miércoles, 16 de octubre de 2013

¡Mi Principito cumple 4 años!

¡Hoy es un gran día en la Corte de Locos! Nada más y nada menos que ¡el cuarto cumpleaños del Principito!

Cuatro años hace ya que nos estrenamos como madre e hijo -y tengo una bonita cicatriz que lo demuestra. Cuatro años de verle crecer y hacerse mayor. Cuatro años de logros y avances increíbles -aunque sea lo habitual para la especie humana- que nunca creí que me sorprenderían tanto. Cuatro años de desquicie, de besos y abrazos a tutiplén, de gritos, de peleas, de risas, de amenazas, de cuentos, de historias irrepetibles. Cuatro años de viajes, paseos, primeras veces de muchas cosas que sé que olvidaré con el tiempo y me da rabia no poder retener para siempre. Cuatro años de la decisión que más me ha cambiado la vida. Cuatro años desde que le vi su carita por primera vez y le oí llorar lleno de indignación por haberle sacado de su dulce hábitat. Cuatro años en que no me he cansado de mirarle y admirarle. Cuatro años de dulces sueños y largas noches. Cuatro años que se me han pasado en un suspiro...

Hace poco leí que la maternidad se compone de días eternos y años muy cortos. Cierto. La rutina del día a día hace que a ratos no veas el momento de meterles en la cama.. pero los meses, los años vuelan en realidad. Hace sólo días le acunaba entre mis brazos, meciéndole mientras le cantaba alguna nana para dormir. Ahora ya me cuesta cogerle en brazos y ¡está a punto de cumplir 4 añazos! ¿Cuándo ha pasado todo esto? ¿Cómo me he despistado de esta manera y se me han escapado los días así?

No es que no hayamos hecho nada en estos 4 años, es que parece que todo ha ido demasiado rápido y ya es un niño mayor e independiente que hace todo solo, que escribe su nombre con soltura y no necesita ayuda para ir al baño. Ya es una hombrecito en potencia y yo quiero conservar un poquito más a mi niño, a ese que aún habla con lengua de trapo y palabras cruzadas (no distingue entre "más" y "muy"); a ese pequeñín que cuando estoy malita viene a darme muchos besos y abrazos para que me ponga buena pronto porque así se cura a las mamás; a mi Principito que va corriendo a buscar su "tumbarete" para subirse a él y ayudarme en la cocina aunque acabemos los dos desquiciados y peleando; al que sale corriendo del cole y me salta encima para darme un abrazo "de los que ahogan"; a esa preciosidad de criatura que nunca entra a clase sin girarse a darme un beso y un abrazo; a mi chiquitín que quiere hacerse mayor y poder ganar "muchos dineros" para que papá y mamá se puedan comprar todo lo que quieran.

Hoy se ha despertado feliz. Su hermana le tiraba del pelo en la cama y reía contenta porque le tenía tan cerca. Mamá le cantaba cumpleaños feliz y todo ha quedado listo para que al salir del cole, por la tarda, vayamos a su gran fiesta.
Lleva días contando cuánto falta para su cumpleaños, porque ya es un niño mayor que va a P4 y va a hacer 4 años. Sabe que sus amigos vienen a su fiesta por la tarde y no hace más que repetirles los días que faltan y lo bien que se lo van a pasar.

Hoy va a ser una gran día en la Corte de Locos. Todo está preparado para que disfrute como el niño que es. Todo listo para que su día sea lo más especial posible.

Hoy hace cuatro años que llegaste a nuestras vidas y las pusiste del todo patas arriba.

¡¡¡FELICIDADES PRINCIPITO!!!

martes, 30 de julio de 2013

Cerrado por vacaciones

De hecho no es mi caso.. a mi quedan aún un par de laaargas semanas en BohemiaLandia. Por suerte ya no quedan casi bohemios y, al menos, aquí dentro se está fresquito (que con la que ha estado cayendo las últimas semanas, se agradece venir y todo)

El Principito ya ha acabado la escuela de verano y está ocioso en casa, volviendo loco a su padre e incordiando a su hermana como nunca.
La Princesita está descolocada con el calor tan bestia y la pobre criatura ya no sabe qué hacer ni dónde meterse para estar un poco más cómoda. Empieza a coquetear con el gateo (que acaba siendo niña tumbada panza-abajo reptando y, al poco rato, llorando)
El Costillo anda desesperado entre el calor y la ausencia de actividades infantiles disponibles para llevar a los retoños sin que se cuezan o se desintegren bajo el sol.

Las que sí que están cerradas por vacaciones son mi pobres neuronas. Será la edad (que ya se empieza a notar), la maternidad (que cada uno se me ha llevado un buen puñado de materia gris consigo), el calor (que me las tiene derretidas y en estado de letargo continuo), el sueño (la Princesita ya no sabe qué hacer para dormir y nos da cosa poner el aire acondicionado con la peque cerca), o simplemente que ya se ven las vacaciones al final del túnel y mi cerebro se ha puesto en modo descanso... El caso es que no puedo ni con mi alma y estoy de un espeso que echa para atrás.

El pobre Costillo, tras su desesperación infantil matutina, intenta comunicarse conmigo al llegar a casa y, sinceramente, la ponsetia medio seca que hay en el comedor casi que le prestaría más atención que yo.
No me concentro y se me van las ideas de la cabeza a medio decirlas. Es una sensación de lo más extraña (empiezo a entrever un futuro con Alzheimer galopante y resulta muy inquietante). Estoy hablando y, a media frase, me olvido de lo que estaba diciendo. Y da igual que mi Costillo me repita lo que le decía o me explique de qué estábamos hablando, lo que iba a decir se me va completamente de la cabeza.

En estas condiciones, la corte de locos -que nunca ha brillado por su coherencia dialéctica- es más caótica que nunca. Hasta el Principito me mira raro cuando me quedo a medio decirle algo. Sobretodo cuando le estoy riñendo (niño ocioso, calor en la calle, padres agotados.. mala combinación), a mitad de la regañina me empano y me pongo a hacer otra cosa. El peque, que de tonto no tiene un pelo, se va sigilosamente no vaya a ser que de repente recupere la memoria y le caiga el resto de la bronca y, posiblemente, algún leve castigo.

Total.. que no es que quiera dejar el blog abandonado o que no haya cosas que contar.. es que mi cerebro no da para más. Creo que la decisión más sabia, en estos momentos, es colgar el cartel de:

Cerrado por Vacaciones

viernes, 19 de julio de 2013

Neuronas derretidas


Yo debo de tener una parte de reptil; largarto, culebra o sucedáneo. Un error evolutivo que me hace ser una bicho de sangre fría para lo que al tiempo se refiere. Mi termostato simple y llanamente no funciona, porque no encuentro otra explicación.
Se supone que los habitantes de cada zona del planeta están aclimatados a su entorno.. pues yo soy la excepción que confirma la regla. Cuando hace unas semanas se rumoreaba que este año no habría verano, yo era la mujer más feliz del mundo. Los 25 graditos me parecían el estado ideal. Primavera cálida perfecta, sin agobios, sin calores insoportables.. ¡JA! El verano ha hecho acto de presencia.. ¡y de qué manera!

No era suficiente con subir un poco las temperaturas hasta un nivel que permita a los bañistas disfrutar de la playa y al resto de la humanidad seguir viviendo con dignidad. No, eso es mucho pedir. No era bastante con que hiciera sol y buen tiempo con un grado de humedad ambiente  soportable. No, eso es pura utopía.
En verano ha entrado arrasando cuál elefante en una cacharrería.
Puedo soportar cierto nivel de calor infernal.. ¡pero estos cuarenta-y-pagajosos grados son insufribles!

Para más inri, la Princesita está en modo "bracitis intensa" y la llevo todo el día pegada al cuerpo cuál marsupial. En una de estas creo que nos vamos a fusionar por el nivel de temperatura que se alcanza en las zonas de contacto. ¿Querías crianza con apego? ¡Pues toma dos tazas de apego nivel supremo!

Y, cómo no, el Principito -que ahora tiene demasiado tiempo libre y demasiada energía acumulada pendiente de gastar- se une al carro y va todo el día enganchado a mí, caminando cogido a mi pierna, abrazado a mi brazo cuando estamos en el sofá, aferrado a mi cuello en el parque... Todo un derroche de amor filial que me tiene frita (más que literalmente)

Pero como el nivel de agobio y pegajosismo podría entrar dentro de los parámetros normales que sufre cualquier persona en un verano agobiante con hijos pequeños, yo tengo que rizar el rizo y añadirle mis rarezas personales para que nada en la corte de locos parezca, ni de lejos, normal.

Soy un raro especímen que siempre tiene lo peor de cada mundo. Yo digo que es mi "gen lagarto".
En verano, mientras haya sol en el cielo tengo calor; mucho calor; sudo por los cuatro costados y no puedo con mi alma. Eso sí.. es caer el sol y ya podemos estar en pleno agosto que aquí la menda se hiela.

Para mí no resulta tan malo; siempre duermo de coña porque de noche nunca tengo calor. Mi pobre Costillo, en cambio, paga un precio muy alto por compartir cama con un bicho raro medio reptil. Una mañana me lo voy a encontrar deshidratado. ¿El problema? Que duermo con mi nórdico todo el año. Sí, suena a que estoy mal de la cabeza y que me tengo que asar viva. Pues nada de eso (bueno, lo de mal de la cabeza no voy a asegurar que no..).

Hace un par de veranos me quitó el nórdico de la cama en julio y creo que pocas veces he pasado tanto frío. Encima, como es verano, hace calor y el muchacho es una estufa viviente, cuando me acercaba a él buscando calorcito, se ponía a sudar como un pollo y me apartaba negándome el calorcito que tanto necesitaba.
Tras la fallida experiencia de la retirada del nórdico, hemos decidido que mejor me deja dormir todo lo abrigadita que me apetezca, mientras le deje en paz y no le haga sudar más de la cuenta.

El día menos pensado me encuentro una camisa de fuerza en lugar de un pijama para dormir..

jueves, 11 de julio de 2013

Como desquiciar a una madre (vol. II)

O por qué las escuelas de verano resultan imprescindibles para mantener la estabilidad mental...

Esto es horrible.. hace muchísimo calor y ya no sabemos dónde meternos. Para colmo, ésta es la semana que el Principito no tiene escuela de verano (ya sabéis, la mala suerte y los sorteos..) y eso lo hace todo aún más cuesta arriba.

¿Qué haces con un niño de 3 años en plena hiperactividad, una niña de 6 meses que arrastra aún una faringitis y un calor mortal que te tiene sin fuerzas ni ganas de vivir?
Pues no sé vosotros, pero nosotros estamos un tanto desesperados.
El pobre niño, como es normal, quiere salir, jugar y quemar energía todo el día; pero con un solazo de justicia y ni una sombra en los parques, no sobrevives fuera de casa pasadas las 10 de la mañana. Hasta las 6 de la tarde no es ni planteable salir -si no te quieres derretir cual cubito nada más poner un pie en la calle- y todas esas horas de "encierro doméstico" están agudizando el ingenio del Principito para las fechorías caseras y acabando con los nervios de mi Costillo que ya no sabe qué hacer con él.

Para colmo la Princesita está pochita aún y no la podemos llevar a la piscina -que nos salvaría de la locura casera y el calor mortal- y, como yo trabajo, mi Costillo se las tiene que ingeniar solo con los dos por las mañanas y cuando llego a casa el panorama es desolador: Princesita moqueando y llorando en cuanto me ve, Principito a gritos con su padre o castigado o tirando cosas por la casa, Costillo desencajado con cara de muy loco..

