura social la que me tiene más descolocada.

Tenemos una plaza de garaje en el edificio del mercado municipal. Eso implica que, cada vez que entramos o salimos con el coche, nos atravesamos el vestíbulo del mercado hasta el ascensor. En esos trayectos el Principito ha cogido la costumbre de salir corriendo y adentrarse como un loco en el mercado, haciendo un rally entre todas las paradas. Como no hay ningún peligro -el mercado no tiene otra salida que la puerta por la que entramos y es bastante pequeño como para que no se me descontrole demasiado- le dejo hacer y voy con calma a buscarle. Tal cual entro por la puerta, los tenderos me van diciendo "El rubio va por el segundo pasillo" o "Hoy ha dado la vuelta por la charcutería". Al principio flipaba un poco porque no sé si es que tengo cara de madre desastrosa que pierde niños con facilidad y todos dan por sentado que el niño perdido es mío. El caso es que con el tiempo te acostumbras y vas siguiendo la indicaciones que tan amablemente te dan.
Entonces llega el día en que el peque se despista un poco y oyes como le dicen "Principito, que tu mamá está por allí". Aquí empecé a pensar que tengo que dejar de gritar como una loca porque todo el mundo ya se ha aprendido su nombre, pero no recuerdo escenas de "verdulera" en el mercado, la verdad.
Y la cosa va a peor.. y un día te aparece con palitos de pan, un dulce, algo de fruta... y ves que ya se está haciendo muy amigo de los paradistas. Por suerte no tiene alergias y es de buen comer, así que tampoco me molesta que le mimen un poco.
Pero el colmo de los colmos es cuando vas sola a comprar algo un día cualquiera a una de las paradas -que yo juraría que no había visitado nunca- y el vendedor te suelta algo como "Esas no, a tu Principito le gustan más éstas" ¿¿Perdón?? ¿Cuándo ha venido mi niño de 3 años a comprar solo al mercado?? ¿Cómo puede ese buen hombre saberse los gustos del peque?? Te quedas con cara de lerda y no sabes muy bien cómo reaccionar.

Y así con todo. Por la calle le saluda gente y no tengo ni idea de qué le conocen (por supuesto indago y suelen ser: comedor, piscina, extraescolar, mercado...) En la puerta del colegio soporto comentarios de las otras madres del tipo "¡Ah! Así que tu eres la mamá de Princpito, es un encanto tu hijo bla, bla, bla" y alucino porque yo voy cada día a buscar a mi niño al cole y no sé en qué momento se relaciona con las madres de los compañeros sin que yo me entere.

En el cole le conocen los maestros, los niños y niñas mayores, el director (esto ya me preocupa más) y hasta la portera le llama por su nombre.
Sus dos más mejores amigos se pelean por él en el parque y montan unas escenitas de aúpa. DramaKing, un niño enorme que le saca media cabeza a mi Principito -pero que es un bonachón y muy dado a las escenificaciones dramáticas- y Florecilla, una niña muy risueña y muy poquita cosa pero que está sacando un carácter muy temperamental -supongo que para igualar la balanza con los otros dos brutotes con los que juega.

Total, que de vivir en mi pequeña burbuja de ignorancia social, he pasado a ser muy conocida en el pueblo como "la madre del Principito". Y no es que me moleste que sepan que soy su madre, es que me pasé toda la infancia siendo la hija de, en el cole era la hermana de y ahora que tenía mi espacio propio, he vuelto a pasar al anonimato convirtiéndome en la madre de.
Y seguro que ser la madre del Princpito empieza a ser molesto en la adolescencia cuando esas madres y esos padres que ahora le miran sonriendo afablemente vean en él a a bestia que quiere robarles a sus niñas.. Ya veremos porque como siga en este plan me da a mí que va a ser un pequeño Don Juan.

jueves, 23 de mayo de 2013

Sexismo forzoso


Hoy en día nos vanagloriamos de ser muy modernos, de mente abierta y muy liberales. Sí, sí.. todo muy bonito y aparente. Hasta que nuestro hijo/hija quiere jugar o hacer algo que históricamente o socialmente se considera propio del sexo opuesto.
El problema suele ser peor cuando un niño quiere jugar a/con cosas de niñas. Muchos padres no lo llevan bien y se les pasa por la cabeza que si les dejan hacer eso van a favorecer el afeminamiento de la criatura. Valiente tontería. Si tu hijo es afeminado, va a serlo jugando al fútbol o a muñecas, ¿qué más dará?
La verdad es que me parece un poco absurdo forzar el juego o el comportamiento de los niños cuando están creciendo y en plena fase de juego de imitación; o simplemente cuando les apetece jugar con algo nuevo o distinto. Total, acabaran haciendo lo que les venga en gana quieran o no sus padres.

Luego una acaba presenciando muchas situaciones ciertamente graciosas con esos comportamientos.
Llegas al parque y todos los niños y niñas están jugando con sus bicis, patinetes, motos o lo que toque. La mayoría de los juguetes de niña son de color rosa y los de niño azules, verdes, rojos..
¿Qué acaba pasando? Que tienes a 3 niños peleándose por la moto rosa de la Hello Kitty mientras las niñas disfrutan de los patinetes del Rayo McQueen. Hasta aquí ningún problema. Entonces aparece un padre (pocas veces es una madre que creo que pasamos más del tema en general) y le dice a su hijo (pocas veces es a una hija que parece que se les presiona tanto) que esa moto es "de niña" y que él no puede jugar con ella. El niño le mira con cara de no tener ni idea de lo que le está diciendo y sin intención de soltar la parte de moto que había pillado para no perder su posesión sobre ella. El padre insiste; el niño se resiste y el padre acaba sacándole de allí un poco a la fuerza. Los otros dos niños ven un competidor menos y salen por piernas con la moto intentando subirse los dos a la vez. El primer niño llora desconsolado mientras ve alejarse su objeto de deseo y sus posibilidades de jugar con la moto esa tarde.

Otra tarde, los niños llegan al parque con sus balones, coches, juguetes diversos y varias niñas se presentan con carritos de muñeca, todos ellos rosas y preciosos. ¿Qué acaba pasando? Varios niños se pelean por pasear las muñecas en el carrito por el parque mientras las niñas juegan en los columpios o a cualquier otra cosa. Y de nuevo aparece un padre que, con toda su buena intención, intenta convencer a su hijo de que jugar con muñecas y empujar carritos es cosa de niñas. Y aquí sí que me pregunto yo ¿es que esos padres nunca han empujado el carrito de sus hijos? ¿No pueden entender que es un juego de imitación y que posiblemente sus hijos les han tomado a ellos como ejemplo? Bueno, la historia se repite y acabas con varios niños llorando porque no pueden jugar con carritos.
De hecho, a mi Principito le encantan los carritos y las muñecas y, para evitar peleas en el parque, hace siglos le compramos uno para él (que estaba de súper-oferta y nos costó 4 duros). Cuando los padres de los amiguitos de la guardería le vieron aparecer con el carrito rosa y la muñeca a juego más feliz que una perdiz, nos pusieron de vuelta y media diciendo cosas como "En mi casa jamás entraría un juguete así" (eso se lo decían a mi Costillo como cuestionando su hombría sobre el tema)
Pues bien, sus queridos hijos que jamás de los jamases jugarían con muñecas, acosaban al mío para quitarle su recién estrenado juguete y se acabó armando la de san quintín en el parque. Mi Principito es chiquitín y parece un querubín pero los tiene muy bien puestos y se sabe defender.. así que les dejamos resolver sus diferencia sin interferir -para desquicie de los demás padres que no querían tener que admitir que sus hijos se morían por jugar con la muñeca rosa.

Y, ¿qué queréis que os diga? Yo me lo paso en grande jugando a las cocinitas (sí, también tiene una y le encanta), a las muñecas o pintándole las uñas con brillo (que luego orgulloso luce ante todo el mundo y ya nos miran con cara de condescendencia pensando que no tenemos remedio). Y me parece una chorrada prohibirle a mi hijo que se pinte las uñas (que sí, que no se las voy a poner de color ni nada, pero le hace ilusión cuando ve que me las pinto yo) pensando que eso le va a afeminar cuando luego se dedica, con esas mismas manitas de manicura, a escarbar hoyos, hacer barro, tirar piedras, subir a árboles, hacer peleas de pressing-catch, lanzar pelotas, jugar con coches y destrozar mil cosas a su paso. Si eso es afeminarse.. no quiero pensar cómo se comportar los niños "masculinos"..

