lunes, 10 de junio de 2013

¡Manos arriba!


Todos tenemos nuestras rarezas y nuestras peculiaridades. Mi Princesita no iba a ser menos y ya va apuntando maneras desde la más tierna infancia.
La verdad es que supongo que esto es bastante habitual pero queda realmente graciosa. Mi niña usa las cuatro extremidades de forma completamente indiferente. Bueno, indiferente del todo no, tiene cierta predilección por los pies. Como aún no camina (ni gatea) supongo que no tiene interiorizada la diferencia pero la verdad es que la chica es de lo más hábil.

En algunos momentos realmente da para reirse de ella. La pose habitual es estar sentada con las manos en alto -como si la estuviesen atracando a mano armada- y tanteando con los pies para coger lo que quiere. Si la coges, ella sigue con las manos en alto y se agita muchísimo los pies intentando llegar al objeto de deseo. Si finalmente lo alcanza, lo agarra con los pies y se lo lleva a la boca con la facilidad y la naturalidad con la que yo me llevo una cuchara con la mano (¡bendita infancia! Menuda flexibilidad se gasta la niña..)

Cuando el Principito era un bebé íbamos a la playa con cierta regularidad (a horas intempestivas para la mayoria de la humanidad como las 6  o las 7 de la tarde) y le encantaba rebozarse por la arena (bueno, eso le sigue encantando). A la que nos descuidábamos se había metido un puñado de arena en la boca y la masticaba entre curiosidad y asco. Lo mejor era cuando, ya un poco mayor, iba andando por la arena y de golpe se tiraba en plancha, hundía la cabeza y abría los brazos y las piernas como si estuviera nadando braza o algo así; de paso aprovechaba para abrir bien la boca y comerse la ración pertinente de arena... Luego las deposiciones parecían crocanti; digno de ver.

En cambio la Princesita nos ha salido más señorita y, las veces que la hemos llevado a la playa, se dedica a inspeccionar el terreno con los pies y las manos bien en alto. Escarba, tantea, lanza arena, coge "puñaditos" con los pies. Digna de ver también. Si no fuera por el descojone que lleva encima mientras hace todo eso, parecería una señorita bien y finolis.

Ir con ella en brazos se ha convertido en deporte de riesgo. La niña, con casi seis mesecitos ya, es de lo más hábil y donde pone el ojo pone el pie. Vamos, que la llevas en brazos por la casa hacia el cambiador y de golpe notas cierta resistencia y es que la niña se ha aferrado a un pomo de una puerta y está firmemente cogida a él. O bien oyes un golpe y es que la niña ha pillado al vuelo algún objeto que resulta demasiado pesado para sus piececitos y acaba en el suelo. Pero el colmo es levantarte de la mesa con ella en brazos y ver como la mitad de la vajilla se va al suelo porque la peque ha cogido el mantel con los dedos de ambos pies y te mira dejando clara su intención de NO soltar el botín bajo ningún concepto.

Visto lo visto, hemos decidido que la Princesita tiene que ir sí o sí siempre con zapatos. Los calcetines no son suficientes y aún tiene poder de agarre; hay que poner alguna barrera mayor.
Cuando la cogemos en brazos siempre le sujetamos los pies con una mano mientras con la otra intentas soportar el peso y el ajetreo que se trae continuamente. La gente nos mira raro, como si no supiéramos coger a un niño en brazos pero es que ellos no tienen que limpiar la casa y comprar menaje nuevo cada vez que se levantan de la mesa.
Todos los objetos frágiles quedan fuera del radio de acción de las piernas de la niña al estar en brazos. Ahora mismo es más seguro tener las cosas en lugares bajos, que el Principito ya no es un destrozón y la Princesita aún no gatea y no puede acercarse por voluntad propia a esa altura.

Vamos, que ahora mismo nuestra casa parece todo lo contrario a lo que suele tener en una casa con bebés. Objetos frágiles en lugares bajos a la altura de la mano, nada de topes de puertas o cajones (me da miedo partirle un dedo si se agarra a algo que esté bloqueado). La mantelería de casa bien ha sido sustituida por manteles individuales y de bambú (que són más rígidos que los de tela y le cuesta cogerlos); así si se aferra a alguno, como mucho, cae un solo cubierto y no la mesa entera.

No sé qué vamos a hacer cuando ya sea capaz de desplazarse por sí misma. Espero que el tener los pies ocupados en otros menesteres (como el de desplazarse) le resten capacidad de agarre del mobiliario casero.
Ya veremos..

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