viernes, 7 de junio de 2013

Tranquilidad relativa

Pocas cosas en esta vida podemos valorar de forma absoluta y todo tiene un carácter relativo dependiendo de nuestras expectativas, experiencias, conocimiento...
Cuando además el tema concierne a comportamiento infantil, el relativismo toma todo un nuevo significado.

Mi Principito es un niño adorable como el que más y fue un bebé sociable y feliz. Eso sí, tranquilo, lo que se dice tranquilo, no ha sido nunca. Ya desde el vientre materno me tenía frita a patadas, puñetazos y golpes varios de forma continuada. Evidentemente al salir al mundo exterior nada de eso cambió y pocas veces he visto un bebé tan esbelto como lo era él (difícil no serlo cuando no dejas ni una sola caloria sin usar con tu movimiento). Hay gente con lo que se llama el "Síndrome de la pierna inquieta".. pues nosotros teníamos el "síndrome del bebé inquieto" porque parecía una maraca en modo vibrador continuo. Agotador. Es que ni durmiendo se está quieto; cada mañana cuando entro a darle el beso de despedida hay tal amasijo de sábanas, cojines y niño en posturas imposibles que queda claro que no ha estado precisamente relajado esa noche.

Explico esto porque es el punto clave para el relativismo de la situación que me encuentro en la piscina cada día.

Mi Princesita tuvo un primer encuentro con la piscina un tanto accidentado y parecía que no iba a ser santo de su devoción. No obstante, en las posteriores sesiones, se ha ido relajando y ahora disfruta como una enana y se ríe sin parar durante la clase. 
Se da la tesitura de que en el grupo al que vamos son todo madres/padres primerizos y la mqyoría son bebés bastante tranquilos y pachorrones. Todo calma y tranquilidad. Sólo nos falta un poco de ambiente zen para hacer una sesión de meditación en grupo en lugar de una clase de natación infantil.

El caso es que mi Princesita, que es la más pequeña del grupo, disfruta mucho del agua. Chapotea, salpica, mueve los pies, se ríe, balbucea, hace los ejercicios a su manera (no conseguimos nunca que el Principito se estuviera boca-arriba ni 10 segudos y ésta se da la vuelta a la mínima de cambio mirando al techo con devoción). Hasta ahí ningún problema; los demás padres del grupo me sonríen y me miran con cierta condescendencia "Es movidita, ¿eh?" Ahí cuando viene el problema.. Mis ojos se abren como platos y con cara de flipe total digo cosas del tipo "¡Pero si es súper tranquila!" mientras la niña da saltitos entre risa y chapoteos.
Claro.. entonces vi yo su cara de susto en plan "¡Dios! Si considera tranquila a esta niña.. ¿cómo será su otro hijo??!?" Creo que no le estamos haciendo ningún favor al índice de natalidad el pueblo con este tipo de comportamiento.
Luego salimos de la piscina y mi Principito está en la puerta esperándonos , saltando, corriendo, bailando como un fanático del Ska, haciendo volteretas en los arcos de aparcar bicis... Ahí es cuando me miran y entienden mi sorpresa por considerar movidita a mi niña. Creo que hay padres de gemelos que tienen menos estrés que nosotros con nuestro hijo.

Y es que claro, todo es relativo. Ya no sólo por el hecho de que la comparación con el Principito hace que cualquiera parezca un remanso de paz, sino porque una ya no es madre primeriza y está muy curada de espantos. Mi niña es una joya a la que puedes llevar a cualquier parte sin montar un escándalo, se queda en su sillita feliz y entretenida, no molesta, no llora si no tiene hambre.. ¡Una auténtica maravilla! Que no para quieta ni un segundo, cierto.. pero ¿y qué más da? Si la pobrecita se tiene que entretener en algo mientras los padres no primerizos no le prestamos ni la mitad de atención que el resto a sus bebés. Es cuestión de supervivencia, digo yo.

Pero todas estas madres nuevecitas con bebés tranquilos entran en pánico de pensar que, de tener otro hijo, les puede salir tan "tranquilo" como Princesita o, peor aún, como su hermano.

Aunque una cosa está clara, si nosotros hemos sobrevivido al primero y hasta hemos repetido -con el consecuente peligro de que el segundo saliera igual y necesitáramos internamiento psiquiátrico- está claro que todos somos capaces de salir adelante y que el ser humano es capaz de adaptarse a las condiciones de vida más variopintas que puedas imaginar.

Así que la próxima vez que alguien me diga que mi niña es un nervio, la respuesta más adecuada sería "¡Pero si es relativamente super tranquila!"; que ahí, además de mirarme con espanto pensando en otros posibles descendientes míos que hagan que parezca que la niña es tranquila, me mirarán con cara de "Esta tía es muy rara, mejor tomar distancia".. y a lo mejor hasta tienen razón..

¡Ale! ¡Un viernes relativamente feliz para todos!




2 comentarios:

  1. Jajajaajaja "relativamente super tranquila". una frase genial. Voy a aplicarla yo a mi pitufa. Aunque me da a mi que no sería su descripción exacta, más bien es un "rabo de lagartija" pero también es una "bienqueda" y es lo que la gente ve.
    Feliz fin de semana.

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    1. Tu pitufina será como mi Principito, que no había relativismos posibles: es un bicho y punto. Aunque luego ibas a los sitios y el peque, que es un zalamero, se comportaba genial y nos dejaba fatal.. Claro que la calma le duraba solo un ratito; como la visita fuera un pelín larga ya salía su yo inquieto y revoltoso.
      Pero luego son un encanto :-)

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