Y nos dividimos a los niños para intentar apaciguar un poco los ánimos. La Princesita me toca a mí -más que nada porque no creo que a mi Costillo le salga mucha leche del pecho- y él se encargo del primogénito hiperactivo.
La cosa se mantiene en calma con juegos y atención exclusiva para cada uno hasta la hora de comer.
Las siestas son toda una odisea..

Principito come y se va a la cama. Como su habitación está en la plata superior, le dejamos allí y nos bajamos al comedor a vegetar un rato a ver si recobramos un poco de, la antaño exultante, energía vital. Entonces oimos ruidos y una puerta que se cierra.. ¿¿?? La secuencia suele ser:
  1.  Uno de los dos sube a ver qué pasa, entra en la habitación y no hay ni rastro del Principito en su cama.
  2. Va a nuestra habitación. La primera vez suele estar ahí, escondido entre las sábanas. 
  3. Le lleva a su cama con calma y le vuelve a dejar "durmiendo".
    Si no está en nuestra cama.. el proceso sigue.
  4. Abrir armarios de nuestra habitación y ver si está dentro. Si está volvemos al punto 3
  5. Volver a su habitación y mirar tras la puerta. Si está, punto 3 con algo menos de calma
  6. Abrir armarios de su habitación. Si está, punto 3 empezando a cambiar la calma por cierta crispación.
  7. Mirar en el rincón entre la cómoda y la cama, tras la montaña de trastos y jueguetes. Si está, la calma ya ha desaparecido del punto 3.
  8. El último recurso es el baño... Ahí ya se ejecuta el punto 3 con cierta mala leche.
Le volvemos a tener en la cama... y se vuelven a oir ruidos.
Le toca al otro la gimcana de búsqueda de niño por toda la planta superior. Suerte que nuestro pisito es más que pequeño y no tiene muchos recobecos en los que esconderse.

A la tercera ya empezamos a increparle desde el piso inferior y empiezan las amenazas...
A la cuarta empiezan a desaparecer los jueguetes con los que le amenazamos de tirar a la basura. En realidad no los tiramos pero ya hay un buen montón para regalar.. ¡Qué ruina de niño!
Quizá y con suerte, pasada hora y media ha caído rendido en la cama y tenemos un rato de relax.

Justo en ese momento es cuando se suele despertar la Princesita de su siesta y con más ganas de juerga que nunca. Ella no camina ni de puede esconder pero agota igual o más que su hermano.

Que ganas tengo de que se pasen los virus dichosos y podamos llevarles a la piscina a que se desfoguen. La playita queda para última hora del día, cuando el sol no nos achicharra vivos.

Sólo queda 1 día laborable.. ¡¡¡la semana que viene vuelve a la escuela de verano!!! Aunque sólo va por la mañana, no sé que les hacen que viene reventadito.

Lo que yo decía, que tendrían que considerarse servicio de primera necesidad a las escuelas de verano.


lunes, 8 de julio de 2013

Paranoias de madre


Supongo que todos tenemos nuestras paranoias y nuestros miedos. En general no soy una madre miedosa ni super-protectora. Sólo hay que ver las rodillas de mi Principito, siempre peladas, llenas de arañazos y morados de jugar como un cafre por cualquier parte.
Con la Princesita tampoco somos especialmente "cuidadosos", que el día a día curte mucho y así se inmunizan contra muchas cosas.. ¡jejeje! Ahora debe de parecer que la dejo tirada por cualquier parte y no le hago ni caso a la pobre. Tampoco es eso. No soy negligente pero tampoco obsesiva con ninguno de los dos.

No obstante hay algo que me supera y que nunca creí que podía llegar a generarme esta pánico continuo. Desde que el Principito asumió su independencia y empezó a correr cuál vaca sin cencerro por todas partes vivo en una angustia contínua. Sueño que le raptan, me asusto en cuanto le pierdo de vista, me dan taquicardias si está lejos y veo que alguien se le acerca con mala pinta; siempre pienso "Es que me lo roban en las narices y no llego a pillarle por mucho que corra" y eso me aterra.

Creo que tengo que dejar de ver las noticias y las pelis de sobremesa de Antena3 porque me están trastocando.

El colmo de los horrores para mí son los centros comerciales. Si al bullicio habitual le sumamos el inicio de rebajas, eso ya es para volverse loca del todo.
El Viernes, sin ir más lejos, tuvimos la gran idea de pasarnos por un centro comercial de MacroCity para comprar algunos regalitos de cumpleaños que teníamos pendientes en las próximas semanas. Mala idea... muy mala idea.. Estaba todo llenito de gente por todas partes, casi no podías andar -si a eso le sumas el carrito de la Princesita, avanzar era casi imposible-, todo el mundo iba estresado y a empujones... Esto último no lo entiendo. Se supone que comprar es una actividad que genera endorfinas y te pone de buen humor; no entiendo el nivel de mala leche que se gasta el personal en una tienda cualquiera en rebajas; se comportan como si les fueras a quitar un riñón si intentas acceder a alguna de las prendas que tienen en su campo de mira.

Pues ahí estaba yo, bloqueada con el carrito de la Princesita, intentando controlar al Principito entre tal bullicio de gente mientras mi Costillo se recorría la tienda buscando un jersei para su tío. Como la cosa pintaba mal, decidí que era mejor esperar fuera, en una especie de plaza central que hay con banquitos y esas cosas.
Todo iba bien; sentada en un banco con el carrito delante jugando con la Princesita mientras mi Principito saltaba del banco y por encima de mí con un ataque de hiperactividad incomprensible tras un largo día sin siesta ni nada.
De repente dejo de notar coces en mis riñones y no veo los rizos rubios al viento por ninguna parte.
Horror, pánico. ¿Dónde está? Me levanto para ampliar rango de visión y buscarle mejor. Al principio le llamo en voz alta mirando hacía todas partes.
No aparece por ningún sitio.
Empiezo a subir la voz cada vez girando a más velocidad buscando por todos los rincones.
No le veo en ninguna parte.
Empiezo a gritar al borde de las lágrimas corriendo arriba y abajo con el carrito arroyando compradores que no entienden mi estado de nervios.
No está.
Por un momento creo morir. Mi Costillo sale en ese momento de la tienda y me ve en medio de la plaza, llorando a moco tendido y buscando como una histérica.
No le vemos en ningún sitio y, aunque intenta mantener la calma, mi Costillo empieza a ponerse nervioso también.

Entonces, cuando ya estábamos buscando a un segurata para pedir ayuda, va el Principito y sale todo contento de debajo del banco en el que estábamos sentados "¡Mamá! ¡¡Me había escondido y no me has encontrado!!"
El pobre flipó un poco cuando me vió llorando, que corría hacía él y le abrazaba fuerte, fuerte.
¡Qué susto!

Le hemos dicho mil veces que no se esconda cuando estemos fuera de casa pero es un niño y solo quiere jugar. Esta vez sus juegos me ha costado 5 años menos de vida.

No quiero ni pensar cuando estas cosas me las hagan en tándem..

viernes, 5 de julio de 2013

Cómo ha cambiado el cuento


En mis tiempos mozos -cuando existía EGB y no se hablaba de períodos de adaptación al inicio del curso, ni de sextas horas, ni de reválidas, ni de pepnillos en vinagre- las fiestas de fin de curso eran una cosa hecha por y para los niños del cole. Normalmente era la despedida de los de octavo y se curraban sus discursitos, su mini ceremonia de graduación y sus recogidas de firmas y dedicatorias de todos esos compañeros a los que, probablemente, no volverán a ver.
En mi cole, al menos, se hacían siempre en horario escolar, uno de los últimos días de curso y sólo estábamos los niños del cole y los profes. Vamos, todo de lo más normalito. Algunos cursos hacían teatrillo, otros cantaban, otros bailaban y se hacía un bonito espectáculo de variedades infantil.
En ocaciones, si el presupuesto lo permitía, venía algún grupo de animación y a mediodía todo el mundo a casa.

Hoy en día parece que el cuento ha cambiado bastante y de aquellas fiestas de antaño solo queda el recuerdo. Hace un mesecillo escaso que fue la fiesta de fin de curso del cole de mi Principito y he flipado con el nivelón que se gastan. Lo que más me flipa es que están subvencionadas por el ayuntamiento.. ¿os lo podéis crees? Venga a recortar recursos y docentes y dan pasta para macro-fiestas de fin de curso escolares. Ver para creer.

Para empezar la fiesta es en Sábado y dura toooooooodo el día. Desde buena mañana ya están con partidos de fútbol y otros deportes. A mediodía pausa para reponer fuerzas. No obstante, el cotarro serio se monta por la tarde.

Resulta que la fiesta es abierta a todo el mundo, previo pago de entrada. ¿Qué queréis que os diga? Pagar entrada por ir al cole de mi hijo a una fiesta de fin de curso me parece raro. Eso sí, como sólo es 1 eurito por cabeza (los niños no pagan) pues tampoco se hace un escándalo, que buena falta le hace al cole algún ingresillo extra.

A partir de las 4 de la tarde la gente iba llegando. Al principio poco a poco (con el calor que hacía no era plan de estar allí a plena solana). Sobre las 5 ya había bastante gente pululando por allí y la cosa se animaba.

A modo de resumen, en la pista grande del cole había: un castillo inflable, tómbola, chiringuito de bebidas, barbacoa para los bocatas a la brasa, escenario y hasta una pequeña feria de artesania. ¡Impresionante!
Del bar, los bocatas y demás se encargaban los padres de los de 6º y la cola era considerable (no porque ellos no lo hicieran bien, sino por lo que tardaba la comida en estar lista cuando ya había volado todo por las hordas de preasolescentes hambrientos). Del bar es de donde más dinero se saca en la fiesta y, con el calor que hacía, las bebidas desaparecían en segundos.

Sobre las 6 empezaron las exhibiciones de las extraescolares: patinaje artístico, danza, el grupo de comedor y la coreografia de todos los niños que comen allí... Un no parar de actividades musicales por toda la escuela.
Cuando ya estaban todo cansaditos y sudaditos llegó el momento de la fiesta de la espuma. Cuando vi el programa pensé que hacerlo tan tarde era mala idea por el frío y demás pero, claro, viendo cómo habían acabado todos tras los bailes y demás, se agradecía el agua, la espuma y la juerga refrescante. Se pasaron una hora todos revolcándose por los suelos entre montones de espuma y perdiendo zapatos por el camino.
Tras el reboce general y estar todos bien pringaditos de espuma, tocaba que los mayores hicieran su baile estrella, una coreografia de toda la clase que levantó pasiones entre los padres de los susodichos. Eso sí, parecían todos sacados de Grease porque, tras el bañito de espuma, iban repeinados como si llevaran 1 kilo de gomina encima.
Luego llegó la hora de los discursos, los diplomas y los mayores subiendo uno a uno al escenario como en toda graduación que se precie.

Y para rematar, discotequilla y fuegos artificiales de cierre. Hasta las 11 de la noche estuvimos por allí. ¡Dios! ¡Qué agotamiento!

Ya digo.. nada que ver con mis tiempos.

jueves, 4 de julio de 2013

La Princesita Bidente

No, no me ha dado un ataque de analfabetismo ortográfico; no lo he escrito mal. Aún me queda alguna neurona sana y salva y es lo que pone, ¡la Princesita ya es Bidente! Vamos, que ya tiene 2 dientes.
Hace unas semanitas notamos algo rasposillo en la encía inferior y supusimos que en breve empezaría la dentición. Un buen dia, de golpe y sin previo aviso, nos sonríe enseñando ¡2 preciosos incisivos inferiores!