Quizás es porque de pequeña yo siempre quería jugar con coches y siempre me regalaban muñecas y eso me ha traumatizado (por suerte no al nivel de la bicicleta) o porque creo que simplemente se puede respetar el juego de un niño si imposiciones sexistas, absurdas y bastante arbitrarias.
Y seguro que mi Principito tiene un gran dilema si le haces escoger entre su muñeca favorita o su coche preferido. Por suerte no tenemos ninguna intención de hacerle escoger.

martes, 21 de mayo de 2013

Viajar con la monarquía

http://escapadasenfamilia.com

Viajar con niños siempre es, cuanto menos, incómodo. No obstante hay que hacer una mención especial a cómo se lo curran en los aeropuertos y aviones para hacerte la vida un poquito más difícil de lo que ya es de normal.

El primer viaje en avión con descendencia fue cuando el Principito tenía sólo un par de meses. La logística cuando en el viaje van 2 adultos y un bebé es complicada pero asequible. Así que me envalentoné y cuando el peque tenía sólo 6 meses me fui yo solita a visitar a mi hermana. A priori todo parecía controlado: niño en el carrito, maleta facturada, tiempo de sobras y un par de horas de avión por delante. Nada que no se pueda sobrellevar con buen ánimo. Hasta que llegas al aeropuerto, toda dispuesta a tener un buen viaje y empiezan las complicaciones:
  • Facturación: A la señorita del mostrador se le antojó que no podía llevar la bolsa del carrito como equipaje de mano y tuve una árdua discusión con ella para que me dejara en paz y poder acarrearla como mejor me pareciese. Eso sí, tuve que demostrarle que mi bolso cabía dentro (a presión y sin cerrar bien la bolsa pero cabía)
  • Control: Aquí la odisea se convirtió en martirio total. Había, para variar, una cola del copón para pasar el control. Yo había ido con tiempo de sobras pero la discusión de facturación y la pedazo de cola hicieron mella en el margen calculado. La secuencia una vez llegada al control fue la siguiente:
    • Pongo todas mis cosas en una bandeja
    • Saco al niño del carrito
    • Con una sola mano intento plegar el carrito (entonces me dí cuenta del mastondóntico carrito que teníamos)
    • Pongo mis cosas en la cinta
    • Intento subir el carrito a la cinta y me dicen que nanai. Que los carritos tienen que pasar por otra cinta.
    • Cojo mi bandeja de pertenencias y me dirijo a la otra cinta. Aquí me dicen que sólo el carrito, que el resto de cosas por la otra cinta (¡qué más dará!)  
    • Pongo el carrito en la cinta y me dirijo a la primera de nuevo, bandeja en mano.
    • Paso por el arco con el bebé en brazos. Pitamos.
    • El segurata se queda a mi niño en brazos y me hacen pasar otra vez. Ya no pito.
    • Me dicen que le tengo que quitar las botas ortopédicas al niño para pasar el control pero llevo un certificado médico que dice que no se las puedo quitar y, ¿dónde está? En la otra cinta con el carrito.
    • El de seguridad se queda mis cosas y voy a por los documentos. Intento montar al peque en el carrito para no ir tan agobiada pero resulta que no puedo entrar el carro en la otra zona (¡manda huevos!) 
    • Niño en brazos, papeles en mano y sudando como un pollo llego de nuevo al primer segurata que mira los papeles y le pasa el detector manual a mi niño (¡no vaya a llevar una bomba en el pañal!)
    • Cuando ya me creo libre, un vuelta de tuerca más: me tengo que quitar los zapatos por "inspección aleatoria de pasajeros". ¿Aleatoria? ¡¡Y un carajo!!
    • Me quito los zapatos, paso el control y me los vuelvo a poner como buenamente puedo con el peque en brazos y el segurata diciéndome que no puedo dejar las cosas en la cinta.
    • Cojo todas mis cosas como puedo y vuelvo a la segunda cinta a recoger el carrito, montar al niño y soltar todos los trastos que llevo encima. 
    • Entonces es cuando el buen hombre me dice que no puedo pasar líquidos y que llevo un frasco grande en la bolsa del carrito. ¡Pues claro! Es la leche para el niño, el pobre tiene que comer. Pues me hicieron abrir el biberón y hasta darle un sorbo para que se convencieran de que era leche ¡Hay que fastidiarse!! No tendrán nada mejor que hacer que tortura a una madre que viaja sola.
  • Aeropuerto: Bastante justa de tiempo empiezo a correr hacía la puerta de embarque porque oigo la llamada de mi vuelo por megafonía. Como no podía ser de otra manera, me toca la puerta que está en el quinto pino y me tengo que recorrer tooooodo el aeropuerto en tiempo récord para que no me dejen en tierra. Por suerte llego justo cuando abren el embarque.
  • Puerta de embarque: me dirijo a la entrada preferente para carritos y sillas de ruedas y me montan un escándalo toda la gente que había en la cola, ¡como si me estuviese colando y les fuese a quitar el sitio! La chica de la puerta me recrimina que llego justa y que "hay que ser más previsora cuando se viaja con niños.." No le parto la cara porque todavía me echarían del avión pero, con sonrisa muy forzada, le digo que llevo más de 2 horas en el aeropuerto intentando pasar los controles y llegar a tiempo. La jauría de la cola está montando en cólera por momentos.
  • Avión: consigo llegar a la puerta del avión y, por primera vez desde que entré en el aeropuerto, un muchacho se apiada de mí y me ayuda a plegar el carrito mientras sujeto al niño. Se lo llevan a la bodega (al carrito, no al niño) y puedo entrar al avión. Conforme va entrando el resto del pasaje despotrican sobre mi caradura por colarme (¿la gente está en sus cabales?)
  • Vuelo: 2 horas encerrada en un avión con un montón de gente hostil y un bebé de 6 meses que no tiene su mejor día... Creo que nunca se me ha hecho tan largo un viaje.
  • Llegada: Dejo que todo el mundo baje del avión y pueda salir tranquilamente. En la puerta me espera un chico muy amable con mi carrito y me vuelven un poco los ánimos y el buen humor.
    Por desgracia esta parte tiene una variante, con las compañías como vueling, que no te traen el carrito a la puerto y tampoco a la cinta del equipaje y vuelves a montar el pollo como en el control yendo de cinta a cinta para recoger tus pertenencias con el peque en brazos y muy poquitas ganas de volver a coger un avión hasta que éste vaya a la universidad.
Hace poco descubrí el AVE. Vamos, que descubrirlo ya lo había descubierto pero nunca lo había usado y menos con niños. ¡Qué maravilla! ¡Qué tranquilidad! No me vuelvo a acerca a un aeropuerto.

viernes, 17 de mayo de 2013

Cómo desquiciar a una hija

Tira de Mafalda
Mi padre es un hombre tranquilo, de pocas palabras y un gran sentido del humor. Mi madre es una mujer adorable y entrañable que se desvive por todo el mundo a todas horas. A ambos les quiero mucho, eso hay que dejarlo claro porque luego pareceré una hija desnaturalizada y no es así.

Como en todas las famílias, todos tenemos nuestros más y nuestros menos pero los padres tenemos esa gran capacidad para sacar de quicio a los hijos continuamente. Y no es que lo hagamos con mala intención, es que nunca tuvimos hijos a los que educar antes.. y se hace lo que se puede con los recursos disponibles.

Dicho esto, hay una serie de comportamiento parentales que te sacan de tus casillas en milisegundos y que, como no podía ser de otra manera, mis padres han dominado a la perfección. Una pequeña muestra de la ideosincracia de nuestra relación.

I. Mi madre habla mucho. Pero mucho es mucho, a todas horas, sin parar. No es una exageración, mi madre es el "bajo continuo" de nuestra vida familiar. No es capaz de callar ni un segundo. Todo lo que pasa por su cabeza sale inmediatamente por su boca.. lo que genera gran cantidad de situaciones incómodas y comentarios que pueden ser hasta ofensivos. No sabe pensar para sí misma; está ella sola y vas oyendo como relata todo lo que va pensando. Increíble, en serio. Y desquiciante también. Con el tiempo te acostumbras y acabas por ignorar ese sonido, cosa que te lleva a no hacerle nunca ni caso a la pobre cuando te dice algo.

II. Mi padre no habla. Tiene sentido teniendo en cuenta el apartado anterior. ¿Cómo vas a hablar si ella nunca hace una pausa? Pero tan acostumbrado está a no decir nada y a que ella hable por todos que mantener una conversación con él es peculiar y deja de contestar en cualquier momento.

