lunes, 27 de mayo de 2013

Festival de virus...

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Antes de independizarse, ponerse enferma era poco más que una molestia. Mami te hacía la comidita, te cuidaba y te mimaba mientras estabas tirada por casa en pijama todo el día y con la manta a cuestas.
Cuando te independizas la cosa cambia un poco. Si vives sola pues te toca pringar con las comidas y los horarios de las medicinas pero vas un poco a tu aire y es bastante llevadero. Que si un día no comes, tampoco pasa nada. Te puedes dejar caer por los rincones abrazada a tu manta y olvidarte de que existe un mundo entero allí fuera. Si vives en pareja pues intenta mimarte y cuidarte y estás casi como en casa con mamá pero con comida más mala, menos elaborada y mucho menos variada. Te da igual, te cuidan y te miman y te puedes dejar morir con tu manta.
Ahora.. en el momento que decides ser madre, todo se va al traste y ya no hay nadie que te cuide y te mime y te haga sopita de arroz; ahora eres tú la que tiene que cuidar y mimar y cocinar para todo el personal por muy malita que estés.

Todo esto viene al pedazo de virus gastrointestinal con el que mi Principito nos ha obsequiado a toda la familia. A principios de semana parecía que tenía algo de fiebre pero nada importante; no le prestamos más atención. Al día siguiente mi Costillo empezó a sentirse indispuesto pero creímos que era algo que había comido. Tiene el sistema digestivo en modo FFW y es impresiosante la velocidad a la que la comida ingerida es capaz de atraversarlo en tiempo récord, así que los virus siempre suelen afectarle al intestino -nada permanece suficiente tiempo en el estómago.. será por eso que come tanto y está tan delgado- al contrario que a mí, que siempre me pillan al estómago -mi caso es todo lo contrario, 12 horas después de comer soy capaz de vomitar la comida como si la acabase de ingerir, en serio, me ha pasado.

Entonces llegó la noche del miércoles al jueves y empezó el festival en toda la casa.

Durante el día ya quedó claro que el pobre Costillo no tenía una simple indigestión y que la cosa pintaba mal. Yo empecé a sentirme febril por la tarde y el panorama se puso feo. Pero cuando el Principito dijo que no quería cenar -y eso que había su pescado favorito- y que se quería ir a dormir, ya dimos la voz de alarma.. iba a ser una noche movidita.
Y así fué. El problema de ser la "reina madre" es que da absolutamente igual lo malisima que estés tú, tienes que cuidar a tus bástagos que aún son pequeños e indefensos para hacerlo ellos solos. Noche de vómitos, cambios de sábanas, cambios de pijama, duchas de urgencia, peleas por el baño.. Cuando sonó mi despertador a las 6:15 de la mañana para ir a currar estaba intentando contener los vómitos en el tercer cambio de sábanas del Principito y la Princesita berreaba en la otra habitación. Al verme en el espejo del baño empecé a dudar de si me había contagiado una gastroenteritis o el cólera directamente.. Estaba claro que no iba a ir a trabajar.

A primera hora nos dirijimos la familia al completo al CAP para que nos visitasen de urgencia. Primero nos tocó a los adultos. La enfermera de urgencias ni siquiera se planteó pasarnos al médico "Eso con dieta blanda y buena hidratación son un par de días". Según ella un antibiótico sería peor para el intestino -eso puedo entenderlo- y no hay que cortar las diarreas porque eso es que el cuerpo necesita limpiarse y deshacerse de lo que le molesta (señora, que parece que le molesta todo porque no retiene nada de nada..) Así que para casa con dieta blanda, paracetamol y acuarius..
El pediatra nos debío ver la cara de muertos vivientes y se apiadó de nosotros. Nos dió jarabe para los vómitos, paracetamol para la fiebre y un compuesto de fibra que va bien para "espesar" la diarrea.

Todos para casa a morirnos de asco con el arrocito blanco, el pollo a la plancha y acuarius en vena; lavando sábanas y pijamas a toda velocidad porque se acababan las reservas; cambiado de ropa a la Princesita en cada cambio de pañal -y más de una vez no sólo a ella- y metiéndola en la bañera cuando ya no había por donde cogerla.

Así de maravilloso ha sido el fin de semana. Los peques ya están como una rosa y el Principito hoy ha ido al cole tan fresco. Mi Costillo y yo aún estamos convalecientes pero empezamos a parecer personas. Eso sí, gracias a los recortes, las reformas y la madre que los parió a todos, a mí me han quitado los complementos a las bajas, es decir, que 3 días de baja implican 3 días sin sueldo, luego sólo el 50% y así.. Como nuestra economía no está para tirar cohetes desde que mi Costillo no trabaja, pues hoy estoy aquí, al pie del cañón, hecha una piltrafa pero presente.

Creo que me voy a pasear por recursos humanos y dirección a ver si les contagio el ébola este que llevo a cuestas como agradecimiento a los recortes...

Sinó... siempre podría quemar el edificio...

¡Qué malos son los lunes!

2 comentarios:

  1. Espero que os encontréis mejor de es maldito virus, que mira que es antipático. Besos.

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    1. ¡Ei! Encantada de verte por aquí de nuevo.
      Ahí vamos, peleándonos con los virus. Los peques ya están perfectos pero los adultos no tenemos tanta capacidad de recuperación. Poco a poco.
      No quiero ni pensar cuando la Princesita empiece la guardería y volvamos a tener todos los virus horribles por casa.. uff.. ¡qué pereza!

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