Ni que decir tiene que esos dientes tienen ya más fotos que unas vacaciones en el caribe. Y que el Whatsup ha echado humo de tanto enviar imágenes y mensajes chorras a todo quisqui con la gran noticia.

Hasta ahí todo alegría, algarabía y jolgorio.. pero claro, la que tiene que sufrir los recién estrenados dientecitos en sus carnes (y nunca mejor dicho) es aquí la menda.. Que ahora la peque ha decidido que la carne blandita del pecho de mamá es de lo más agradable para mordisquear mientras come. Pánico tengo pensando en que le salgan los incisivos superiores y pueda hacer pinza.. uuufff.....

Y no sé si es porque le hace gracia el recién hallazgo de dientecitos en su boca o que simplemente nos ha salido vacilona la niña, pero ahora se pasa media vida con la lengua fuera o haciendo pedorretas. Lo primero lo entiendo, nota como raspa algo en la encía inferior y se pasa el día pasándole la lengua por encima. Lo segundo no sé bien a qué viene; el Principito no empezó con las pedorretas hasta que no tuvo comida sólida en la boca para esparcir cuál gotelé por las paredes.

Esta semana está malita y nos deja dormir más bien poco. Hace un par de noches, tras horas llorando y sin dejarnos pegar ojo, por fin parecía que se estaba calmando y, cuando ya no podíamos más con nuestra alma -a eso de las 5 de la mañana- la peque empezó con la juerga y las pedorretas.. Porque es mi niña y la quiero con locura, pero es que ¡parecía que encima se estaba quedando con nosotros!
Venga risas, venga pedorretas.. toda una juerga con los papis al borde del colapso. Y si eso es cn 6 mesecitos de nada, cuando empiece a tener plena consciencia de sus actos, va a ser terrible.

El Principito está estusiasmado con los nuevos incisivos de su hermanita. Se lo cuenta a todo el mundo e intenta abrirle la boca para que los enseñe (momento en que ella, automáticamente, saca la lengua y no hay manera de ver nada). Hay que ir con un poco de ojo porque mi niño delicado y sutil no se puede decir que sea y, en una de estas, le descoloca la mandíbula inferior a base de abrirle la boca para lucir dientes.
Aunque tal vez pronto ya no sea necesaria la precaución. En un despiste del Principito mientras intentaba abrirle la boca, la otra le metió un mordisco que le dejó marcaditos los dos incisivos con total claridad.
Ni que decir tiene el cirio que montó el peque, que casi parecía que le había arrancado el trozo por como gritaba y lloraba. Ya digo yo que este niño tiene madera de artista y que hay que apuntarle a teatro a la voz de ya. Él y su amiguito DramaKing serían los reyes del mambo de la interpretación.

Si todo tiene su lado positivo..


miércoles, 19 de junio de 2013

Como desquiciar a una hija (vol II)

¡Y tan iguales!
Hoy el post va más allá de las desavenencias estéticas inter-generacionales  que suele haber en mi familia (véase que no me peino, que no me visto como una chica, que no hablo como una señorita... y  un largo etcétera)
Hoy esto va sobre ese gen que muta con la edad y que nos debe de hacer creer que somos super-héroes o heroínas que pueden con todo.

Ese maravilloso gen es el que ha provocado que el fin de semana empezara con buen humor, fiesta de fin de curso en el cole del Principito, buen ambiente, comida familiar, buen rollito.. y acabase en urgencias de un hospital pasando la noche en vela y con un señor susto encima.

Todo eso podría haberse evitado si mi señora madre -cuyo encanto como persona es directamente proporcional a su capacidad de desquiciarnos a todos; y es realmente encantadora- no se hubiera hecho la fuerte y la valiente cuando empezó a sentirse mal.
El sábado, en la fiesta del Principito (ya hablaré de ese tema porque he flipado en colores viendo el nivelón que se gastan hoy en día en las fiestas escolares de fin de curso) estaba algo cansadilla pero se la veía bien y no dijo que se encontrara especialmente mal. El fiestorro se alargó hasta entrada la noche y ya se les veía un pelín perjudicados a ambos.

Al día siguiente, comida familiar en casa de una tía. Ya llegó con mala cara y le preguntamos si todo estaba bien. A principios de año pasó por 2 cirugías abdominales de urgencia y acabó en la UCI una semana, más de 1 mes de ingreso hospitalario y 2 meses más viviendo en mi minipiso con nosotros.. así que no es para no prestar atención cuando se pone mala.
Antes de comer ya le estábamos diciendo de ir al médico.
Durante la comida empezó a ponerse peor. Las insistencias para ir al hospital fueron en aumento.
A media tarde había vomitado varias veces y ya perdimos el tono cordial con lo de ir al hospital.
A todo esto, tanto mi padre como mi madre no hacían más que quitarle hierro al asunto, que ya se le pasaría, que quería ir a casa, que como iba a ir a urgencias sin ducharse y ponerse ropa limpia -seguro que eso en urgencias es algo que les preocupa mucho-, que no era para tanto, bla, bla, bla... Hasta que dijeron que eso le ha pasado otras veces y al final, con los días, se le acaba pasando.
Sobre las 19:00 la metimos en el coche y nos la llevamos -protestando todo el camino- al hospital más cercano tras haber vomitado un par de veces más y asustados pensado la de veces que podía haber estado así sin ir al médico y las complicaciones que eso podía producirle.

Llegamos a urgencias. Las primeras pruebas no eran nada halagüeñas y deciden dejarla toda la noche en observación y con medicación. Por la mañana se repetiría todo y ya nos dirían.
Por la mañana nuevas pruebas; mejores noticias pero aún no buenas. Nuevo tratamiento y orden de ingreso durante 48 horas.
Aquí la cosa se empezó a volver rara.
Resulta que estábamos en un hospital público que está en su misma ciudad y a unos 10 minutos en coche de su casa. Pues resulta que no les corresponde por zona y se tiene que ir a otro ¿¿Perdón?? Nos dicen que no pueden hacer el ingreso de ninguna manera y que van a trasladarla al otro hospital, que ya han pedido la ambulancia.
Preguntamos a qué centro la van a trasladar y nos informan que el hospital que les corresponde (concertado) está en proceso de fusión con otro centro y que es posible que se la lleven a la ciudad de dicho segundo centro (a 3 pueblos de distancia). Flipamos.. o sea, que no la pueden ingresar en un hospital público que está a 10 minutos de su casa, en su misma ciudad, pero la van a trasladar 3 ciudades más allá a un centro concertado.
Unas cuantas horas después llega la ambulancia y, gracias al ambulanciero que amablemente miró el informe, nos enteramos de que al final no se la llevan al quinto pino, que la trasladaban al centro que les corresponde por zona.

Llegamos al nuevo hospital -con un retraso considerable porque cualquiera consigue aparcar en esa zona- y nos la encontramos en la camilla, en mitad de un pasillo, más sola que la una y sin saber nada de nada. Todos los boxes vacíos y la tuvieron más de 1 hora en mitad de un pasillo.
Cuando por fin alguien se digna a venir (no sin haber insistido en el mostrador 3 ó 4 veces) nos dicen que no la han visitado aún y que hasta que no pase el médico no pueden hacer nada..¡Señores! ¡Que es urgencias! Si esa es la política habitual no quiero ni pensar en lo que sufre los que llegan malheridos.

Por fin aparece un médico y, prácticamente sin mirar el informe nos dice que le van a dar el alta. ¿¿Disculpe?? Venimos trasladados de otro hospital porque el tratamiento requería ingreso de 48 horas y nos quería largar a casa en 10 minutos.. Tras empezar a perder un poco los nervios, el buen hombre se digna a mirar el informe y dice que no.. que en 4 horas le tienen que hacer pruebas de control y, según el resultado, ya veríamos.

Pasadas las horas, le hacen las pruebas. Parece que el tratamiento funciona y la cosa se va estabilizando pero lleva más de 24 horas sin comer y puede tener una mala reacción al volver a comer. Así que nos dicen que se queda toda la noche en observación y por la mañana nos dirán.
Media hora más tarde viene una enfermera diciendo que le van a dar la cena y, si la tolera, le dan el alta.
Un rato después viene otra enfermera con 1 litro de caldo -no exagero, era un litro enterito de caldo- diciendo que empiezan con los líquidos, que por la mañana algo más consistente y ya verían. Que la noche la pasa allí.
Empiezan a descolocarnos mucho con las instrucciones contradictorias. ¿Se queda? ¿Se va? Nos están volviendo locos.
Una hora después aparece una doctora con los papeles del alta. Nos largan a casa a las tantas de la noche después de marear mucho la perdiz. Pero, no contentos con eso, le ponen control diario toda la semana a primera hora.
Vamos, que llegamos a casa pasada la medianoche y a las 8:00 había que estar de vuelta para una prueba y el control.. Ya podían haberla dejado ingresada porque iba la pobre mujer hecha fosfatina.. y los demás ni te cuento, que apenas habíamos pegado ojo en 2 días.

Por suerte ya está bien y mañana es la última visita con el médico -han tenido la decencia de dársela a las 12:30 y no de buena mañana- para el control.
Solo espero que se le meta en la cabeza que, cuanto más deja las cosas, peores son las consecuencias y más de culo nos hace ir a todos..

Ufff.. me voy a dormir que mañana será otro día largo.

viernes, 14 de junio de 2013

¡Ya llegó el verano!!

Como he dicho alguna vez mi cultura musical es más que peculiar y tan pronto te canto a Mari Trini como intento emular a Jethro Tull sin ningún tipo de complejo.
Pues como hoy -¡por fin!- es viernes y me apetece acabar la semana de buen humor (que no sabéis cómo de falta me hace después de la semanita bohemio-estresante que llevo) me ha venido a la cabeza un viejo hit de mi época universitaria (si, los 7 lustros ya se me notan.. ¡cómo pasa el tiempo!)

No sabéis cómo me he llegado a reir y disfrutar con esta música. Toda una época llena de sus altos y bajos pero con muy gratos recuerdos.

Ahí os dejo el video.

¡Feliz Viernes! ¡Y buen fin de semana!!


jueves, 13 de junio de 2013

Moda acuática


Para qué engañarnos, la moda acuática, por mucho glamour y mucho bombo que le quieran dar, no da para tener una apariencia mínimamente digna.
En el caso de la moda playera pues aún puedes encontrar el modelito de bikini o bañador (normalmente incómodo de narices) que te siente bien y puedes mantener cierta dignidad con tu sombrerito rollo pamela, tu pareo de moda y pinta de señora bien que no se moja el pelo ni en la ducha.
En una piscina todo cambia. En general el bikini ya queda descartado por la incomodidad de perder alguna parte en plena exhibición de salto de cabeza o en alguna maniobra compleja dentro del agua. si, además, vas a la piscina con niños fijo que acabas buscando la mitad por la piscina infantil entre el regocijo y las miradas críticas del resto del personal.
Los bañadores de natación, por mucho que diversifiquen en el Decathlon, no sientan bien. Que los hay bonitos y hasta algo favorecedores pero el diseño intrínseco de un bañador de natación va en contra de muchas tendencias de moda. Buscando y rebuscando siempre puedes encontrar alguno con el que te sientas suficientemente bien como para mostrarte en público.