III. Mi padres no escuchan y luego reinterpretan la realidad. En el caso de ella es una claro y enorme problema de atención. Va a su rollo con su conversación y no presta atención a lo que pueden tener que decir los demás -es complicado escuchar cuando siempre estás hablando- en cualquier momento. En el caso de él supongo que viene a colación del punto I.. se ha acostumbrado tanto a tenerla hablando que ha acabado por anularnos a todos los demás en el mismo pack.
Ésto genera situaciones absurdas:
    Yo: Vamos a ir a un parque de atracciones todos con los niños, ¿os saco entradas también?
    Ellos: Si, claro. Nos quedamos con los niños cuando no puedan subir y damos un paseo.
    Yo: Por los niños no te preocupes. También hay espectáculos, podeis ir con calma
    Ellos: Perfecto.
Llega el día en cuestión.
    Yo: Mañana quedamos a las 10:00 que vamos al parque de atracciones.
    Ellos: Nosotros no, que no nos subimos en nada...
    Yo: ¿Cómo que no?? Si os pregunté un montón de veces y ya tengo las entradas.
    Ellos: ¿Y acaso te dijimos que sí??
    Yo: ¡¡¡Siiiiiiiiiii!!!
Luego hablan con algún amigo a alguna de mis tías:
    Ellos: Nada, mi hija que nos hace ir a un parque de atracciones con ellos para quedarnos con los niños aunque ya le dije que no nos subimos a nada.
Para matarlos.

IV. Para ellos peinarse es sinónimo de alisarse el pelo. Tanto una de mis hermanas como yo tenemos pelo rizado. En mi casa el pelo rizado está muy mal visto. Bueno hablando con propiedad, nuestro pelo rizado está muy mal visto. Tenemos un trauma capilar de toda la vida. Mientras éramos pequeñas y manejables, mi madre nos cepillaba hasta la saciedad y nos recogía el pelo en colas de caballo bien tensas -que ríete tu del lifting de la Lomana- para mantenernos peinadas.
Con el tiempo descubres la espuma y decides dejarle un poco de espacioa tu melena y que exprese sus rizos libremente sin coacción ni tirones y, día tras día, durante años, acabas teniendo estas conversaciones:
    Padre: Te peinarás antes de salir, ¿no?
    Yo: Ya me he peinado.
    Padre: Pues vaya peinado que llevas, todos los pelos locos por ahí
Habla poco el jodío pero cuando lo hace no veas. Una vez me harté tanto que me corté el pelo mucho, mucho, mucho.. Lo único que dijo mi padre al verme sin melena fue:
    Padre: Al menos, ¿te pondrás pendientes para que se vea que eres una chica?
Con mi madre la cosa no es mucho mejor.
    Madre: Pásate el peine.
    Yo: No que se me escrespa todo el pelo.
    Madre: No mujer, el de púas anchas que es para pelo rizado.
    Yo: Que no, mama.. que ya lo he probado más de una vez y se me encrespa el pelo.
    Madre: ¡Aaaaiiii! -suspiro- con lo arregladitas que van las chicas que veo por la calle y pienso que así podrían ir mis hijas..
    Yo: Siii.... y con lo calladitas que van sus madres..
En casa sólo se peina mi hermana la que tiene el pelo liso. No sé cómo sobreviví a la adolescencia sin raparme al cero.

V. En mi casa se come todo, aunque no te guste, aunque acabes vomitándoselo a tu madre encima. Da igual, si hay habas con hígado a comer y a callar (y a vomitar un poco también..)
Eso sí, en conseguir que mi madre probara una pizza fué una odisea e intentar que le de una oportunidad al sushi es misión imposible.
En cambio ahora la cosa cambia y "pobrecito Principito, si no le gusta la pasta le hago arroz.." ¿Perdón?? ¿Otro plato? ¿Menú a la carta? ¿Qué es esto y qué han hecho con mis padres?? Si le compran huevos Kinder, galletas tostarica y nocilla.. ¿Cuándo se han visto semanjantes manjares en mi casa? Está claro que ser abuelos les transtorna. No me habré ido veces al colegio sin comer porque había acelgas y no soporto ni el olor. ¡Cómo cambian las cosas!

VI. Hagas lo que hagas, va a estar mal. Un ejemplo. Yo me fuí de erasmus cuando aún existía el famoso Europa15 que te permitía hablar 15 minutos al día con el extranjero con tarifa plana. Así que cada día mi madre llamaba diligentemente. Muchas veces la conversación era algo:
    Ella: ¿Qué haces hoy?
    Yo: Acabar unos ejercicios que tengo que entregar mañana.
    Ella: ¡Ai, nena! ¿Y no sales? ¿No tienes amigos?
    Yo: Si, mamá, pero no voy a estar todos los días fuera a todas horas..
Días después:
    Ella: ¿Qué haces hoy?
    Yo: Voy con unos amigos a una fiesta.
    Ella: ¡Ai, nena! ¿Y no estudias? A ver si al final suspenderás..
Total.. que da igual que diga, siempre está mal.. Así con todo: si lees porque estás todo el día tirada con el libro sin hacer nada, si no lees porque se te va a secar el cerebro de no usarlo; si comes porque te vas a poner muy gorda, si no comes porque vas a enfermar...

VII. Las bicicletas son para otros. Jamás de los jamases conseguí tener una bicicleta. Ni yo ni ninguna de mis hermanas. La pedíamos cada año, para reyes, cumpleaños, santos... lo que fuera. Lo más que conseguí fueron unos patines -que sí, que molan mucho pero no es lo mismo. Veías a todos los demás niños con sus bicis por la plaza, el parque, cuando íbamos al pueblo... Nada, las bicis siempre eran para otros.
Total, que el trauma es de órdago y, ahora ya mayores, mis padres pueden comprar lo que quieran a los nietos excepto bicis. ¡Prohibidas! Las bicis que se las compren sus padres. Es motivo de desherencia y gran disputa familiar.
De momento a mi Principito le han regalado unos patines..

VIII. Las vacaciones son para ir al pueblo. Que, a ver, cuando tienes 3, 4, 5 años es genial: todo el día jugando en la calle, sin horarios, sin peligros, sin rutinas.. un paraiso infantil. Ya con 10, 11, 12 empieza a ser un coñazo de cuidado. A partir de los 13 un infierno adolescente. Por fin a los 16 consigues que te dejen en casa y se vayan sin tí.
Los viajes de 12 horas en coche eran mortales. Escuchando una y otra vez las cintas de pasodobles de mi padre -que si almenos tuvieran letra serían soportables- y las rancheras de mi madre.
Ahora hasta lo recuerdo con cariño y ternura pero entonces era un martirio impresionante.

jueves, 16 de mayo de 2013

Cómo desquiciar a una madre (vol. I)

Qué grande Quino

O a un padre.. que viene a ser lo mismo; porque si yo me crispo en milisegundos con las maldades del Principito, su progenitor no se queda corto y parece que tenemos una competición para ver si salta antes.

Todo hay que decirlo, la pobre criaturita es, en general, bastante buenín pero, como todo hijo de vecino, tiene sus momentos temperamentales y, por desgracia para nosotros, ha salido con un temperamento de armas tomar. Vamos que, como dice su padre, los tiene cuadrados..

En el top ten de los desquicies maternos podemos encontrar -de forma mucho más habitual de lo que quisiera- las siguientes situaciones:

I. La leche con Colacao se le hace bola. Esto parece increíble, ¿verdad? Pues os juro que hay mañanas en las que dudo de si le he puesto leche o enjuague bucal en la taza. Toma un trago, lo pasea por la boca, hacia un lado, hacia el otro, ahora hace muecas, ahora pone cara de asco... más de una vez acaba atragantándose y escupiendo la leche. Ante este panorama matutino solo me queda la conclusión inicial: la leche se le hace bola.. es así de original mi hijo.

II. Las chaquetas son prescindibles. Es una pelea cada día para que se ponga la chaqueta al salir de casa. Da igual que esté cayendo la del pulpo, que haya nevado hasta en la playa o que tenga un resfriado del copón; la chaqueta ¿para qué? Y no sería un problema si no fuese porque no la coge pero monta en cólera cuando, ya en la calle, tiene frío. Que te entran ganas de decirle "¡Pues ahora te hielas, por tozudo!" pero puede más tu instinto de supervivencia maternal que no quiere tenerle con una pulmonía, sin cole y encerrado en casa todo el día.. así que acarreas con las chaquetas hasta que el señorito tiene suficiente frío como para querer ponérsela.

