miércoles, 19 de junio de 2013

Como desquiciar a una hija (vol II)

¡Y tan iguales!
Hoy el post va más allá de las desavenencias estéticas inter-generacionales  que suele haber en mi familia (véase que no me peino, que no me visto como una chica, que no hablo como una señorita... y  un largo etcétera)
Hoy esto va sobre ese gen que muta con la edad y que nos debe de hacer creer que somos super-héroes o heroínas que pueden con todo.

Ese maravilloso gen es el que ha provocado que el fin de semana empezara con buen humor, fiesta de fin de curso en el cole del Principito, buen ambiente, comida familiar, buen rollito.. y acabase en urgencias de un hospital pasando la noche en vela y con un señor susto encima.

Todo eso podría haberse evitado si mi señora madre -cuyo encanto como persona es directamente proporcional a su capacidad de desquiciarnos a todos; y es realmente encantadora- no se hubiera hecho la fuerte y la valiente cuando empezó a sentirse mal.
El sábado, en la fiesta del Principito (ya hablaré de ese tema porque he flipado en colores viendo el nivelón que se gastan hoy en día en las fiestas escolares de fin de curso) estaba algo cansadilla pero se la veía bien y no dijo que se encontrara especialmente mal. El fiestorro se alargó hasta entrada la noche y ya se les veía un pelín perjudicados a ambos.

Al día siguiente, comida familiar en casa de una tía. Ya llegó con mala cara y le preguntamos si todo estaba bien. A principios de año pasó por 2 cirugías abdominales de urgencia y acabó en la UCI una semana, más de 1 mes de ingreso hospitalario y 2 meses más viviendo en mi minipiso con nosotros.. así que no es para no prestar atención cuando se pone mala.
Antes de comer ya le estábamos diciendo de ir al médico.
Durante la comida empezó a ponerse peor. Las insistencias para ir al hospital fueron en aumento.
A media tarde había vomitado varias veces y ya perdimos el tono cordial con lo de ir al hospital.
A todo esto, tanto mi padre como mi madre no hacían más que quitarle hierro al asunto, que ya se le pasaría, que quería ir a casa, que como iba a ir a urgencias sin ducharse y ponerse ropa limpia -seguro que eso en urgencias es algo que les preocupa mucho-, que no era para tanto, bla, bla, bla... Hasta que dijeron que eso le ha pasado otras veces y al final, con los días, se le acaba pasando.
Sobre las 19:00 la metimos en el coche y nos la llevamos -protestando todo el camino- al hospital más cercano tras haber vomitado un par de veces más y asustados pensado la de veces que podía haber estado así sin ir al médico y las complicaciones que eso podía producirle.

Llegamos a urgencias. Las primeras pruebas no eran nada halagüeñas y deciden dejarla toda la noche en observación y con medicación. Por la mañana se repetiría todo y ya nos dirían.
Por la mañana nuevas pruebas; mejores noticias pero aún no buenas. Nuevo tratamiento y orden de ingreso durante 48 horas.
Aquí la cosa se empezó a volver rara.
Resulta que estábamos en un hospital público que está en su misma ciudad y a unos 10 minutos en coche de su casa. Pues resulta que no les corresponde por zona y se tiene que ir a otro ¿¿Perdón?? Nos dicen que no pueden hacer el ingreso de ninguna manera y que van a trasladarla al otro hospital, que ya han pedido la ambulancia.
Preguntamos a qué centro la van a trasladar y nos informan que el hospital que les corresponde (concertado) está en proceso de fusión con otro centro y que es posible que se la lleven a la ciudad de dicho segundo centro (a 3 pueblos de distancia). Flipamos.. o sea, que no la pueden ingresar en un hospital público que está a 10 minutos de su casa, en su misma ciudad, pero la van a trasladar 3 ciudades más allá a un centro concertado.
Unas cuantas horas después llega la ambulancia y, gracias al ambulanciero que amablemente miró el informe, nos enteramos de que al final no se la llevan al quinto pino, que la trasladaban al centro que les corresponde por zona.

Llegamos al nuevo hospital -con un retraso considerable porque cualquiera consigue aparcar en esa zona- y nos la encontramos en la camilla, en mitad de un pasillo, más sola que la una y sin saber nada de nada. Todos los boxes vacíos y la tuvieron más de 1 hora en mitad de un pasillo.
Cuando por fin alguien se digna a venir (no sin haber insistido en el mostrador 3 ó 4 veces) nos dicen que no la han visitado aún y que hasta que no pase el médico no pueden hacer nada..¡Señores! ¡Que es urgencias! Si esa es la política habitual no quiero ni pensar en lo que sufre los que llegan malheridos.

Por fin aparece un médico y, prácticamente sin mirar el informe nos dice que le van a dar el alta. ¿¿Disculpe?? Venimos trasladados de otro hospital porque el tratamiento requería ingreso de 48 horas y nos quería largar a casa en 10 minutos.. Tras empezar a perder un poco los nervios, el buen hombre se digna a mirar el informe y dice que no.. que en 4 horas le tienen que hacer pruebas de control y, según el resultado, ya veríamos.

Pasadas las horas, le hacen las pruebas. Parece que el tratamiento funciona y la cosa se va estabilizando pero lleva más de 24 horas sin comer y puede tener una mala reacción al volver a comer. Así que nos dicen que se queda toda la noche en observación y por la mañana nos dirán.
Media hora más tarde viene una enfermera diciendo que le van a dar la cena y, si la tolera, le dan el alta.
Un rato después viene otra enfermera con 1 litro de caldo -no exagero, era un litro enterito de caldo- diciendo que empiezan con los líquidos, que por la mañana algo más consistente y ya verían. Que la noche la pasa allí.
Empiezan a descolocarnos mucho con las instrucciones contradictorias. ¿Se queda? ¿Se va? Nos están volviendo locos.
Una hora después aparece una doctora con los papeles del alta. Nos largan a casa a las tantas de la noche después de marear mucho la perdiz. Pero, no contentos con eso, le ponen control diario toda la semana a primera hora.
Vamos, que llegamos a casa pasada la medianoche y a las 8:00 había que estar de vuelta para una prueba y el control.. Ya podían haberla dejado ingresada porque iba la pobre mujer hecha fosfatina.. y los demás ni te cuento, que apenas habíamos pegado ojo en 2 días.

Por suerte ya está bien y mañana es la última visita con el médico -han tenido la decencia de dársela a las 12:30 y no de buena mañana- para el control.
Solo espero que se le meta en la cabeza que, cuanto más deja las cosas, peores son las consecuencias y más de culo nos hace ir a todos..

Ufff.. me voy a dormir que mañana será otro día largo.

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