El gran problema de la moda acuática, señores míos, son los puñeteros gorros de natación. Yo los tengo de colores, con dibujos y hasta uno con aletas (si, no sé ni cómo llego a mí). Cuando los ves en la tienda, con toda la gama de colores expuestos, con esos dibujitos con diseños tribales y muy modernos, con diferentes materiales.. una se anima y dice ¡Qué bonito! y se compra un gorro para la piscina sin tener en cuenta que esos colores, esos dibujos, esos materiales pierden mucho encanto cuando la prenda en cuestión está embutiendo tu melena y presionándote la frente.
Y si al gorrito en cuestión le sumas unas gafas ya la cosa se va de madre y pareces una mezcla de una cabeza-cono con el hombre mosca.. O a lo mejor solo soy yo que tengo una señora cabeza tamaña XXL y el gorro y las gafas me dan un aspecto de peli mala de terror.

A las clases de piscina con la Princesita voy yo (por logística familiar). Siempre me pongo el gorro delante de ella y me mira muy extrañada -supongo que intentando dilucidar por qué su madre insiste en desvirtuarse de esa manera- y se pasa media clase intentando aferrarse a mi gorro -cosa difícil cuando tu cabeza es tan grande que el gorro no hace ni un pliegue de la tensión que soporta.

El caso es que el otro día mi Costillo aprovechó la jornada intensiva del cole del Principito y se vinieron poco antes de que acabara la clase de la niña. Como quedaban unos diez minutillos y su padre nunca había estado con ella en la piscina, le dije a mi Costillo si quería acabar él la clase. Encantado fue hacía la colchoneta en la que estaba la niña en ese momento y la cogió de las manos para continuar el ejercicio.
La cara de mi Princesita fue un poema pasó de la sonrisa, a la sorpresa extrema, a los pucheros y al llanto desconsolado en cuestión de segundos. Le miraba con horror y espanto y el pobre Costillo le hablaba, la acariciaba e intentaba consolarla. No hubo manera. Con alto grado de frustración vino y me la pasó para calmarla; se calló al instante aferrada a mi bañador -por estas cosas no se puede llevar bikini- y le seguía mirando con desconcierto.
Cuando se acercó el Principito (que jugaba a su rollo al otro lado de la piscina infantil) volvimos al ataque de pánico. Mi niño es un poco delicadito con los ojos y siempre lleva gafas de agua para que no le haga daño el cloro, y su gorro a juego (las greñas no son bien vistas en las piscinas públicas climatizadas)

Al final la idea nos acabó saliendo un poco rana y el berrinche a la niña le duró un buen rato. Mi Costillo ya no quiere ir más con ella a la piscina y el Principito la mira con recelo desde entonces.
Y todo esto es culpa de la horrenda moda acuática a la que nos tenemos que someter para ir a la piscina pública. Estoy convencida de que la pobre niña no reconoció a su padre bajo ese gorro que ocultaba su melena hasta la  cintura (y que le hace una cara/cabeza un poco rara) ni al Principito, escondido tras ese gorro azul eléctrico y esas gafas tintadas (de azul también).
Ahora estoy convenciendo al Costillo de que la lleve él y se ponga el gorro delante de ella para que no flipe al verle.

Espero que así no entre en pánico porque exagerada es un rato la peque..

martes, 11 de junio de 2013

Mala suerte congénita...

Esto ya es para mear y no echar gota..

De normal no es que nos caractericemos por ser una familia con suerte.. ni un poquito de buena suerte solemos tener. Vamos, que jugamos a la primitiva cada semana por tener una ilusión en la vida porque está claro que si en 10 años no nos ha tocado más que añgún reintegro, es que la cosa no va con nosotros.

Pero es que el pobrecito Principito ha heredado nuestra mala suerte y parece que de manera duplicada porque ya empieza a ser absurdo el nivel de cosas que nos pasan.

Cuando había que pedir plaza en la guardería resulta que tocó año de "baby-boom" y la lista de espera para una plaza en la guarde pública era más larga que un día sin pan. Por supuesto, se hizo el sorteo de desempate para ordenar la lista. ¿En qué puesto quedó el Principito? El penúltimo, sí parece que ahí había alguien con peor suerte que nosotros.
El caso es que en los pueblos aledaños siempre habían sobrado plazas para ese curso y también les habíamos inscrito. Por suepuesto ese año todo cristo decidió meter a sus hijos en la guarde y nos quedamos sin plaza en todas las guarderías en 3 pueblos a la redonda. Digno de ver porque en muchas el único que quedaba fuera era él..
Tocó pagar guardería privada e ir tirando como se podía.

Pasaron los años y llegó el momento de hacer la preinscripción al colegio de primaria. Teníamos claro cuál queríamos y parecía que había bastantes opciones. Hicimos la preinscripción, pasamos todo el proceso y publicaron las listas. Había 26 solicitudes para 25 plazas; la probabilidad de quedar fuera era bastante pequeña, ¿no? Pues se hizo el sorteo y ¿quién quedó en el puesto 26? ¡Mi Principito! ¡Por supuesto!
Ese día no me lo creía. Me dió un ataque de nervios al ver que nos habían asignado el cole que está en la otra punta del pueblo (más de media hora andado.. y ¡con un niño de 3 años!). Desesperación total, alegaciones, reuniones, súplicas, amenazas.. Ya perdí el norte y acabé en plan Corleone con la regidora de educación.
Por algún azar del destino, se amplió el ratio por clase en 1 y, aún no me lo creo, pudo entrar. Él consiguio plaza en el cole y yo fama de macarra e histérica en el ayuntamiento. Todo tiene un precio.

Pasa el curso y llega el momento de los coles de verano para suplir esos meses en que los niños no tienen nada que hacer pero los padres pringados curramos como el resto del año. Se publican las bases del cole de verano municipal: 90 plazas por semana, parece que no habrá problema de cupo. ¡JA! Avalancha de inscripciones y posterior sorteo (el más injusto que he visto). Se hacía por orden alfabético y, ¿qué letra salió? Justo la siguiente a la del primer apellido de mi Principito. ¿En qué posición le dejaba eso? ¡¡¡El último!!!! ¡Por dios! Es que parece mentira. En una de las semanas estaba en el puesto 73 de lista de espera. Para flipar, os lo aseguro.

Pero no contentos con eso, decidimos apuntarle a la escuela de música municipal, a ver si desarrolla ese amor por la música que tiene y resulta que es un portento. Ahí ya fuí a sabiendas de nuestra mala suerte y me enteré de que, si se apuntaba otro miembro de la familia (véase yo), le daban puntos extra. Así que ni corta ni perezosa me inscribí para canto coral (¡habráse visto!!) para que le dieran los punticos a él.
Hoy han publicado las listas y ya no sabía si echarme a reír cúal transtornada o a llorar como una magdalena. ¡¡¡Directamente es que ni está en la lista!!! Casi me da un síncope y he hecho a mi Costillo llamar inmediatamente al ayuntamiento a ver qué c..ñ.. había pasado (creo que yo ya soy persona non grata en educación y no es cuestión de volver a montar la escena de madre histérica, que una no es mucho de controlar los nervios).
Resulta que sí que está, con todos sus puntos extra y todo.. pero en la clase de los de 3 años, en lugar de los de 4 años que son los que le corresponden. ¿¿Mande??? Por esta vez parece que la cosa tendrá fácil solución y le cambian de grupo sin más. Ahí viene el problema, a Florecilla no le han contando los puntos extra (que su madre hizo lo mismo que yo)  y está la última de la lista; así que cuando cambien al Principito, ella queda fuera. ¿Os lo podéis creer? Creo que la centralita del ayuntamiento hoy echa humo...

Espero que a mi pobre niño nunca le vaya la vida en un sorteo, porque no tiene nada que hacer..

lunes, 10 de junio de 2013

¡Manos arriba!


Todos tenemos nuestras rarezas y nuestras peculiaridades. Mi Princesita no iba a ser menos y ya va apuntando maneras desde la más tierna infancia.
La verdad es que supongo que esto es bastante habitual pero queda realmente graciosa. Mi niña usa las cuatro extremidades de forma completamente indiferente. Bueno, indiferente del todo no, tiene cierta predilección por los pies. Como aún no camina (ni gatea) supongo que no tiene interiorizada la diferencia pero la verdad es que la chica es de lo más hábil.

En algunos momentos realmente da para reirse de ella. La pose habitual es estar sentada con las manos en alto -como si la estuviesen atracando a mano armada- y tanteando con los pies para coger lo que quiere. Si la coges, ella sigue con las manos en alto y se agita muchísimo los pies intentando llegar al objeto de deseo. Si finalmente lo alcanza, lo agarra con los pies y se lo lleva a la boca con la facilidad y la naturalidad con la que yo me llevo una cuchara con la mano (¡bendita infancia! Menuda flexibilidad se gasta la niña..)

Cuando el Principito era un bebé íbamos a la playa con cierta regularidad (a horas intempestivas para la mayoria de la humanidad como las 6  o las 7 de la tarde) y le encantaba rebozarse por la arena (bueno, eso le sigue encantando). A la que nos descuidábamos se había metido un puñado de arena en la boca y la masticaba entre curiosidad y asco. Lo mejor era cuando, ya un poco mayor, iba andando por la arena y de golpe se tiraba en plancha, hundía la cabeza y abría los brazos y las piernas como si estuviera nadando braza o algo así; de paso aprovechaba para abrir bien la boca y comerse la ración pertinente de arena... Luego las deposiciones parecían crocanti; digno de ver.

En cambio la Princesita nos ha salido más señorita y, las veces que la hemos llevado a la playa, se dedica a inspeccionar el terreno con los pies y las manos bien en alto. Escarba, tantea, lanza arena, coge "puñaditos" con los pies. Digna de ver también. Si no fuera por el descojone que lleva encima mientras hace todo eso, parecería una señorita bien y finolis.

Ir con ella en brazos se ha convertido en deporte de riesgo. La niña, con casi seis mesecitos ya, es de lo más hábil y donde pone el ojo pone el pie. Vamos, que la llevas en brazos por la casa hacia el cambiador y de golpe notas cierta resistencia y es que la niña se ha aferrado a un pomo de una puerta y está firmemente cogida a él. O bien oyes un golpe y es que la niña ha pillado al vuelo algún objeto que resulta demasiado pesado para sus piececitos y acaba en el suelo. Pero el colmo es levantarte de la mesa con ella en brazos y ver como la mitad de la vajilla se va al suelo porque la peque ha cogido el mantel con los dedos de ambos pies y te mira dejando clara su intención de NO soltar el botín bajo ningún concepto.

Visto lo visto, hemos decidido que la Princesita tiene que ir sí o sí siempre con zapatos. Los calcetines no son suficientes y aún tiene poder de agarre; hay que poner alguna barrera mayor.
Cuando la cogemos en brazos siempre le sujetamos los pies con una mano mientras con la otra intentas soportar el peso y el ajetreo que se trae continuamente. La gente nos mira raro, como si no supiéramos coger a un niño en brazos pero es que ellos no tienen que limpiar la casa y comprar menaje nuevo cada vez que se levantan de la mesa.
Todos los objetos frágiles quedan fuera del radio de acción de las piernas de la niña al estar en brazos. Ahora mismo es más seguro tener las cosas en lugares bajos, que el Principito ya no es un destrozón y la Princesita aún no gatea y no puede acercarse por voluntad propia a esa altura.