III. "No hace falta..." Aún no tenemos claro de dónde ha sacado la frasecita de marras pero nos tiene hasta el moño..
    "Principito, ayuda a preparar la mesa" 
    "No... no hace falta" 
    "¡Y tanto que sí! ¡Ven!"
Normalmente suele claudicar al segundo o tercer "no hace falta" pero nuestros nervios ya están de punta para entonces. Ésto sirve para cualquier cosa que no le interese/apetezca hacer: ponerse los zapatos, ponerse una chaqueta, acabarse el desayuno, cargar con su mochila del cole, abrocharse el cinturón del coche.. Vamos, que una vez hasta te hace gracia.. pero cuando oyes la frasecita una media de 100 veces por día, como que saltas a la primera de cambio.

IV. Todo lo que decimos puede ser utilizado en nuestra contra. Esto viene a colación del punto anterior. Hay que ir con mucho cuidado con lo que se le dice porque lo asimila muy bien y sabe perfectamente cuando usarlo en tu contra. Un claro ejemplo
    "Mamá, quiero jugar con el pompero en casa" 
    "No, cariño, dentro de casa no se puede" 
    "¡Y tanto que sí! ¡Dámelo!"
¿Os suena? Pues así con todo. Te desarma usando tus propias expresiones. Como cuando al 3er "no hace falta" le gritas que venga ya a preparar la mesa y te dice con voz muy tranquila "Mamá, así no se piden las cosas.. sin gritar y por favor.." En ese momento le estrellarías contra la pared.
Cuando su hermana llora y no le deja oir los dibujos, se acerca a ella y en tono súper condescendiente le suelta "Princesita, llorando no se consigue nada..."
Y pobre de tí que le digas que más tarde u otro día haréis algo que te ha pedido hacer.. Te lo va a estar recordando hasta el fin de los días -o de tu paciencia que acaba por claudicar y hacer lo que sea.

V. La diversión de los juguetes es directamente proporcional a su capacidad de expansión por toda la casa. Vamos, que más de una vez que tengo sacar muñecos del lavavajillas, coches de la lavadora y no me explico como llega a meter cosas al microondas (que está a la altura de mi cabeza).
Y si son piezas pequeñas, ¡más divertidos aún!

VI. La comida es el mejor proyectil que existe. El Principito, por suerte, es de muy buen comer y no solemos tener problemas a este respecto (a excepción del punto uno) Pero puede más su mal genio que su hambre y cuando la rabieta le pilla en la mesa... o somos raudos cuál linces para quitar de su alcance el plato, el vaso, cubierto, pan y/o cualquier otro proyectil en potencia o acabamos con un estucado de paredes de lo más artístico. Lo curioso es que esto lo hace desde que se queda a comer en el cole algún día... No puede quedarse con las cosas buenas de los otros niños, no..

VII. Los charcos son fuente infinita de diversión. A ver, que salte en los charcos, como todos los niños, se salpique un poco los pantalones y juegue a libre albedrío cuando lleva las botas de agua, vale. Ahora, saltar con zapatos bajos en charcos que le cubren el tobillo, hacer aquaplanning sobre el suelo del parque o usar su pelo cual fregona cabeza-abajo pues como que no... Que esto ya no me parece un juego normal y las manchas no hay quien las quite si con todo el oxy-action-cristal-white-energia-renovada-norainonaino del mundo. Luego, encima, cuando ya está bien rebozadito -y yo me he quedado sin voz de reñirle y gritarle en el parque que yo creo que como verdulera tengo futuro- le entra el frío y monta en cólera sin atender a razones.
Conclusión, si llueve, ha llovido, hay posibilidad de que llueva o han limpiado el parque, nos vamos directos a casa.

miércoles, 15 de mayo de 2013

No hay suficientes cubos...

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...para contener toda la baba cuando alguno de mis retoños hace alguna nueva monería.
A estas alturas, que una ya es madre "veterana" debería de estar curada de espantos y no babear de esta manera cada vez que la Princesita hace algo diferente. Pero, ¿qué le vamos a hacer? con el tiempo y las nuevas tecnologías veo que cada vez más me convierto en una madre 2.0 y me vuelvo loca con el móvil, el whatsup, el facebook y todo medio de comunicación que caiga en mis manos.

Esto ha empeorado mucho con el tiempo. Cuando nació el Principito babeábamos igual pero no teníamos a mano tantas facilidades para compartir el momento con el universo. Todo hay que decirlo, con 2 años el peque ya tenía 4 foto-albums completitos para él. De vez en cuando enviábamos alguna foto por email o colgábamos un video en Facebook -por eso de tener a mis hermanas lejos y que no venían los avances del retoño.


La peque aún no tiene ni 5 meses pero ya es una zalamera de cuidado. Sabe perfectamente qué hacer para que estén por ella y babeemos cuál Homer Simpson ante una rosquilla de chocolate.
Supongo que es más que evidente incluso para una bebita tan pequeña. Cada vez que balbucea algo todos nos giramos y le hacemos carantoñas; si sonrie recibe besos y mimitos a mansalva; cuando coge algo con cierta habilidad es celebrado como si hubiera escalado el Everest.. Vamos, que la falta de criterio parental es taaaaaan grande, que hasta un eructo es motivo de júbilo familiar.

Así estamos, haciéndole fotos con cada nuevo modelito que cae en nuestras manos e inunando a los contactos más cercanos -tampoco es cuestión de ir enviando fotos de los niños a semi desconocidos o gente con poco trato- con mensajes de whatsup, line, facebook, mail... y lo que se encarte.

Pero el súmum llegó hace unos días.. ahí ya creo que perdí el norte completamente y el karma me lo hizo saber.
La nena ha empezado a balbucear con frecuencia. Así como el Principito iba a su rollo y balbuceaba al tun-tún sin ningún rigor ni sonoridad que pudiera ser ni remotamente intrepetada como algo inteligible, ésta apunta maneras y los primeros balbuceos han ido directos a desarmarme completamente para los restos.
¿Adivinan qué balbucea? "mmma mma" ¡Ooooooooooh! No recordaba el absurdo orgullo maternal que te invade cuando tu retoño dice sílabas inconexas que a tí te parecen un claro "mamá"
Como además me debió ver la cara de veneración total hacía ella, se dedica a repetirlo en bucle continuo y yo creo que no hay suficientes cubos para contener toda la baba que se me cae al oirla.

Así que no se me ocurrió más que grabar la hazaña. Y la Princesita debió de ver su momento para brillar y, no contenta con repetir el balbuceo "mma-ma" rizó el rizo haciendo variantes y diciendo claramente "mami".
Como buena madre tecnológica que ha inmortalizado el momento me volví loca y empecé a hacer una difusión por whatsup entre todas las hermanas, primas, amigas, tías...
¡Ups! "Archivo demasiado grande para enviarlo por whatsup".. Todo el mundo bombardeándome a mensajes porque les había llegado el texto pero no el vídeo. En 30 segundos tenía más de 100 mensajes preguntando, exigiendo o reclamando el vídeo que, teóricamente, les había enviado.
Nueva difusión a todo quisqui avisando que el vídeo era demasiado grande para el whatsup y que lo enviaba por email -¡ilusa de mí! Como si por email pudieras enviar archivos grandes.
Total.. lo envío y no se me ocurre comprobar la bandeja de salida para ver si realmente se estaba enviando.
A los 5 minutos tenía de nuevo 100 mensajes diciendo que dónde estaba el correo y que si les estaba tomando el pelo o ¿qué?
Compruebo el correo y veo que sigue ahí, atascado sin poder salir. ¿Qué hacer? Pues lo subo a fecebook.
De nuevo mensaje a todo quisqui que el correo tampoco me dejaba enviarlo y que lo subía a facebook.
Esa tarde comprobé que la paciencia de la gente tiende a cero y que la conexión de mi móvil para subir un vídeo a la red es una caca. Total, que mientras subía las 26 megas de vídeo a velocidad de caracol reumático, me iban llegando de nuevo mensajes y más mensajes diciendo que en Facebook no había nada, que si es que no les había dado permisos para ver el vídeo -que sí, que una es spammer pero muy paranoica con a quién deja ver fotos o vídeos de los peques.
Tras 200 mensajes con sus correspondientes aclaraciones sobre la calidad de la conexión de mi móvil, por fin, el vídeo estuvo disponible en la red.

