jueves, 13 de junio de 2013

Moda acuática


Para qué engañarnos, la moda acuática, por mucho glamour y mucho bombo que le quieran dar, no da para tener una apariencia mínimamente digna.
En el caso de la moda playera pues aún puedes encontrar el modelito de bikini o bañador (normalmente incómodo de narices) que te siente bien y puedes mantener cierta dignidad con tu sombrerito rollo pamela, tu pareo de moda y pinta de señora bien que no se moja el pelo ni en la ducha.
En una piscina todo cambia. En general el bikini ya queda descartado por la incomodidad de perder alguna parte en plena exhibición de salto de cabeza o en alguna maniobra compleja dentro del agua. si, además, vas a la piscina con niños fijo que acabas buscando la mitad por la piscina infantil entre el regocijo y las miradas críticas del resto del personal.
Los bañadores de natación, por mucho que diversifiquen en el Decathlon, no sientan bien. Que los hay bonitos y hasta algo favorecedores pero el diseño intrínseco de un bañador de natación va en contra de muchas tendencias de moda. Buscando y rebuscando siempre puedes encontrar alguno con el que te sientas suficientemente bien como para mostrarte en público.

El gran problema de la moda acuática, señores míos, son los puñeteros gorros de natación. Yo los tengo de colores, con dibujos y hasta uno con aletas (si, no sé ni cómo llego a mí). Cuando los ves en la tienda, con toda la gama de colores expuestos, con esos dibujitos con diseños tribales y muy modernos, con diferentes materiales.. una se anima y dice ¡Qué bonito! y se compra un gorro para la piscina sin tener en cuenta que esos colores, esos dibujos, esos materiales pierden mucho encanto cuando la prenda en cuestión está embutiendo tu melena y presionándote la frente.
Y si al gorrito en cuestión le sumas unas gafas ya la cosa se va de madre y pareces una mezcla de una cabeza-cono con el hombre mosca.. O a lo mejor solo soy yo que tengo una señora cabeza tamaña XXL y el gorro y las gafas me dan un aspecto de peli mala de terror.

A las clases de piscina con la Princesita voy yo (por logística familiar). Siempre me pongo el gorro delante de ella y me mira muy extrañada -supongo que intentando dilucidar por qué su madre insiste en desvirtuarse de esa manera- y se pasa media clase intentando aferrarse a mi gorro -cosa difícil cuando tu cabeza es tan grande que el gorro no hace ni un pliegue de la tensión que soporta.

El caso es que el otro día mi Costillo aprovechó la jornada intensiva del cole del Principito y se vinieron poco antes de que acabara la clase de la niña. Como quedaban unos diez minutillos y su padre nunca había estado con ella en la piscina, le dije a mi Costillo si quería acabar él la clase. Encantado fue hacía la colchoneta en la que estaba la niña en ese momento y la cogió de las manos para continuar el ejercicio.
La cara de mi Princesita fue un poema pasó de la sonrisa, a la sorpresa extrema, a los pucheros y al llanto desconsolado en cuestión de segundos. Le miraba con horror y espanto y el pobre Costillo le hablaba, la acariciaba e intentaba consolarla. No hubo manera. Con alto grado de frustración vino y me la pasó para calmarla; se calló al instante aferrada a mi bañador -por estas cosas no se puede llevar bikini- y le seguía mirando con desconcierto.
Cuando se acercó el Principito (que jugaba a su rollo al otro lado de la piscina infantil) volvimos al ataque de pánico. Mi niño es un poco delicadito con los ojos y siempre lleva gafas de agua para que no le haga daño el cloro, y su gorro a juego (las greñas no son bien vistas en las piscinas públicas climatizadas)

Al final la idea nos acabó saliendo un poco rana y el berrinche a la niña le duró un buen rato. Mi Costillo ya no quiere ir más con ella a la piscina y el Principito la mira con recelo desde entonces.
Y todo esto es culpa de la horrenda moda acuática a la que nos tenemos que someter para ir a la piscina pública. Estoy convencida de que la pobre niña no reconoció a su padre bajo ese gorro que ocultaba su melena hasta la  cintura (y que le hace una cara/cabeza un poco rara) ni al Principito, escondido tras ese gorro azul eléctrico y esas gafas tintadas (de azul también).
Ahora estoy convenciendo al Costillo de que la lleve él y se ponga el gorro delante de ella para que no flipe al verle.

Espero que así no entre en pánico porque exagerada es un rato la peque..

2 comentarios:

  1. Pobreta, menudo susto. Seguro que es porque no lo reconoció. Menudo disgusto el Costillo. Si de por si los padres han de ganarse a sus hijos (en eso nosotras tenemos menos trabajo), encima un disgusto así te desanima que no veas. ¿Con lo pequeñaja que es ya va a la piscina? Es una potencial campeona olímpica, jeje. Besos.

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    1. Viviendo en un pueblo con mar (qué Sabina que ha quedado eso) mejor que esté acostumbradilla al agua.
      De momento le encanta, hasta que aparece algún "cabeza-cono" nuevo y le da el patatús. Ya se acostumbrará.

      El Princpito empezó con la misma edad y ya nada un poquito solo en la piscina grande. ¡El futuro Phelbs! -por eso de que el destino le está guardando algo gordo en su futuro.

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