viernes, 5 de julio de 2013

Cómo ha cambiado el cuento


En mis tiempos mozos -cuando existía EGB y no se hablaba de períodos de adaptación al inicio del curso, ni de sextas horas, ni de reválidas, ni de pepnillos en vinagre- las fiestas de fin de curso eran una cosa hecha por y para los niños del cole. Normalmente era la despedida de los de octavo y se curraban sus discursitos, su mini ceremonia de graduación y sus recogidas de firmas y dedicatorias de todos esos compañeros a los que, probablemente, no volverán a ver.
En mi cole, al menos, se hacían siempre en horario escolar, uno de los últimos días de curso y sólo estábamos los niños del cole y los profes. Vamos, todo de lo más normalito. Algunos cursos hacían teatrillo, otros cantaban, otros bailaban y se hacía un bonito espectáculo de variedades infantil.
En ocaciones, si el presupuesto lo permitía, venía algún grupo de animación y a mediodía todo el mundo a casa.

Hoy en día parece que el cuento ha cambiado bastante y de aquellas fiestas de antaño solo queda el recuerdo. Hace un mesecillo escaso que fue la fiesta de fin de curso del cole de mi Principito y he flipado con el nivelón que se gastan. Lo que más me flipa es que están subvencionadas por el ayuntamiento.. ¿os lo podéis crees? Venga a recortar recursos y docentes y dan pasta para macro-fiestas de fin de curso escolares. Ver para creer.

Para empezar la fiesta es en Sábado y dura toooooooodo el día. Desde buena mañana ya están con partidos de fútbol y otros deportes. A mediodía pausa para reponer fuerzas. No obstante, el cotarro serio se monta por la tarde.

Resulta que la fiesta es abierta a todo el mundo, previo pago de entrada. ¿Qué queréis que os diga? Pagar entrada por ir al cole de mi hijo a una fiesta de fin de curso me parece raro. Eso sí, como sólo es 1 eurito por cabeza (los niños no pagan) pues tampoco se hace un escándalo, que buena falta le hace al cole algún ingresillo extra.

A partir de las 4 de la tarde la gente iba llegando. Al principio poco a poco (con el calor que hacía no era plan de estar allí a plena solana). Sobre las 5 ya había bastante gente pululando por allí y la cosa se animaba.

A modo de resumen, en la pista grande del cole había: un castillo inflable, tómbola, chiringuito de bebidas, barbacoa para los bocatas a la brasa, escenario y hasta una pequeña feria de artesania. ¡Impresionante!
Del bar, los bocatas y demás se encargaban los padres de los de 6º y la cola era considerable (no porque ellos no lo hicieran bien, sino por lo que tardaba la comida en estar lista cuando ya había volado todo por las hordas de preasolescentes hambrientos). Del bar es de donde más dinero se saca en la fiesta y, con el calor que hacía, las bebidas desaparecían en segundos.

Sobre las 6 empezaron las exhibiciones de las extraescolares: patinaje artístico, danza, el grupo de comedor y la coreografia de todos los niños que comen allí... Un no parar de actividades musicales por toda la escuela.
Cuando ya estaban todo cansaditos y sudaditos llegó el momento de la fiesta de la espuma. Cuando vi el programa pensé que hacerlo tan tarde era mala idea por el frío y demás pero, claro, viendo cómo habían acabado todos tras los bailes y demás, se agradecía el agua, la espuma y la juerga refrescante. Se pasaron una hora todos revolcándose por los suelos entre montones de espuma y perdiendo zapatos por el camino.
Tras el reboce general y estar todos bien pringaditos de espuma, tocaba que los mayores hicieran su baile estrella, una coreografia de toda la clase que levantó pasiones entre los padres de los susodichos. Eso sí, parecían todos sacados de Grease porque, tras el bañito de espuma, iban repeinados como si llevaran 1 kilo de gomina encima.
Luego llegó la hora de los discursos, los diplomas y los mayores subiendo uno a uno al escenario como en toda graduación que se precie.

Y para rematar, discotequilla y fuegos artificiales de cierre. Hasta las 11 de la noche estuvimos por allí. ¡Dios! ¡Qué agotamiento!

Ya digo.. nada que ver con mis tiempos.

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