En menos de 5 minutos ya tenía récord de "Me gusta" y montones de comentarios.

Y luego me acusan a mí de babear con la niña...

martes, 14 de mayo de 2013

Los horarios del humor..

Mafalda - Quino

Dice la canción que "el amor no tiene horario..." pues bien, el sentido del humor claramente sí lo tiene. Al menos el mío. Está claro que no es lo mismo contarme un chiste a las 6:00 de la mañana, cuando me acabo de levantar, que a las 18:00 de la tarde que estoy en pleno apogeo energético.

El funcionamiento cerebral es curioso para con el sentido del humor. De buena mañana, recién levantada -con bastante peor aspecto que el que presenta Mafalda- mis neuronas no están en su mejor momento. Vamos, que sólo hay activas las neuronas motrices imprescindibles y alguna neurona trasnochada que no acaba de regir.
A esas horas aparece el que yo llamo "humor de encefalograma plano". Vamos, que me cuentas el chiste más malo del mundo y me descojono durante un buen rato. Tiene su explicación, las neuronas motrices -que son las únicas activas a esas horas- no tienen demasiado criterio humorístico y las cosas simples y tontas son las que más gracia les hacen.
Y uno dirá "Bueno, pero cuando te despiertas ya no te hace gracia el chiste malo".. ¡Error! Si me cuentas una tontería graciosa de buena mañana, cuando aún no soy persona ni me he colocado el cerebro en su sitio, te aseguro que se queda como "graciosa" para los restos. En cualquier momento que se repita o me acuerde, la neurona motriz que respondió la primera vez se activa y me vuelvo a partir de la risa (aunque ya consciente de la poca gracia del chascarrillo en cuestión)
Eso sí, también funciona a la inversa. Si a las 6 de la tarde me cuentas un chiste malo que no me hace ni puñetera gracia, ya puedes repetirlo nada más sonar el despertador que no me hará ni sonreir. Las neuronas motrices tienen poco criterio pero no osan llevar la contraria a las responsables del humor.

Así me tienes, entonces, yendo a trabajar a las 7 cada día, escuchando la radio y partiéndome con las estupideces más absurdas -que luego intentas compartir y hacen que la gente con criterio te mire mal.
Hace años, cuando a Pablo Motos aún no se le había subido la fama televisiva a la cabeza y tenía el programa de radio, había una sección que eran los "McMuffin" o algo así. Chascarrillos completamente absurdos y sin ningún sentido pero claro, a las 7 y poco de la mañana. Aún recuerdo y aún me rio -con cierta vergüenza, todo hay que decirlo- con el de "Si a Álex le duele la espalda: ¿Álex Lumbago?". ¿Es o no es para sentir vergüenza?

De esta manera hay grandes chistes que han llegado a formar parte de mi colección personal de descojone y vergüenza pero que me hacen, cuanto menos, sonreir cada vez que los recuerdo. El mayor hit es "- ¡Doctor, doctor! ¡Que me quemé! -¿Que te qué te?" Carcajada asegurada. No puedo evitarlo.. simple que es una.

Los momentos de  "humor de encefalograma plano" no son sólo de buena mañana. Después de comer, cuando el Principito ya está en el cole y la Princesita duerme como un querubín, entra el sopor digestivo acentuado por el silencio y la calma de la soledad. Aprovechándose de estos momentos bajos, mi hermana me envió ayer unos chistes que encajan perfectamente en ésta categoría y que entraron en ella arrasando.. "¡Qué ca...n mi vecino! ¡No va y se pone a llamar a la puerta de casa como un loco a las 4 de la madrugada! ¡¡Casi se me cae el taladro del susto!!" Malo, ¿verdad? Pues me saltó una carcajada.

Ni corta ni perezosa me fuí hacía donde estaba mi Costillo e intenté explicarle el chiste entre risas y carcajadas. Al principio se medio reía por empatía mientras intentaba recomponerme para poder contarlo bien. Cuando por fin lo conseguí sonrió y me suelta "Tienes mucho sueño, ¿verdad?"
Menudo chasco.. me dejó a cuadros. Supongo que es lo que tiene la convivencia, que acabas conociendo  muy bien a quien tienes al lado...

"-¡Abuela! ¿Has visto los tripis que tenía sobre la mesa?
 -No.... ¿y tu has visto los dragones que hay en la cocina????"

Si.. necesito descansar..

lunes, 13 de mayo de 2013

Siempre hay padres que paguen los platos rotos

Los platos rotos...

Sé que el refrán habla de niños que pagan los platos rotos pero ya dije que mi Principito tiene claro quién manda aquí y es pura chulería.

Como cualquier niño de su edad, tiene tendencia a andar haciendo tonterías, piruetas y maniobras imposibles e incompatibles con el equilibrio vertical. No obstante, suele salir bien parado de los pequeños accidentes que va sufriendo por sus temeridades.

No hace mucho salíamos de casa con los mil bártulos que acarreas cuando tienes criaturas a tu cargo. Vamos, que parecía que nos íbamos 1 mes de casa por el volumen de bultos que cargábamos. Además de todo eso, también cargábamos a la Princesita (que a la tierna edad de 3 meses no se podía esperar que fuera andando); así que el Principito iba a su libre albedrío dando tumbos por doquier.

Nada más salir vimos el primer amago de caída por las escaleras y le dijimos "Principito, al final te caerás.." Él siguió como si nada y volvió a tropezar "No, si al final te caerás.." Otro tramo de escaleras y nuevo tropezón "No, si al final te caerás..."
A partir de ahí le debió de hacer gracia la frase porque cada 2 pasos repetía "No, si al final me caeré.." Nos hizo gracia y le dejamos a su rollo mientras daba piruetas en el rellano y repetía "No, si al final me caeré.."
Llegamos a portal. Él andaba dando vueltas y chocando con las paredes mientras repetía "No, si al final me caeré.."
Salimos a la calle, él saltó el escalón girando en el aire y aterrizando bien por los pelos. De nuevo repetía "No, si al final me caeré.."
Cruzamos la calle y fuimos hacía el garaje mientras hacía el indio y repetía "No, si al final me caeré.."
Llegamos al parquing y bajó colgado de la barra del ascensor cuál mono y repitiendo "No, si al final me caeré.."
Cuando por fin alcanzamos nuestro coche y abrimos las puerta, mi Costillo y yo nos pusimos a descargar lor trastos y a atar a la Princesita. En esto estábamos cuando el Principito subía al coche por su lado y, ¡mira tú por donde!, va y se resbala cayendo de bruces sobre su sillita. Ambos nos asomamos para ver si se había hecho daño mientras él, todo orgullo e indignación decía a gritos: "¿Ves, papa??? ¡¡Al final me he caído!!! ¡¡Si es que siempre estás en medio molestando!!" Su pobre padre, que estaba 1 metro más lejos, se quedó flasheado con cara de descoloque total.
Yo, desde el otro lado no pude más que partirme de la risa con la escena.
Mi Costillo, confuso, me gritó "Eso, ¡tu encima riele la gracia!" pero antes de acabar la frase ya se le estaba escapando la risa a él.
El peque ya se había subido a la sillta y refunfuñaba todo enfadado como si la culpa de la caída no la tuviera él y solo él.

¡Qué morro que se gasta el tío! Menuda adolescencia nos espera..

viernes, 10 de mayo de 2013

Podría quemar el edificio...

"Trabajo Basura"
Si alguien no la ha visto.. ¡ya tarda!

Si alguien no ha visto ésta película -le recomiendo que lo haga- no sabe de qué viene la frase del título. No me voy a extender en explicaciones sobre las absurdidades que sufrimos en Bohemialandia pero la imagen del tipo cubierto de post-its ilustra perfectamente mi día a día en el trabajo..

Un día cualquiera, estoy trabajando tranquilamente y salta un aviso: "Convocatoria de reunión departamental" y veo el día y horas escogidos.. Mi cerebro ya empieza a elucubrar en su línea habitual y me descubro tarareando "y nos dieron las diez y las once; las doce, la una, las dos y las tres..." Sé cómo son estas reuniones y se me hace bola solo pensarlo.