Vamos, que ahora mismo nuestra casa parece todo lo contrario a lo que suele tener en una casa con bebés. Objetos frágiles en lugares bajos a la altura de la mano, nada de topes de puertas o cajones (me da miedo partirle un dedo si se agarra a algo que esté bloqueado). La mantelería de casa bien ha sido sustituida por manteles individuales y de bambú (que són más rígidos que los de tela y le cuesta cogerlos); así si se aferra a alguno, como mucho, cae un solo cubierto y no la mesa entera.

No sé qué vamos a hacer cuando ya sea capaz de desplazarse por sí misma. Espero que el tener los pies ocupados en otros menesteres (como el de desplazarse) le resten capacidad de agarre del mobiliario casero.
Ya veremos..

viernes, 7 de junio de 2013

Tranquilidad relativa

Pocas cosas en esta vida podemos valorar de forma absoluta y todo tiene un carácter relativo dependiendo de nuestras expectativas, experiencias, conocimiento...
Cuando además el tema concierne a comportamiento infantil, el relativismo toma todo un nuevo significado.

Mi Principito es un niño adorable como el que más y fue un bebé sociable y feliz. Eso sí, tranquilo, lo que se dice tranquilo, no ha sido nunca. Ya desde el vientre materno me tenía frita a patadas, puñetazos y golpes varios de forma continuada. Evidentemente al salir al mundo exterior nada de eso cambió y pocas veces he visto un bebé tan esbelto como lo era él (difícil no serlo cuando no dejas ni una sola caloria sin usar con tu movimiento). Hay gente con lo que se llama el "Síndrome de la pierna inquieta".. pues nosotros teníamos el "síndrome del bebé inquieto" porque parecía una maraca en modo vibrador continuo. Agotador. Es que ni durmiendo se está quieto; cada mañana cuando entro a darle el beso de despedida hay tal amasijo de sábanas, cojines y niño en posturas imposibles que queda claro que no ha estado precisamente relajado esa noche.

Explico esto porque es el punto clave para el relativismo de la situación que me encuentro en la piscina cada día.

Mi Princesita tuvo un primer encuentro con la piscina un tanto accidentado y parecía que no iba a ser santo de su devoción. No obstante, en las posteriores sesiones, se ha ido relajando y ahora disfruta como una enana y se ríe sin parar durante la clase. 
Se da la tesitura de que en el grupo al que vamos son todo madres/padres primerizos y la mqyoría son bebés bastante tranquilos y pachorrones. Todo calma y tranquilidad. Sólo nos falta un poco de ambiente zen para hacer una sesión de meditación en grupo en lugar de una clase de natación infantil.

El caso es que mi Princesita, que es la más pequeña del grupo, disfruta mucho del agua. Chapotea, salpica, mueve los pies, se ríe, balbucea, hace los ejercicios a su manera (no conseguimos nunca que el Principito se estuviera boca-arriba ni 10 segudos y ésta se da la vuelta a la mínima de cambio mirando al techo con devoción). Hasta ahí ningún problema; los demás padres del grupo me sonríen y me miran con cierta condescendencia "Es movidita, ¿eh?" Ahí cuando viene el problema.. Mis ojos se abren como platos y con cara de flipe total digo cosas del tipo "¡Pero si es súper tranquila!" mientras la niña da saltitos entre risa y chapoteos.
Claro.. entonces vi yo su cara de susto en plan "¡Dios! Si considera tranquila a esta niña.. ¿cómo será su otro hijo??!?" Creo que no le estamos haciendo ningún favor al índice de natalidad el pueblo con este tipo de comportamiento.
Luego salimos de la piscina y mi Principito está en la puerta esperándonos , saltando, corriendo, bailando como un fanático del Ska, haciendo volteretas en los arcos de aparcar bicis... Ahí es cuando me miran y entienden mi sorpresa por considerar movidita a mi niña. Creo que hay padres de gemelos que tienen menos estrés que nosotros con nuestro hijo.

Y es que claro, todo es relativo. Ya no sólo por el hecho de que la comparación con el Principito hace que cualquiera parezca un remanso de paz, sino porque una ya no es madre primeriza y está muy curada de espantos. Mi niña es una joya a la que puedes llevar a cualquier parte sin montar un escándalo, se queda en su sillita feliz y entretenida, no molesta, no llora si no tiene hambre.. ¡Una auténtica maravilla! Que no para quieta ni un segundo, cierto.. pero ¿y qué más da? Si la pobrecita se tiene que entretener en algo mientras los padres no primerizos no le prestamos ni la mitad de atención que el resto a sus bebés. Es cuestión de supervivencia, digo yo.

Pero todas estas madres nuevecitas con bebés tranquilos entran en pánico de pensar que, de tener otro hijo, les puede salir tan "tranquilo" como Princesita o, peor aún, como su hermano.

Aunque una cosa está clara, si nosotros hemos sobrevivido al primero y hasta hemos repetido -con el consecuente peligro de que el segundo saliera igual y necesitáramos internamiento psiquiátrico- está claro que todos somos capaces de salir adelante y que el ser humano es capaz de adaptarse a las condiciones de vida más variopintas que puedas imaginar.

Así que la próxima vez que alguien me diga que mi niña es un nervio, la respuesta más adecuada sería "¡Pero si es relativamente super tranquila!"; que ahí, además de mirarme con espanto pensando en otros posibles descendientes míos que hagan que parezca que la niña es tranquila, me mirarán con cara de "Esta tía es muy rara, mejor tomar distancia".. y a lo mejor hasta tienen razón..

¡Ale! ¡Un viernes relativamente feliz para todos!




jueves, 6 de junio de 2013

Los buenos momentos.

Principito bebé en brazos de su padre Costillo
El sueño y la baja moral nunca son buenos consejeros.
Esta semana está siendo un poco durilla para mí. Todos necesitamos unos días de autocompasión, egocentrismo negativo y llorera intensiva de vez en cuando. Es el primer paso para seguir adelante. Pero ya está. Hoy me he levantado con el firme de próposito de mejorar mi estado de ánimo -que está a nivel del inframundo- y empezar con tono positivo.
Por eso recupero este post que tenía escrito de hace semanas, antes de amplicaciones de jornada, de pataletas diarias, de noches sin dormir (la Princesita suele dormir muy bien).

Algunos días no tienen nada de especial. Algunos días parecen ser simplemente un día más. Algunos días no tienes motivos para especiales para sentir felicidad. Algunos días vives sin más.. y algunos de esos días la vida es maravillosa de verdad.

Un día cualquiera, no pasa nada en realidad; te levantas, te vas a trabajar y todo parece normal. La mañana en BohemiaLandia transcurre con total tranquilidad y vuelves para casa relajada y sin darle vueltas a nada.

Hace buen día, aunque aún un poco de frío. el cielo está despejado, no hay nubes y el tráfico es fluido. Al tomar la salida de mi pueblo, que hace bajada hacía la playa, me encuentro de frente con una espléndida vista del mar; está tranquilo, liso y muy azul. Sólo tengo ganas de llegar a casa y comerme a besos a mi Princesita; aún queda un rato para que el Principito salga del cole pero tengo ganas de verle también.

Increíblemente la niña está despierta y súper feliz; no hace más que reír y hacer monerías. El Principito sale del cole contento y dicharachero; no hay broncas, no hay carreras por la calle, no hay enfados.. todo perfecto hasta llegar a casa. La comida parece que le gusta y tiene bastante hambre así que no se oyen protestas en la mesa y todos comemos en armonía.

En la sobremesa no le apetece siesta -se me está haciendo mayor- y nos quedamos todos en el sofá jugando, riendo y haciendo el tonto. Suena por la radio una canción animadilla (Christina Aguilera creo que es.. ¡quién me ha visto y quién me ve!! si hasta reconozco a la tiparraca..) y todos nos ponemos a bailar. Mi Costillo tiene a la Princesita en brazos que se parte de la risa con el meneo y la música. El Principito la coge de las manos y baila con ella en brazos de papá; este niño tiene madera de payaso. La peque se ríe aún más; el Principito se ríe con ganas y baila como un loco por todo el salón. Mi Costillo y yo nos apuntamos a la fiesta y la casa es más que nunca una corte de locos.

La vuelta al cole en familia es plácida y tranquila. Al salir le recogemos y bajamos a la playa. No hay ni un alma; aunque hace buen día hay bastante viento. Cualquier excusa es buena para marranear y revolcarse por el suelo. Mi Principito acaba con arena hasta en el DNI.
La visión general es completamente bucólica para mí. Estoy sentada en la arena viéndoles jugar y me invade un sentimiento de completa felicidad.

Empiezan a caer unas gotas y toca salir corriendo hacia casa. Entre risas y gotas de lluvia hacemos el trayecto de vuelta rápido y sin percances.

Una vez en casa, ducha, pijama, cenita y listos para ir a dormir pronto. El buen rollo se palpa en el ambiente.

Lo dicho, algunos días adoro mi vida. Así sin más. No necesito más que algo de tiempo, a mi familia y poderlo disfrutar.

miércoles, 5 de junio de 2013

Noche de Imaginaria..


Entre lo que recuerdo de las batallitas de la mili de mi padre están muy presentes las noches de imaginaria. Esas noches de guardía, con relevos, sin dormir... una auténtica pesadilla.
Así hemos estado esta noche en mi pequeña corte de locos. La diferencia es que en lugar de ser un sargento que nos ordena la noche en vela, tenemos una Princesita que decide por sí misma cuando se puede o no se puede dormir en casa.

Ayer muy fue un día largo y completito en la corte de locos. Al trajín habitual se le añadió el inicio de los cursos de natación del Princpito y la Princesita que, además, no coinciden. Cuando sale una entra el otro y eso nos obliga a desdoblarnos y vernos sólo de pasada en la puerta todos con prisas.

Los cinco primeros minutos de piscina fueron gloria. La Princesita estuvo contenta, juguetona y de lo más entusiasmada con la pedazo de bañera en la que la había metido. Luego fueron llegando el resto de bebés del curso y el monitor. Ahí ya empezó a no gustarle tanto el tema y ya hacía pucheritos viendo el gentío que se acumulaba a nuestro alrededor.
Cuando la clase en sí comenzó, el monitor dió las instrucciones y cogió a la Princesita como ejemplo para hacer una demostración del ejercicio. Ahí fue cuando la peque entró en modo pánico y se pudo a llorar como una posesa. El monitor ni se inmutó, que ya son muchos años de hacer cursos con bebés y encontrarse estos percales a menudo.
Intenté consolarla y seguir haciendo los ejercicios. La calma duraba segundos, mientras la tenía acurrucado contra mí. A la que tenía que separarla volvíamos a entrar en bucle de llanto desconsolado. Al final descubrí que le encanta chapotear -cogerle las manitas y golpear el agua para que salpique un poquito- y que esa era la manera de conseguir la suficiente calma para hacer algo y no incordiar a todo el personal. Espero que el próximo día la cosa vaya mejor...
En el vestuario no mejoró la situación. Primero la vestí a ella -por eso de evitar una hipotérmia- y la dejé en una de las tronitas que hay para poder vestirme yo.. Desastre total. El llanto y los lagrimones eran de escándalo; estiraba los bracitos hacía mí y balbuceaba su "mmammi" -haciéndome casi llorar a mí también.
Por fin conseguí recomponernos a las dos y salir de la piscina ya bastante tarde. Mi Costillo y el Principito esperaban en la puerta bastante nerviosos por la hora que se estaba haciendo. Besitos rápidos y todos corriendo para la siguiente actividad: yo sesión formativa en el ayuntamiento con Princesita a cuestas, ellos curso de piscina del Principito.

