jueves, 11 de julio de 2013

Como desquiciar a una madre (vol. II)

O por qué las escuelas de verano resultan imprescindibles para mantener la estabilidad mental...

Esto es horrible.. hace muchísimo calor y ya no sabemos dónde meternos. Para colmo, ésta es la semana que el Principito no tiene escuela de verano (ya sabéis, la mala suerte y los sorteos..) y eso lo hace todo aún más cuesta arriba.

¿Qué haces con un niño de 3 años en plena hiperactividad, una niña de 6 meses que arrastra aún una faringitis y un calor mortal que te tiene sin fuerzas ni ganas de vivir?
Pues no sé vosotros, pero nosotros estamos un tanto desesperados.
El pobre niño, como es normal, quiere salir, jugar y quemar energía todo el día; pero con un solazo de justicia y ni una sombra en los parques, no sobrevives fuera de casa pasadas las 10 de la mañana. Hasta las 6 de la tarde no es ni planteable salir -si no te quieres derretir cual cubito nada más poner un pie en la calle- y todas esas horas de "encierro doméstico" están agudizando el ingenio del Principito para las fechorías caseras y acabando con los nervios de mi Costillo que ya no sabe qué hacer con él.

Para colmo la Princesita está pochita aún y no la podemos llevar a la piscina -que nos salvaría de la locura casera y el calor mortal- y, como yo trabajo, mi Costillo se las tiene que ingeniar solo con los dos por las mañanas y cuando llego a casa el panorama es desolador: Princesita moqueando y llorando en cuanto me ve, Principito a gritos con su padre o castigado o tirando cosas por la casa, Costillo desencajado con cara de muy loco..

Y nos dividimos a los niños para intentar apaciguar un poco los ánimos. La Princesita me toca a mí -más que nada porque no creo que a mi Costillo le salga mucha leche del pecho- y él se encargo del primogénito hiperactivo.
La cosa se mantiene en calma con juegos y atención exclusiva para cada uno hasta la hora de comer.
Las siestas son toda una odisea..

Principito come y se va a la cama. Como su habitación está en la plata superior, le dejamos allí y nos bajamos al comedor a vegetar un rato a ver si recobramos un poco de, la antaño exultante, energía vital. Entonces oimos ruidos y una puerta que se cierra.. ¿¿?? La secuencia suele ser:
  1.  Uno de los dos sube a ver qué pasa, entra en la habitación y no hay ni rastro del Principito en su cama.
  2. Va a nuestra habitación. La primera vez suele estar ahí, escondido entre las sábanas. 
  3. Le lleva a su cama con calma y le vuelve a dejar "durmiendo".
    Si no está en nuestra cama.. el proceso sigue.
  4. Abrir armarios de nuestra habitación y ver si está dentro. Si está volvemos al punto 3
  5. Volver a su habitación y mirar tras la puerta. Si está, punto 3 con algo menos de calma
  6. Abrir armarios de su habitación. Si está, punto 3 empezando a cambiar la calma por cierta crispación.
  7. Mirar en el rincón entre la cómoda y la cama, tras la montaña de trastos y jueguetes. Si está, la calma ya ha desaparecido del punto 3.
  8. El último recurso es el baño... Ahí ya se ejecuta el punto 3 con cierta mala leche.
Le volvemos a tener en la cama... y se vuelven a oir ruidos.
Le toca al otro la gimcana de búsqueda de niño por toda la planta superior. Suerte que nuestro pisito es más que pequeño y no tiene muchos recobecos en los que esconderse.

A la tercera ya empezamos a increparle desde el piso inferior y empiezan las amenazas...
A la cuarta empiezan a desaparecer los jueguetes con los que le amenazamos de tirar a la basura. En realidad no los tiramos pero ya hay un buen montón para regalar.. ¡Qué ruina de niño!
Quizá y con suerte, pasada hora y media ha caído rendido en la cama y tenemos un rato de relax.

Justo en ese momento es cuando se suele despertar la Princesita de su siesta y con más ganas de juerga que nunca. Ella no camina ni de puede esconder pero agota igual o más que su hermano.

Que ganas tengo de que se pasen los virus dichosos y podamos llevarles a la piscina a que se desfoguen. La playita queda para última hora del día, cuando el sol no nos achicharra vivos.

Sólo queda 1 día laborable.. ¡¡¡la semana que viene vuelve a la escuela de verano!!! Aunque sólo va por la mañana, no sé que les hacen que viene reventadito.

Lo que yo decía, que tendrían que considerarse servicio de primera necesidad a las escuelas de verano.


3 comentarios:

  1. Tómatelo con calma, no hay otra, son niños y no quieren más que jugar. Besos.

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    1. Si, es lo que hay :-)
      El que está que no puede más es el pobre Costillo que les aguanta en solitario todas las mañanas.
      Nos lo tomamos con filosofia pero son agotadores y tienen demasiada energía para nosotros ;-P

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