Llega el día en cuestión y la hora señalada. Vamos todos a la reunión más como corderos hacía el matadero que como empleados motivados por una reunión departamental.
La rutina es la habitual. Cada uno expone sus tareas, lo que tiene pendiente y si tiene algún problema. Me llega el turno, estoy hablando y mi jefe está tomando notas sobre lo que luego quiere hablar él sin prestar demasiada atención a lo que decimos.. Cerebro ya está en modo automático "¿A quién le importa lo que yo diga? ¿A quién le importa lo que yo haga?" y me tengo que concentrar seriamente para desactivar al conexión "NeuronaBSO-boca". Acaba la ronda y empieza el turno del jefe.... laaaarga retahíla de las mismas obviedades de siempre y mi cerebro que empieza a ponerse agresivo nada más empezar el discurso "Y aquí tenéis ante vosotros a la Sabiduría, por lo tanto permitidme que no me presente.." a veces es de lo más cachonda mi neuronaBSO y me tengo que esforzar para no sonreir.

La reunión avanza lentamente como si el tiempo fuese una balsa de brea que apenas se mueve al son de las suaves olas. La teoría de la relatividad alcanza un nuevo sentido...
El discurso discurre entre explicaciones sobre filosofías de trabajo y análisis abstractos sobre el rumbo del departamento "
Una y otra vez qué barbaridad, 
el no controlar la forma de parar. 
No pienso llorar, de eso ya me cansé; 
hoy voy a chillar voy a andar con mis pies
..." Parece que no se va a acabar nunca.

Cuando ya le empiezo a distinguir los ojos a Morfeo entre filosofías de trabajo y rumbos departamentales, llega el momento de las intervenciones.
Todos, al unísono, le decimos que la forma de gestionar el trabajo no funciona y que tenemos que cambiar de método, que éste no nos da más que problemas. Por un momento me parece ver una personalización del Tiempo con cara de sorpresa mirándonos fijamente como diciendo "¿De verdad queréis provocarme de esa manera?" y la brea se espesa aún más...

Volvemos a las filosofías de trabajo y los rumbos departamentales. Rebatimos exponiendo los puntos que no funcionan del sistema actual. Más filosofías de trabajo y nuevos rumbos departamentales. Empezamos a desesperarnos y seguimos con nuestras explicaciones concretas y concisas. Algún apunte sobre filosofías de trabajo y rumbo departamental.. Mi cerebro desconecta "La calle desierta la noche ideal, un coche sin luces no pudo esquivar.. un golpe certero y todo terminó entre ellos, de repente.."   Intento seguir la conversación y aún alcanzo a oír algún comentario sobre la filosofía de trabajo y nuestro rumbo departamental.. "¡No! ¡No me arrepiento! ¡Volvería a hacerlo!" Doy la batalla por perdida y me abandono a la divagación de mi neuronaBSO que ya está saltando sobre "perlas ensangrentadas, ¡flores pisoteadas!" y alguna rebelión de electrodomésticos de fondo.

Salimos de allí horas después con el firme compromiso del jefe de revisar nuestra filosofía de trabajo y definir el rumbo departamental.. Noto cómo la úlcera se va gestando en mi interior.

Por mi cabeza sólo cruza una frase "Podría quemar el edificio..."



jueves, 9 de mayo de 2013

La llegada de la Princesita

Imagen de bebemon.es

La llegada de un nuevo miembro a la familia siempre es motivo de alegría y celebración pero el proceso resulta un tanto confuso para un Principito de sólo 3 añitos.

De entrada esperamos a que el embarazo estuviera bien avanzado para comunicarle la noticia al peque de la casa. No dijimos ni pio hasta los 6 meses. Como una es un tanto rara hasta para esto de los embarazos, resulta que a mí la barriga me crece "padentro" porque sino no se explica que no haya necesitado ni una pieza de ropa premamá hasta las últimas semanas -que entonces ya da pereza comprarlas porque piensas que para lo que te queda, pues ya aguantas con cualquier cosilla que tengas.

Creía que la cosa iba a ser complicada y llena de preguntas embarazosas y momentos vergonzosos.. pero nada más lejos de la realidad. Se tomó la noticia de que había un bebé dentro de la tripa de mamá con una naturalidad impresionante y no hacía más que mirar por mi ombligo para ver a la criatura. Le hablaba, le cantaba y le preguntaba cuándo iba a salir.

Durante el embarazo del Principito me hacía mucha ilusión tener una niña. En la eco del segundo trimistre, ilusos de nosotros, mirábamos la pantalla en blanco y negro como si fuésemos capaces de discernir algo de lo que el médico mencionaba y mi Costillo se envalentonó diciendo "¡Vaya! No se ve si es niño o niña, ¿verdad?" El médico, con cara de "¿tú que te fumas para decir eso?" nos comunicó con un tono un tanto prepotente "Se ve claramente, ¡es un niño!" y la verdad es que fue un poco decepcionante. Luego, cuando nació y ya le tuve entre mis brazos vi que era perfecto y que no podía ser otra criatura más que él. Dando marcha atrás no le cambiaba ni un pelo.
Así que en el segundo embarazo decidí ahorrarme el momento de la decepción y conocer el sexo de la criatura al tenerla entre mis brazos, cuando ya ves que es perfecta y no le cambiarías ni un pelo. Pero claro, mi decisión añadía cierto grado más de confusión.

Las últimas semanas la impaciencia se palpaba en el aire y no solo por el Principito y sus ganas enormes de conocer a su hermanito o hermanita, también por mi ganas enormes de sacar de mi cuerpo a esa criatura que ya llegaba con retraso de fecha.
Un buen día, cuando mi Costillo recogía al peque en el cole, empezaron a darle al enhorabuena por el niño. Él, flipando, decía que aún no sabíamos el sexo y no sabía de dónde salía el rumor. Hasta que la profesora, varios días después, le paró para preguntarle directamente ya que estaban un poco extrañadas con la explicación del Principito diciendo que ya tenía en casa al hermanito y que se llamaba Hermanita.. todo muy confuso.

Cuando por fin llegó la Princesita y su padre le trajo al hospital para que la conociera, le avisó de que a mamá le habían cortado la tripa para que saliera la hermanita y tenía que tener mucho cuidado. Todo fueron sonrisas, alegría y mucho cuidado con el Principito porque a la que nos descuidábamos ya estaba metiendo las manos en la cuna para sacar a la niña cuál muñeco de trapo.

Un mes después operaban a mi madre de una hernia abdominal. La cosa tenía que ser sencilla y rápida por laparoscopia pero se complicó y acabaron abriéndole la tripa  de punta a punta. Uno de los días de visita fuimos con los 2 niños para que vieran a su abuela y, claro, para evitar un saludo demasiado efusivo del Principito saltándole encima a mi madre, le explicamos que tenía una herida en la tripa porque le habían tenido que cortar. La cara fue un poco rara pero no hizo ningún comentario.
Al llegar al hospital el peque daba vueltas por toda la habitación como buscando algo. Al rato ya no pudo contener más la curiosidad

Principito: ¿Dónde está el bebé de la yaya?
Yo: ¿Qué bebé, cariño?
Principito: ¡El que le han sacado de la tripa!
Yo: No tenía ningún bebé en la tripa...
Princpito; Entonces... ¿Por qué le han cortado la tripa como a mamá?

Intentamos no descojonarnos delante de él -cosa que resultó muy complicada- y explicárselo con calma.

Ya dije yo que era todo muy confuso para el pobre niño..

miércoles, 8 de mayo de 2013

Si te dicen que parí...

Perdonen mi osadía al alterar la carátula
de la  película "Si te dicen que caí"

Pues te mintieron...
Que, a ver, ésto puede ir a opiniones, como todo, pero ésta es la mía.
Mis dos retoños llegaron a este mundo tras una cesárea. Eso, para mí, no es un parto. Ya sé que la matrona habla de "parto por cesárea" pero no estoy nada de acuerdo. Una cesárea es una intervención quirúrgica nada natural en la que criatura y madre no intervienen para nada. El resultado final es el mismo pero el proceso muy distinto.

Tal y como yo lo veo es como expulsar una piedra del riñón. Si ésta sale de forma natural siguiendo el conducto habitual, puedes decir que has "expulsado una piedra". Si, en cambio, pasas por quirófano, te abren, te rajan el riñón y te extraen la  piedra, para nada puedes decir que la has "expulsado"; ¡qué leches! ¡Te la han sacado por la fuerza! Pues lo mismo para los partos. Una cesárea no es un parto, es desalojo forzoso.

Primero cabe decir que debo de tener un útero rollo Spa de lujo porque ninguno de los dos quería salir por iniciativa propia y ambos se retrasaron casi 2 -laaaaaaaaargas- semanas.