A las ocho de la tarde volví a casa. El Principito hecho polvo miraba los dibujos en el sofá, mi Costillo hacía la cena y la Princesita venía dormida. Momento de paz y calma que auguraba una buena cena y posterior noche.. ¡JA! Eso de que el niño está cansado y duerme del tirón, en mi casa no sucede..

Con la cena empezó el festival. El Principito no lleva muy bien mi reincorporación y el aumento de jornada laboral ha sido la puntilla. Rabieta de órdago, gritando, tirando cosas, golpeando, tirándose al suelo a patalear... Agotador. Intentamos calmarle, hablarle bien y tener la cena en paz y, aunque en algunos momentos parecía que íbamos por buen camino, en un segundo se le volvía a ir la olla y volvíamos a empezar.

Intento tomarme las cosas con humor pero llega un momento que no puedo de ninguna manera.
La heridita de mi corazón el día que me tuve que reincorporar se convirtió en algo bastante profundo el día que aumenté mi jornada y ayer ya pasó a agujero negro tamaño astronómico.. Mi hijo no me quiere. Me lo repite sin cesar, me echa de la habitación, me pega si intento abrazarle.. ni siquiera quiere ir conmigo al parque. Sé que está enfadado porque no estoy tanto con él pero esas escenitas pueden conmigo. Anoche estuvo más de una hora gritándome, echándome y montando un pollo de impresión reclamando a su padre.
Al final, el Costillo subió y el Principito se acabó durmiendo agotado entre sollozos.

La Princesita no ha sido mucho mejor. Esta noche se despertaba cada media hora llorando y solo se calmaba poniéndola al pecho. Un desastre de noche sin pegar ni ojo y sintiendo un vacío y un agujero inmenso en el corazón.

Parezco una exagerada pero de un tiempo a esta parte estas escenas se han vuelto diarias y cada vez más intensas. Me minan la moral y cada vez tengo menos fuerzas para enfrentarme a ellas.

Cada día me siento peor madre y no veo ninguna luz al final del túnel.

Necesito que lleguen las ansiadas vacaciones de una vez (que todavía no tenemos fijadas...)

martes, 4 de junio de 2013

Papás y mamás

¡Qué grande Quino!
No sé si tiene que resultarme preocupante o no pero, de momento, me hace mucha gracia. El Principito y amigos ahora tienen como juego favorito jugar a "papás y a mamás" (con toda la inocencia de criaturitas de sólo 3 años). Supongo que no es más que un juego de imitación y es lo que toca en esta fase de desarrollo pero da pie a situaciones un tanto peculiares.
Normalmente se reparten los roles y no siempre de la forma que a un adulto le podría parecer la más lógica. En muchos ocasiones el Principito es la mamá o incluso el bebé. Van rotando las responsabilidades y todos juegos en todos los papeles. Es ciertamente curioso verles porque imitan comportamientos que una preferiría obviar de cara al público.

A veces nos encontramos en conversaciones que nos dejan un poco descolocados.

   Nos: ¿Qué hacéis?
   Prin: Jugamos a papás y a mamás.
   Nos: Ah.. ¿y tú eres el papá?
   Prin: No, yo soy el bebé y Florecilla es la mamá.
   Nos: Ah.. Florecilla, ¿tu eres la mamá?
   Flor: ¡Claro! ¿No ves que yo tengo pistola? Soy la mamá

No sé quién flipó más, si nosotros pensando que tal no deberíamos dejar al Principito jugar más en casa de Florecilla porque no quiero ni pensar en qué momento su madre saca la pistola; o la madre de Florecilla -que más bien es de tendencia hippy y liberal- que abrió los ojos como platos preguntando un "¿QUÉÉÉÉÉÉÉÉ?" que dejó muy claro que ella tampoco sabía en qué momento había aparecido eso de la pistola.

Siguen jugando y saltando y haciendo el loco por la calle como buenos niños de 3 años despreocupados y felices. Al rato vemos que se han hecho con una cañita (de esas de plástico para beber) y van diciendo que es su bebé. Eso no nos parece fuera de lo normal; usan de bebé prácticamente cualquier cosa que se encuentran por ahí: piedras, hojas, ramas, tapones de plástico.. Y si no tienen nada a mano, pues es un bebé invisible que llevan a cuestas.
A la cañita en cuestión la someten a todo tipo de maltratos, golpes, lanzamientos, pisoteos, mordisqueos... -cada vez me da más miedo que se acerquen a la Princesita viendo cómo tratan a su supuesto bebé- hasta que deja de tener consistencia física y la abandonan en cuaquier papelera. Mientras lo hacen Florecilla empieza a gritar como una loca increpando al bebé y a mi Principito. Su padre -el de Florecilla- le dice que baje la voz, que por qué grita

   Flor: ¡Es que soy la mamá!
   Padre: Pero no por eso tienes que gritar...
   Flor: ¡Sí! ¡Porque soy la mamá!
   Madre: Pero las mamás no gritan...
   Prin (por lo bajini): Bueno... a veces un poquito si, ¿eh?

Florecilla se ve el percal y decide que mejor cambia de tema, que decirnos a las mamás que gritamos, pues como que no es la mejor estrategia para tener una tarde de paz. Salen corriendo y siguen gritando como locos por la calle.
La otra madre y yo nos miramos con cierto complejo de verduleras.

Más adelante van con los brazos cruzados sobre el pecho y les preguntamos qué hacen:

   Prin: Mi bebé tiene que comer.
   Nos: ¿Y qué come?
   Prin: ¡Teta! ¡Es un bebé!
   Nos: ¿Y quién le da teta a tu bebé?
   Prin: ¡Pues yo! Es mi bebé.
   Nos: ¿Ahora tu eres la mamá?
   Prin: Noooo..... - el tono es de duda total. No entiende a qué viene esa pregunta. Parece que la lactancia de su hermana le tiene un poco confuso.

Al rato ya van andando normal y les preguntamos por sus bebés, que ya no parece que lleven en brazos.

   Prin: Es que mi bebé ya sabe andar solo.
   Nos: Anda, ¡qué mayor ya!
   Prin: Si, ya es mayor y yo le dejo cruzar sin coger la mano porque ya sabe que tiene que mirar...

Eso es un puyazo en toda regla porque a él no le dejamos cruzar suelto. El tono ya deja claro el retintín y se va cabeza en alto, todo dignidad.

Cuando hace de papá le oyes decir muy a menudo "No te hacía caso porque es que me he despistado.." o mil situaciones inventadas en las que se "despista" como excusa. A mi Costillo tampoco le hace gracia verse retratado en esos juegos y esperamos que se le pase pronto la fase.
Por suerte y como dice el refrán, en todas partes cuecen habas, y ver a las caras de los padres de los demás niños es todo un poema. Estamos todos de atar por lo que se ve en el parque..

De momento nos pinta como despistados, gritones y controladores. ¡Qué mala madre me siento!

lunes, 3 de junio de 2013

Desconciliada


La conciliación familia-trabajo en este nuestro país es de risa, y eso es de dominio público. No voy a hacer un simposio sobre el tema ni a compararnos con otros países que tienen modelos diferentes (no todos ellos mejores precisamente).
A lo mejor no me importaba lo más mínimo dejar de trabajar por cuenta ajena desde el segundo uno después de nacer mi Principito. Tal vez seria feliz sin una carrera profesional (que tampoco es que me llene mucho ahora mismo) a cambio de estar todo el día con mis niños ahora que es cuando realmente me necesitan. Quizá me habría planteado una pausa para ejercer de ama de casa y madre a tiempo completo. Pero no he tenido elección, como la mayoría de madres de este país. Vivir con un único sueldo y una estabilidad laboral muy precaria después de tantos recortes (salariales y de derechos laborales) es una utopia de dificil alcance para muchos.

El caso es que no me quedó más remedio de reincorporarme el mismo día que mi Princesita cumplía las 16 semanas. Creo que pocas cosas he hecho en mi vida que me hayan costado más que salir de casa esa mañana.
Me lenvanté a la hora habitual, las 6:15. Ducha, ropa, peinarme mínimamente y preparar las cosas para el día de trabajo. Hasta ahí todo normal. Entonces tocó coger a mi bebita en brazos, completamente dormida, para darle de comer antes de marcharme. Ese cuerpecito acurrucado contra mí, ese calorcito emanando, el sonido rítmico de su respiración, ese olor a bebé que me llegaba... los lagrimones me caían a borbotones por toda la cara e intentaba contener los hipidos para no despertarla del todo. Cuando se soltó la dejé en su camita completamente dormidita, con una paz y una cara de felicidad que no tienen precio.
Salí de la habitación conteniendo el llanto y pasé a darle un beso al Principito en su cama. También estaba completamente dormido y se encogió un poquito al contacto, suspirando suavemente.

Al cerrar la puerta de la calle se me partió un poquito el corazón y me fui de casa con la peor sensación que he tenido en mi vida.

En el trayecto hizo lo posible por recomponerme y no llorar como una magdalena todo el rato. En el trabajo procuro disimular para que no se me nota demasiado las ganas de salir pitando que tengo. Pero el primer día fue muy duro y muy largo (pese a la reducción de jornada)
Los compañeros tampoco ayudan mucho. Están los de "¡Qué exagerada! Si solo son unas horas.." y las de "Todas lo hemos hecho y no pasa absolutamente nada". Pues lo siento pero que a las demás les duela en el alma dejar a su bebé de 16 semanas en casa para irse a trabajar no me consuela; que no se les encoja completamente el corazón al separarse de su cuerpo no me quita mi desazón; que no les entren ganas de llorar cada mañana al salir de casa no hace que yo me sienta mejor; que se reincorporen como si nada pasase no elimina mi sentimiento de culpa... Y, sinceramente, no me las creo. Cualquier madre normal y sin problemas serios de desnaturalización sufre el primer día que tiene que dejar a su bebé de 16 semanas para irse a trabajar. Tal vez se hagan las fuertes e intenten ocultar el dolor pero tiene que estar ahí fijo.

Esa mañana la Princesita no quiso comer nada durante las horas que estuve fuera y mi Principito preguntaba por qué mamá no estaba en casa para llevarle al cole.

Estuve al borde del llanto cada mañana durante semanas. Aún hoy se me saltan con facilidad si en algún momento me paro a pensar un poquito más de la cuenta en ellos. El ritual de cada mañana se ha convertido en rutina y ese olor a bebé de mi Princesita y ese suspirito de paz de mi Principito cuando le doy el beso de despedida me acompañan cada día.

Pero los recortes, las dificultades económicas y mucha de la agitación de BohemiaLandia me han forzado a ampliar mi jornada.
Hoy, por primera vez, no podré recoger a mi Principito a la salida del cole. Hoy, por primera vez, no podré comer con mi niño mientras me cuenta sus cábalas infantiles. Hoy, por primera vez, mi Princesita va a tener que comer sí o sí algo diferente ya que su mamá no podrá llegar a tiempo a casa.
Hoy, por primera vez, he hecho todo el camino sin poder contener las lágrimas. Hoy, por primera vez, empiezo a pensar que el paro no sería una mala opción y ya vendrán tiempos mejores. Hoy, por primera vez, uso el blog para desahogarme en la tranquilidad y la libertad que da el anonimato.

Hoy por primera vez me siento una madre pésima, una mala persona y un ser humano detestable.

viernes, 31 de mayo de 2013

¡Por fin es viernes!


"I don't care if Monday's blue, Tuesday's grey and Wednesday too; Thursday I don't care about you... ¡¡¡It's Friday, I'm in love!!!"
Me encantan The Cure pero reconozco que la escucha prolongada de su música te incita más a cortarte las venas que a bailar y saltar con ella. No obstante esta canción es diferente; me anima, me sube el ánimo (que buena falta me hace ahora mismo), me entran ganas de saltar, de bailar, de gritar.. Mira tu qué chorrada, ¿verdad?