El Principito dejó muy claro desde el vientre materno que aquí mandaba él y que no estaba para acatar órdenes de nadie. Así se posicionó de culo desde el primer momento, usando mi hígado como almohada todo el tiempo. Cuando ya pasaba una semana de cuentas, la matrona decidió que era hora de ir preparando la orden desahucio ya que, según ella "Más que hígado ya tienes paté"
Y ahí que me fui yo, con mi día y hora para la cesárea programada; acojonada pero -ingenuamente- aliviada por evitar los dolores de parto y saber que todo acababa en unas horitas. La intervención en sí fue un tanto peculiar; siendo hospital universitario (que una es muy fan de la sanidad pública) aquel quirófano parecía una parada de metro donde entraba y salía todo el que le apetecía. Allí me metieron ya anestesiada y me colocaron la cortinilla esa que evita que veas como te abren las vísceras y, de hecho, evita que veas absolutamente nada y a nadie más que a la anestesista que tienes en el cogote.
Voces nuevas se iban incorporando a la conversación: 2 cirujanos, varias enfermeras, la instrumentalista, algunos residentes, alguien que pasaba por allí... ¡menos al padre de la criatura dejaron entran hasta al tato!
El peque, que viéndose el percal se aferró a las costillas con uñas y dientes, lo puso complicado para salir y acabaron estrujándome cual limón, dejándome sin respiración para poder sacarle. Nada más verse fuera rompió a llorar pero con un tono de indignación brutal, que a día de hoy que aún no me ha perdonado.
La recuperación fue un desastre y juré que, si había un próximo, evitaba la cesárea como fuera.

Así que, 3 añitos después, estaba yo dispuesta a dar a luz como dios manda. La Princesita siguió los pasos de su hermano y se pasó 8 meses de culo. Nos obstante una sesión intensa de abrillantamiento de parquet consiguió convencerla de que era mejor darse la vuelta ya y llevarnos bien desde el principio. Que un feto de 8 mesazos decida dar un giro vertical de 180 grados dentro de útero, ya os digo yo que te deja un mal cuerpo considerable durante unas cuantas horas..
Con la niña colocada, toda la preparación física hecha, mi plan de parto natural listo y mis ganas de acabar de una vez parecía que la cosa iba a salir según lo previsto y sin complicaciones. ¡Ja! Tantas ganas tenía de que el proceso fuera diferente que hasta me había mentalizado de tenerla en la sala de parto natural. Y mira que yo soy completamente pro-epidural; de hecho me reservaba mi derecho de entrar al hospital gritando "¡Quiero MI epidural!" (ya sabéis, soy de hablar con mucha propiedad)
Pues ni lo uno ni lo otro. Rompí aguas en plan cataratas del Niágara y para el hospital. Allí que me pasé 12 horitas en la sala de parto natural con unas contracciones del demonio para dilatar la friolera de... ¡1 centímetro!!! ¡Habrase visto!!
Tras mis 12 horas y un dolor abdominal más que considerable en la zona de la cesárea previa la conversación con el ginecólogo fue simple "O te hacemos la cesárea ahora con calma o esperamos unas horas y la hacemos de urgencias.." Ante un panorama tan alentador, para el quirófano que fuimos.

Todo hay que decirlo, la segunda cesárea no tiene nada que ver con la primera. El segundo día ya me estaba duchando tranquilamente y al tercero me pedí el alta para irme para casa. Nada de caminar a lo Chiquito ni temer un destripe cada vez que entra la tos.

martes, 7 de mayo de 2013

El Principito y ¿Qué?

Imagen de "El Principito" de  Antoine de Saint-Exupéry

Como buen niño que se precie, mi Principito es obsesivo con las diferente expresiones que va aprendiendo. Pasamos la fase del 'no' y ahora ya empieza la del '¿por qué?' pero, entretanto, hemos soportado un laaaaaargo período de "¿Quéééééééé?"
Al principio hace gracia o simplemente crees que realmente no te ha oído o entendido y vas repitiendo las cosas. Con el tiempo ves que no es más que una artimaña para hacerse el sueco cuando no le interesa lo que te estás diciendo. Pasadas las semanas y los meses, es una expresión que te crispa de inmediato y con la que tienes tolerancia cero.
Pero claro, de los reinos lejanos aparecen las tías que ven poco al sobrino y cualquier cosa nueva es una gracia que hay que reir y alentar. Así fue cuando una de mis hermanas vino de visita en plena fase "¿quééééé?"

Fuimos al aeropuerto a recogerla y, como buena y abnegada tía, se sentó en el asiento de atrás con el Principito a su lado (por éste entonces la Princesita aún no existía). Ambos muy contentos con la compañía ya la conversación.
En algún momento le dijimos al peque algo que no debó de interesarle demasiado y su respuesta fue el ya mencionado "¿quééééé?". Costillo y yo le cortamos para que no empezara con la retahíla pero mi hermana, presa de la novedad, nos recriminó tan brusca respuesta "¡Con lo gracioso que es y la vocecita que pone!!!"
Una -que en el fondo es buena persona pero a veces se despista y se deja seducir por el lado oscuro- vió una gran oportunidad en la respuesta y, al siguiente "¿quéééé?" le dije al Principito que se lo preguntara a la tía, que seguro que le contestaba. Y así fue.

Primeros diez "¿quéééé?": todo risas y entusiasmo en el asiento de atrás. Vigesimo "¿quéééé?": aún risas y algo menos de entusiasmo. Trigésimo "¿quéééé?": ya no hay risas y el entusiasmo ha dejado paso a un cierto tono de impaciencia. Cuatrigésimo "¿quéééé?": maniobra de distracción "Principito, ¡mira qué camión más grande pasa por tu lado!" Sexagésimo "¿quéééé?": silencio absoluto en el asiento de atrás. Mi hermana se hace la loca mirando por la ventana como si no hubiera nadie más en el coche.

Aquí es cuando el instinto maternal te juega una mala pasada. Ves a tu Principito en el asiento de atrás solito y con carita mustia porque nadie le hace ya ningún caso e intentas animarle dándole conversarión. Y la conversión se desarrolla con normalidad hasta el primer "¿quéééé?": te acuerdas de cómo ha empezado todo esto. Quinto "¿quéééé?": ya te arrepientes de haberle compadecido. Décimo "¿quéééé?": intentas cambiar la conversación o distraerle. Decimoquito "¿quéééé?": te giras hacia la ventanilla con la mirada perdida como si en el coche no hubiera nadie más.

Al rato, tu cerebro se olvida de las cosas y el instinto maternal intenta volver a hacerse un hueco. Ves de reojillo la carita mustia de tu Principito y te da mucha penita. Tu subconsciente maternal te dice "¡Pero qué mala madre eres!" y cuando estás a punto de capitular, la parte racional de tu cerebro le contesta "¿Quéééé?"... y ahí acaba todo sentimiento de culpa...

lunes, 6 de mayo de 2013

Muebles Ikea y llaves Allen


Al comprar un mueble Ikea ya sabes a lo que vas. Sabes que te toca recorrer el infernal laberinto de la exposición, buscar el mueble que quieres en cuestión, apuntarlo todo en las minihojas que te dan, abajar al almacén, buscarlo, cogerlo, pagarlos, cargarlo, subirlo a casa y, sobretodo, montarlo. Ya sabes que al abrir la caja encontrarás una (e incluso varias) llaves Allen entre los tornillos, tacos e instrucciones. Siempre es así, un mueble Ikea viene con su correspondiente llave Allen. Es el comportamiento esperado, el habitual. No obstante, algunos muebles requieren de otras herramientas no suministradas para su montaje, como puede ser, un destornillador.
Tal vez te sorprenda saber que necesitas un destornillador. Quizás te asombre que no todo se pueda montar con una llave Allen pero todo tu asombro y tu sorpresa no te van a librar de tener que buscar (y usar) un destornillador si quieres montar el mueble.

Mi trabajo no tiene absolutamente nada que ver con Ikea ni con muebles de ningún tipo, pero el símil me viene muy bien para describir las situaciones tan absurdas con las que me tengo que enfrentar, a menudo, en Bohemialandia.

Todo empieza cuando mi jefe decide que hay que comprar escritorios nuevos para todo el personal. ¿Alguien lo ha pedido? No ¿Alguien se ha quejado del actual? No ¿Es necesario, entonces? Discutible.. Pero como él decide que hay que estar a la última en todo y que el modelo nuevo de escritorio es la repanocha, pues ahí que va a comprar 200 escritorios Ikea nuevecitos y flamantes que te endosa para que montes en su lugar correspondiente. Así que te ves las caras de malas pulgas de los compañeros que ya está acostumbrados a sus escritorios y no han pedido que se les cambie y tú dispuesta a poner muebles nuevos a todo quisqui.

Entonces miras el catálogo de Ikea con la nueva colección de escritorios, las características y todo lo que pone que necesitas para montarlos. ¡Oh! ¡Sorpresa! Estos escritorios nuevos necesitan de un destornillador para ser montado. No ves gran problema y decides pedirle uno a tu jefe:

Yo: Necesito un destornillador.
Jefe: ¿Para qué?
Yo: Para montar los nuevos escritorios de Ikea.
Jefe: Los muebles Ikea siempre se han montado con una llave Allen.
Yo: Sí, pero para éste necesitas también un destornillador. Lo pone en las instrucciones.
Jefe: El modelo actual se montó solo con llaves Allen.
Yo: Pues éstos necesitan un destornillador...

Se hace el loco y pasa de todo dejándote sin destonillador y un tanto flipada con la conversación.
Días después vuelves a la carga porque, por si no ha quedado claro, necesitas un destornillador. Armada con una copia de las instrucciones, que ponía la evidencia a mi favor, la conversación degenera de una manera tan absurda que empiezo a plantearme que haya cámaras ocultas por las oficinas y todo sea una gran broma pesada.

Yo: Necesito un destornillador.
Jefe: ¿Aún sigues con el destornillador?
Yo: Es que lo necesito para montar los escritorios Skrivbord. Mira, te traigo las instrucciones.
Jefe: Los muebles Ikea siempre se han montado con llaves Allen.
Yo: Pero éste necesita también un destornillador, mira, lo pone aquí.
Jefe: Pues si hasta ahora todos se han montado con llaves Allen, no veo la necesidad de un destornillador para montar éstos.
Yo: La necesidad es clara, lo pone en las instrucciones de montaje.
Jefe: (sintiéndose acorralado desvaría)  A ver, creo que aquí tenemos un problema de comunicación...
Yo: Problema, ninguno: Necesito un destornillador para montar los nuevos escritorios.
Jefe: Parece que cuando hablamos de montar el escritorio lo hacemos en contextos diferentes.
Yo: ¿Cómo puedes montar un mueble en contextos diferentes?
Jefe: Claro, yo hablo del montaje desde que llegan los escritorios y hay que descargarlos, almacenarlos, comprobarlos y asignarlos. Tu hablas del montaje en el puesto final.
Yo: Bueno, es que los puedes almacenar, comprobar y asignar como quieras, pero para montarlos sigues necesitando un destornillador.
Jefe: El mueble Langstump no necesita destornilladores para el montaje..
Yo: Pues mi lavavajillas tiene un programa que es la leche y te ahorra un 30% de agua y energía más que en el programa normal, que ya es AA.
Jefe: ¿¿¿¿Quééééééé??????
Yo: Como hablas de otra cosa creía que habíamos cambiado de tema.
Jefe: No, pero hay que mirar hacia donde va la tendencia de Ikea en el montaje de muebles.
Yo: La tendencia puede ser la que quieras pero éste mueble no lo montas sin un destornillador.
Jefe: Si tanto insistes, tú misma. Usa un destornillador si eso te es más cómodo.
Yo: Ni más ni menos cómodo, es que no hay otra manera. Lo pone en las instrucciones.
Jefe: Para añadir un cajón al escritorio actual se puede hacer con una llave Allen. Y no veo la diferencia entre añadir un cajón y montar el Skrivbord.
Yo: Pues hay una gran diferencia. Por mucho que le añadas un cajón al escritorio actual, seguirás teniendo el mismo escritorio. De la otra forma tienes un escritorio completamente nuevo.
Jefe: Otras empresas llaman "cambio de mobiliario" a añadir cajones a los existentes.
Yo: Pues otras empresas tienen un error de concepto. Además, es que lo pone en las instrucciones, no hay más que discutir.
Jefe: Úsalo si quieres pero queda mucho por discutir. ¿Qué opinas tú?

La pregunta va dirigida a mi compañero de al lado que ha seguido la conversación como quien tiene entradas de primera fila para un espectáculo cómico.

Compi: Que tal y como están subiendo los impuestos y la luz, quiero saber la marca de ese lavavajillas que ahorra tanto....
Es un cachondo.

Luego la gente se sorprende de que vaya a acabar con una úlcera..



domingo, 5 de mayo de 2013

La familia Real

Ya sé que la monarquía no goza de gran simpatía últimamente.. por eso aquí no se va a hacer ninguna referencia a ella.
Este post va sobre la familia Real, así, con mayúscula y subrayado. Es decir, la familia de verdad, la que cuenta, la que tenemos al lado día sí y día también, la que nos ha tocado y la que hemos elegido, toda ella. Y como a mí me enseñaron a hablar con propiedad, ésto va sobre MI familia...

La familia real: Mamá, el Principito y Papá
Según el peque la Princesita es muy pequeña y está durmiendo, por eso no sale en el dibujo.

A la corte de locos llena de príncipes y princesas ya nos presenté en el anterior post. Pero se pueden dar algunos detalles más.
El Principito parece tal cual salido del cuento de Saint-Exupéry, rubio, blanquito, ojos verdes y pelo rizado. Una preciosidad de criatura de 3 años y pico. Pero su parecido con el angelical personaje del libro queda en eso, en mera apariencia física. Luego la cara de pillo y las malas ideas que le pasan por la cabeza le acercan más a Daniel el travieso de lo que me gustaría.
La Princesita es otra historia. Ella ni rubia, ni blanquísima, ni ojos verdes ni ná; pero una hermosura de niña con una sonrisa que vale un cielo. Es tranquila, buena, risueña y muy fácil de llevar. Todo hay que decirlo, sólo tiene 4 meses y su capacidad de interacción aún es bastante reducida; en estos momentos se limita a sonrisitas, ruiditos y babas (muchas babas). Ya veremos con el tiempo si la muchachita aprende del hermano mayor y me acaban volviendo loca a dúo. De momento parece que no apunta maneras.
Mi Costillo pone el punto de serenidad en casa. Bueno, a ratos.. que toda la paciencia - casi - infinita que tiene para conmigo, es capaz de desesperarse en milisegundos con el peque. Siempre me ha parecido increíble esta dualidad que tenemos. Yo, que soy más del tipo histérica, aguanto carros y carretas con el niño. Él, que parece un anuncio Zen, se crispa en un momento. Cosas de la maternidad/paternidad, digo yo. Por lo demás vive en su mundo de despiste y preocupación material - lleva peor que yo lo de no llegar a fin de mes.
Luego estoy yo misma. En el fondo soy una persona razonable, práctica y muy realista pero con un punto temperamental un tanto desproporcionado que me hace tener unas reacciones de lo más peculiares en ciertos momentos. Además, soy una persona que vive con banda sonora original incorporada. ¿Cómo es eso? Muy sencillo, mi cerebro se pasa la vida poniéndole banda sonora a todos los pequeños momentos del día a día. Y si una tuvieses una cultura musical culta, refinada y digna de mención, la cosa estaría muy bien.. pero cuando tu repertorio abarca desde Machín a Los Suaves, el resultado puede ser un tanto desconcertante. Para más Inri, la conexión "NeuronaBSO"-boca es prácticamente directa y se suele saltar todos los filtros que la lógica y la razón humana tienen a bien poner en la convivencia diaria con el resto de la humanidad. Un desastre muy vergonzoso en más de una ocasión. Por suerte la edad es un plus y parece que empiezo a tener cierto control en determinados momentos sobre lo que sale por mi boquita.

Más allá de nuestra corte de locos están los reinos adyacentes con sus dos grandes reinas en una lucha de poder y los abnegados consortes correspondientes. Vamos, que las abuelas es lo que tienen, malcrían a los nietos maltratando a los hijos por el camino. Paciencia y mucha respiración profunda para sobrellevarlas.

Algo más lejos se sitúan las repúblicas indenpendientes más modernas que se unen a la moda de malcriar sobrinos pero, como la lejanía no les permite el malcriamiento diario, se les permiten ciertas licencias cuando vienen de visita.

El resto de elenco es demasiado numeroso, ruidoso y variopinto para describirlo aquí. Ya irán haciendo acto de presencia a lo  largo de la historia.