Lo mismo me pasa con el "¿Qué puedo hacer?" de Los Planetas (otros cuya escucha prolongada es para cortarse las venas o desear darle un par de guantazos al tal Jota a ver si despierta y canta con un poquito más de energía..). Mi Costillo dice que para él esa canción tiene 2 comienzos. Como empieza a cantar justo cuando con la música cuesta reaccionar y siempre le pillo a media frase y, claro, la pongo al principio de nuevo para poder cantar a grito pelado convenientemente.

Pero el buen rollo matutino ha desaparecido nada más llegar a BohemiLandia y ver que la reunión para las vacaciones se pospone al Lunes y bla, bla bla. Mis neuronas usan toda la energía del buen rollo del trayecto para pillar un cabreo monumental y prepararse para contestar el mensaje del jefe. La neuronaBSO ya se ha puesto en marcha y viene con la mañana cañera "Voy a ser un tipo inteligente, ya no me la van a dar !nunca más! Voy a ser un poco impertinente y a caer un poco mal, sin faltar..." va sonando en mi cabeza mientras redacto mi respuesta.
Llega el resto del personal y el cabreo se hace extensivo -"Mi nombre es Legión, porque somos muchos, somos multitud.."- y cuando oímos la puerta del despacho del jefe mi cerebro ya está con Carmina Burana a toda leche visualizando hordas de soldados corriendo hacia la batalla (sí, es un poco dramático a veces..)
El jefe aparece en nuestra sala -"Si estás con nosotros, estás contra ellos, lo quieras o no ya no hay término medio"- y empezamos a argumentarle el por qué es importante fijar las fechas de una vez.
La cosa ya empieza mal porque cuando en los primeros minutos de conversación sale la frase "Yo soy el jefe y esas decisiones tienen que pasar por mí" ya sabes que alguien viene con los humos muy subidos y muy poquitas ganas de escuchar al personal -"Ser el rey del hormiguero no es motivo de envidiar, como si fuera el guarda del redil. Ven p'aca que parece que te has vuelto a confundir."- pero lo seguimos intentando aunque sea como darse cabezazos contra un muro.
Llega momento en que la discusión es absurda por definición; casi una hora discutiendo porqué en ese momento no podíamos discutir lo que estábamos discutiendo.. -"La cosa es fácil si la sabes llevar; vas de profeta con mucha inspiración y a mí esas cosas me joden un montón."- hasta que ha llegado el final de mi jornada y he salido de allí con todo el en aire igualmente y tal grado de mala leche encima -que porque soy una mujer pacífica que sino me lío a mamporros con alguien- que he acabado vomitando antes de llegar a la parada.

Ya entre las chonis verduleras y demás elementos que me acompañan en el trayecto, la neuronaBSO se ha ido relajando -"Pero hoy no nos queda ilusión y los sueños se pudren. Hoy ya no veo figuras si miro a las nubes. Hoy, que nos contaminaron con algo asqueroso. Hoy, con rencor, con poder, con dinero y con odio."- aunque en tono un tanto negativo.
A medio camino me he dicho ¡¡¡PERO SI ES VIERNES!!! y la cosa ha empezado a cambiar de tono -"Al cantar me suelo olvidar de todos los malos momentos; convertir en virtud defectos."- que esto solo es un curro y no sirve más que para pagar las facturas -"de pequeño me impusieron las costumbres, me educaron para hombre adinerado.. pero ahora ¡prefiero ser un indio a un importante abogado!"

Y he llegado a casa cantanto "Creí que me había equivocado. Luego pensé... Que estoy bien aquí, en mi nube azul , todo es como yo lo he inventado .Y la realidad...trozos de cristal ; y al final hay que pasar descalzo" y a la realidad ya me enfrentaré el lunes que ahora tengo un gran fin de semana para estar con mi familia.

¡Feliz Viernes!

jueves, 30 de mayo de 2013

Inquietud bohemia

Alta Tensión
http://josamotril.files.wordpress.com

Los bohemios están alterados. No sé si será la primavera, la llegada del buen tiempo, que ya ven las vacaciones a la vuelta de la esquina... pero la tensión se palpa en el ambiente.
Andan revueltos por los pasillos; mucho movimiento, mucho ajetreo, mucho cuchicheo. Algo se está cociendo y, para variar, no nos estamos enterando de nada. Luego pasará lo de siempre, las prisas, las carreras, todo para ayer..

No son sólo los bohemios los que están al borde del infarto por alta tensión. Nuestro departamento no se queda corto. Somos cuatro gatos pero esto parece un culebrón o una saga tipo Juego de Tronos en que todo son maquinaciones, confabulaciones y conspiraciones. Bueno, no lo son, pero es lo que parece. Entre los mindundis la cosa está tranquila pero las altas esferas parecen que tienen otros planes y, sinceramente, miedito me da pensar por dónde nos pueden salir ahora.

A estas alturas del año y aún no hemos conseguido fijar las fechas de la vacaciones. ¿A alguien le puede parecer normal? Todos los departamentos y todos los bohemios lo tiene cerradito desde hace meses.. nosotros aún seguimos con filosofías de trabajo, rumbo departamental y planificación de tareas para poder saber qué días tenemos disponible ¿Perdón??? Como si antes de vacaciones fuésemos capaces de acabar todo el trabajo acumulado que nos da para año y medio.
Y en esas estamos. No hay manera de conseguir una respuesta clara de nuestro queridísimo jefe:

 Nos: Queremos coger las vacaciones en estas fechas. Falta saber las tuyas para cuadrarlo todo.
 Jefe: Yo soy el jefe y estas decisiones tienen que pasar a través mio.
 Nos: Por eso te decimos las fechas y te preguntamos las tuyas.
 Jefe: Aún queda poner sobre la mesa las tareas pendientes.
 Nos: Pues todas las que ya sabes. No han cambiado y las tienes listadas. ¿Qué días coges tú?
 Jefe: Hay que hablarlo como equipo.
 Nos: Ya lo estamos hablando, ¿qué fechas has escogido tú?
 Jefe: Habrá que planificar las tareas antes de decidir los días.
 Nos: Decidimos los días y luego ajustamos las tareas a las fechas que estemos aquí. ¿Tus días?
 Jefe: Mañana hacemos una reunión para hablar del trabajo pendiente.
 Nos: Pero si todos sabemos lo que tenemos pendiente. Sólo falta saber qué días quieres tú.
 Jefe: Pues entonces quedamos mañana por la mañana.

He estado a punto de pedirle un destornillador, porque la sensación de impotencia e incredulidad es la misma.
No recuerdo un sólo año en que haya podido hacer las vacaciones en las fechas que quería/pedía/necesitaba. El año pasado tuve que hacer malabarismos con el Principito para encontrar quién se lo quedara la primera semana de agosto, con sólo un par de semanas de antelación. Y la semana que me marchaba aún quería que me quedara una más. Como la única opción disponible a mediados de agosto, con un niño pequeño a tu cargo y sólo 4 días para buscar canguro era traérmelo conmigo a trabajar, me dejó librar esos días como si me hiciera el favor del siglo.
No quiero ni pensar en la reunión de mañana. No soporto más ritmos de trabajo, filosofías y rumbos. Sólo quiero poder llegar a casa y decir "Costillo, tengo vacaciones de tal a tal" y punto.

Viendo el percal y la falta de transparencia, se avecina una buena. Los bohemios deben de estar montando un buen sarao y me da a mí que vamos a pringar y mucho (como siempre, dicho sea de paso).
Tal y como está el patio me veo estresada currando horas extra para cubrir el marrón que nos haya caído encima o bien estresada en la cola del paro pensando dónde leches encuentro trabajo ahora.

Y que con unas gastritis aún latente, no está mi estómago para seguir gestando úlceras.


miércoles, 29 de mayo de 2013

La fauna urbana..

http://www.conbici.org

Una siempre ha sido de casta humilde y he formado parte de la fauna urbana entre la que me sentía una más; una más que se pegaba el madrugón para coger el autobús para ir a la facultad, una más se acinaba en el metro para ir a trabajar, una más que pateaba por la calles a las 7:00 como si fuesen suyas.. Vamos, una urbanita en toda regla, todo cerca, todo al alcance de un par de paradas de metro.

Entonces nos mudamos a un pueblo a las afueras. A ver, no es que vivamos en una aldea dejada de la mano de dios, es un "pueblo" de 30.000 habitantes y con todos los servicios, pero un pueblo al fin y al cabo. No te das cuenta y de inmediato te acostumbras a las calles tranquilas, a los niños yendo solos al cole, a los juegos en el parque al acabar las clases, a las reuniones de placeta, a olvidarte el bolso 2 horas en un banco y que esté ahí al volver (esto más que por ser un pueblo fue pura chorra.. que no es normal en ninguna parte).
Así que, con el tiempo, te das cuenta de que te has vuelto más de pueblo que las patatas y, ¿qué queréis que os diga?, me encanta. Sin estrés, sin agobios, sin acinamientos, todo el mundo te saluda (como la madre del Principito pero eso es otra historia...), te involucras en las actividades del pueblo, coincides con el regidor de educación tomando un café y charlais cordialmente.. Vamos, algo impensable cuando vivía en la gran ciudad.
Y claro, te malacsotumbras muy, muy rapidito...
Y toca coger el coche para entrar en la MacroCity e ir a currar.. y el primer día que coges el coche y te das cuenta de que llegas con taquicardia y a punto de tener un infarto de lo loca que va la gente, la cantidad de coches que hay de repente -que han estado ahí siempre, pero ahora no estás acostumbrada a verlos- por todas partes, la mala leche que se gasta el personal de buena mañana.. Total, que por el bien de tu salud decides usar el transporte público.
Y toca coger el tren de buena mañana para entrar en la MacroCity e ir a currar.. y el primer día que subes al tren te das cuenta de que llegas sudando, mareada, agobiada y muy cabreada de ver lo loca que va la gente, la cantidad de usuarios de tren que viajan a la misma hora que tú -que siempre han estado ahí pero tú no cogías ese tren-, la mala leche que se gasta el personal de buena mañana... Total, que te planteas dejar de currar y que les den por saco a todos. Eso sería idílico pero la economía no lo permite. Así que buscas una "solución de compromiso".
Mi solución de compromiso es ir en coche hasta la entrada de la ciudad, justo antes del inicio de la caravana terrible y la mala leche matutina, aparcar en un barrio chungo y coger un transporte público minoritario que me deja en la puerta del curro.
Entonces descubres la calma, la tranquilidad y la comodidad de usar un transporte público en el que viajáis cuatro gatos.. ¡Pero qué cuatro gatos!

Años a era una más entre la fauna urbana y me sentía plenamente integrada.. Ahora mismo disfruto viendo la fauna con la que me mezclo cada mañana y hasta me sube la moral matutina. Que una sigue yendo con unas pintas que mi madre no considera de "señorita" ni de lejos (algunos días no tengo nada que envidiarle al cantante de Jane's Adiction) pero soy todo glamour en comparación.

Como ha he dicho voy en coche hasta una zona un tanto chunga, zona de guerra. La parte positiva, jamás de los jamases prondrán estacionamiento de pago (zona azul o similares) porque no hay controlador que los tenga tan cuadrados como ir allí poniedo multas. La otra ventaja, nunca ves un revisor en el transporte público (por el mismo motivo de antes, supongo) y no hay masificaciones en ningún momento.
Eso sí, a cambio compartes espacio con muchas "chonis verduleras" con las que te partes- son muy buena gente en realidad pero escandalosas y brutas hasta decir basta-, sus hijos "minichonis verduleros" -que ni el Principito en su peor día me monta tanto escándalo- y toda una serie de indiviuos de dudosa reputación y escasa higiene personal -que menos mal que somos 4 gatos porque si llega a ir lleno, éstos últimos serían mortales de necesidad..
Así, en un mismo trayecto te puedes enterar de que el "Rulas" se la ha dado a la Jenny, de que al "Petate" su vieja le ha corrido de la quely, de quien se lo ha montado con quien en Gran Hermano XXL, de cuánto cuesta el quilo de bragas en el mercadillo o a cuánto está el gramo de coca en el barrio.. Todo un sinfín de sabiduría popular. Todo eso destrozándote los tímpanos y abriéndose paso por encima de tus auriculares y tu música a volumen moderado. ¡Un festival!

Lo bueno de esta fauna es que están tan ensimismados que no prestan atención a ninguna otra forma de vida cercana asi que, mientras vayas a tu rollo y pases de todo, nunca tienes problemas. Eso sí, pobre de tí que le quites su asiento favorito a alguno u oses pedirles que bajen el volumen.. los pobres novatos incautos que suben de vez en cuando -y que reconoces cuál indefensas y atrevidas gacelas entrando en terreno de leopardos- salen despavoridos antes de su parada por no respetar las normas de relación de este ecosistema tan peculiar.

Y ¿qué os voy a contar? Cada día más choni me estoy volviendo.. que eso de mimetizarse parece que se me da bien. Porque luego llegas a casa y cualquier pollo que me monten el Princpito y la Princesita me parece nimio en comparación al nivel de decibelios que he soportado todo el trayecto.

A este paso en vez de Principito y Princesita serán el Jona y la Jenny..

lunes, 27 de mayo de 2013

Festival de virus...

http://naukas.com

Antes de independizarse, ponerse enferma era poco más que una molestia. Mami te hacía la comidita, te cuidaba y te mimaba mientras estabas tirada por casa en pijama todo el día y con la manta a cuestas.
Cuando te independizas la cosa cambia un poco. Si vives sola pues te toca pringar con las comidas y los horarios de las medicinas pero vas un poco a tu aire y es bastante llevadero. Que si un día no comes, tampoco pasa nada. Te puedes dejar caer por los rincones abrazada a tu manta y olvidarte de que existe un mundo entero allí fuera. Si vives en pareja pues intenta mimarte y cuidarte y estás casi como en casa con mamá pero con comida más mala, menos elaborada y mucho menos variada. Te da igual, te cuidan y te miman y te puedes dejar morir con tu manta.
Ahora.. en el momento que decides ser madre, todo se va al traste y ya no hay nadie que te cuide y te mime y te haga sopita de arroz; ahora eres tú la que tiene que cuidar y mimar y cocinar para todo el personal por muy malita que estés.

Todo esto viene al pedazo de virus gastrointestinal con el que mi Principito nos ha obsequiado a toda la familia. A principios de semana parecía que tenía algo de fiebre pero nada importante; no le prestamos más atención. Al día siguiente mi Costillo empezó a sentirse indispuesto pero creímos que era algo que había comido. Tiene el sistema digestivo en modo FFW y es impresiosante la velocidad a la que la comida ingerida es capaz de atraversarlo en tiempo récord, así que los virus siempre suelen afectarle al intestino -nada permanece suficiente tiempo en el estómago.. será por eso que come tanto y está tan delgado- al contrario que a mí, que siempre me pillan al estómago -mi caso es todo lo contrario, 12 horas después de comer soy capaz de vomitar la comida como si la acabase de ingerir, en serio, me ha pasado.

Entonces llegó la noche del miércoles al jueves y empezó el festival en toda la casa.

Durante el día ya quedó claro que el pobre Costillo no tenía una simple indigestión y que la cosa pintaba mal. Yo empecé a sentirme febril por la tarde y el panorama se puso feo. Pero cuando el Principito dijo que no quería cenar -y eso que había su pescado favorito- y que se quería ir a dormir, ya dimos la voz de alarma.. iba a ser una noche movidita.
Y así fué. El problema de ser la "reina madre" es que da absolutamente igual lo malisima que estés tú, tienes que cuidar a tus bástagos que aún son pequeños e indefensos para hacerlo ellos solos. Noche de vómitos, cambios de sábanas, cambios de pijama, duchas de urgencia, peleas por el baño.. Cuando sonó mi despertador a las 6:15 de la mañana para ir a currar estaba intentando contener los vómitos en el tercer cambio de sábanas del Principito y la Princesita berreaba en la otra habitación. Al verme en el espejo del baño empecé a dudar de si me había contagiado una gastroenteritis o el cólera directamente.. Estaba claro que no iba a ir a trabajar.

A primera hora nos dirijimos la familia al completo al CAP para que nos visitasen de urgencia. Primero nos tocó a los adultos. La enfermera de urgencias ni siquiera se planteó pasarnos al médico "Eso con dieta blanda y buena hidratación son un par de días". Según ella un antibiótico sería peor para el intestino -eso puedo entenderlo- y no hay que cortar las diarreas porque eso es que el cuerpo necesita limpiarse y deshacerse de lo que le molesta (señora, que parece que le molesta todo porque no retiene nada de nada..) Así que para casa con dieta blanda, paracetamol y acuarius..
El pediatra nos debío ver la cara de muertos vivientes y se apiadó de nosotros. Nos dió jarabe para los vómitos, paracetamol para la fiebre y un compuesto de fibra que va bien para "espesar" la diarrea.

Todos para casa a morirnos de asco con el arrocito blanco, el pollo a la plancha y acuarius en vena; lavando sábanas y pijamas a toda velocidad porque se acababan las reservas; cambiado de ropa a la Princesita en cada cambio de pañal -y más de una vez no sólo a ella- y metiéndola en la bañera cuando ya no había por donde cogerla.

Así de maravilloso ha sido el fin de semana. Los peques ya están como una rosa y el Principito hoy ha ido al cole tan fresco. Mi Costillo y yo aún estamos convalecientes pero empezamos a parecer personas. Eso sí, gracias a los recortes, las reformas y la madre que los parió a todos, a mí me han quitado los complementos a las bajas, es decir, que 3 días de baja implican 3 días sin sueldo, luego sólo el 50% y así.. Como nuestra economía no está para tirar cohetes desde que mi Costillo no trabaja, pues hoy estoy aquí, al pie del cañón, hecha una piltrafa pero presente.

Creo que me voy a pasear por recursos humanos y dirección a ver si les contagio el ébola este que llevo a cuestas como agradecimiento a los recortes...

Sinó... siempre podría quemar el edificio...

¡Qué malos son los lunes!

viernes, 24 de mayo de 2013

La popularidad principesca

www.desmotivaciones.es

Yo siempre he sido una persona de moderación, nada de extremos en ningún aspecto vital de mi vida. Así, por ejemplo, nunca fui una persona especialmente popular; tenía mis amigos, mi círculo de relaciones y mi vida tranquila y sosegada con cierta ignorancia social. Vamos, lo que supongo es la vida de la mayoría de la gente. Ni en el colegio ni el en instituto ni en la facultad había esos grandes iconos de popularidad típicos de la pelis y series estadounidenses.

No obstante ahora me encuentro que el Principito va por el camino del capitán de béisbol o del quaterback del equipo, en lo que a popularidad se refiere. La verdad es que me pilla un poco por sorpresa la situación y no sé muy bien cómo manejarla.
La verdad es que me mola mucho el que tenga cierta madera de líder y sea persistente cuando quiere algo. Hasta ahí bien. Es la parte de zalamería y desenvoltura social la que me tiene más descolocada.

Tenemos una plaza de garaje en el edificio del mercado municipal. Eso implica que, cada vez que entramos o salimos con el coche, nos atravesamos el vestíbulo del mercado hasta el ascensor. En esos trayectos el Principito ha cogido la costumbre de salir corriendo y adentrarse como un loco en el mercado, haciendo un rally entre todas las paradas. Como no hay ningún peligro -el mercado no tiene otra salida que la puerta por la que entramos y es bastante pequeño como para que no se me descontrole demasiado- le dejo hacer y voy con calma a buscarle. Tal cual entro por la puerta, los tenderos me van diciendo "El rubio va por el segundo pasillo" o "Hoy ha dado la vuelta por la charcutería". Al principio flipaba un poco porque no sé si es que tengo cara de madre desastrosa que pierde niños con facilidad y todos dan por sentado que el niño perdido es mío. El caso es que con el tiempo te acostumbras y vas siguiendo la indicaciones que tan amablemente te dan.
Entonces llega el día en que el peque se despista un poco y oyes como le dicen "Principito, que tu mamá está por allí". Aquí empecé a pensar que tengo que dejar de gritar como una loca porque todo el mundo ya se ha aprendido su nombre, pero no recuerdo escenas de "verdulera" en el mercado, la verdad.
Y la cosa va a peor.. y un día te aparece con palitos de pan, un dulce, algo de fruta... y ves que ya se está haciendo muy amigo de los paradistas. Por suerte no tiene alergias y es de buen comer, así que tampoco me molesta que le mimen un poco.
Pero el colmo de los colmos es cuando vas sola a comprar algo un día cualquiera a una de las paradas -que yo juraría que no había visitado nunca- y el vendedor te suelta algo como "Esas no, a tu Principito le gustan más éstas" ¿¿Perdón?? ¿Cuándo ha venido mi niño de 3 años a comprar solo al mercado?? ¿Cómo puede ese buen hombre saberse los gustos del peque?? Te quedas con cara de lerda y no sabes muy bien cómo reaccionar.

Y así con todo. Por la calle le saluda gente y no tengo ni idea de qué le conocen (por supuesto indago y suelen ser: comedor, piscina, extraescolar, mercado...) En la puerta del colegio soporto comentarios de las otras madres del tipo "¡Ah! Así que tu eres la mamá de Princpito, es un encanto tu hijo bla, bla, bla" y alucino porque yo voy cada día a buscar a mi niño al cole y no sé en qué momento se relaciona con las madres de los compañeros sin que yo me entere.

En el cole le conocen los maestros, los niños y niñas mayores, el director (esto ya me preocupa más) y hasta la portera le llama por su nombre.
Sus dos más mejores amigos se pelean por él en el parque y montan unas escenitas de aúpa. DramaKing, un niño enorme que le saca media cabeza a mi Principito -pero que es un bonachón y muy dado a las escenificaciones dramáticas- y Florecilla, una niña muy risueña y muy poquita cosa pero que está sacando un carácter muy temperamental -supongo que para igualar la balanza con los otros dos brutotes con los que juega.

Total, que de vivir en mi pequeña burbuja de ignorancia social, he pasado a ser muy conocida en el pueblo como "la madre del Principito". Y no es que me moleste que sepan que soy su madre, es que me pasé toda la infancia siendo la hija de, en el cole era la hermana de y ahora que tenía mi espacio propio, he vuelto a pasar al anonimato convirtiéndome en la madre de.
Y seguro que ser la madre del Princpito empieza a ser molesto en la adolescencia cuando esas madres y esos padres que ahora le miran sonriendo afablemente vean en él a a bestia que quiere robarles a sus niñas.. Ya veremos porque como siga en este plan me da a mí que va a ser un pequeño Don Juan.